| viernes, 06 de abril de 2018 h |

Los presupuestos para el presente año tienen que superar un escollo que hoy por hoy se antoja casi imposible. El Gobierno tiene los apoyos de los grupos parlamentarios Popular —con sus vertientes asturianas y navarras—, Ciudadanos y Coalición Canaria. La aritmética explica que el Ejecutivo tiene que recabar cinco votos más y la opción más cercana desde el punto de vista ideológico es la del PNV. El problema es que los nacionalistas vascos se han autoimpuesto una condición que complica su apoyo: la suspensión del artículo 155 de la Constitución en Cataluña. Es poco lógico que ante unas cuentas que benefician a todos y también al País Vasco (las cifras presentadas por Cristóbal Montoro aumentan en un 36 por ciento la inversión en esta comunidad) los nacionalistas se pongan de perfil con una cuestión que, sin quitarle importancia, no ha impedido el concurso vasco en asuntos como el cupo autonómico.

El problema ahora está en la construcción de un relato que permita al PNV rectificar sin quedar muy tocado a un año de las elecciones municipales. Una opción es que los problemas que tiene el Parlamento Catalán para formar gobierno recaigan en los independentistas. O la consumación de repetición electoral, que pondría en stand by la agresividad que los nacionalistas ven en el artículo 155. Es la opción más viable en un mes de abril que estará acaparado por las reuniones in extremis entre grupos políticos.

El PSOE, al que el Partido Popular ha pedido una abstención selectiva, está descartado. Los de Pedro Sánchez no se pueden permitir políticamente dar alas a Rajoy tal y como hicieron en 2016. Ya se hicieron un harakiri político y bajo ningún concepto volverán a hacerlo. No en año preelectorial al menos.

La necesidad de aprobar las nuevas cuentas no debe pasar por alto la realidad de que son unos presupuestos francamente mejorables en su vertiente sanitaria. No se pueden destinar sólo 14 millones a estrategias de salud ni tampoco cuatro al Fondo de Cohesión. Es insuficiente y ahonda en la infrafinanciación del sistema sanitario. Por eso, las negociaciones para aprobar las cuentas de Montoro deben seguir esta línea y no excusas de cara a la galería. Si los apoyos estuvieran condicionados a mejorar estas y otras partidas no se hablaría de chantaje nacionalista, sino de sentido común y de Estado.