| viernes, 02 de febrero de 2018 h |

En estos últimos años desde el comienzo de la crisis económica ha aumentado de manera progresiva la desconfianza ciudadana hacia las instituciones de la Unión Europea. El éxito del Brexit o el auge de los populismos en diferentes países europeos son las consecuencias más palpables. Tampoco ayuda la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump que desde su toma de posesión ha dirigido multitud de críticas a la UE.

Nadie puede negar que la Unión Europea ha sido un freno para evitar los errores cometidos en la primera mitad del siglo XX. Pero tampoco hay que dejar de tener en cuenta que varias generaciones de europeos no vivieron la Segunda Guerra Mundial y que sus exigencias son diferentes.

En un contexto marcado por el incremento del paro, de insuficiencias presupuestarias y de recortes sociales en un gran número de los estados miembro se puede caer en el riesgo de cuestionar la utilidad de las instituciones europeas. La respuesta precisamente se encuentra en potenciar las políticas sociales como la educación y la sanidad, así como la investigación.

Por este motivo la Declaración de La Valeta resultó una buena noticia. Un conjunto de países del Sur de Europa que se unen para avanzar en la equidad en el acceso a los medicamentos y a las innovaciones. Casi un año después de aquella primera reunión, ministros y secretarios de Estado de los seis países —España, Portugal, Chipre, Malta, Eslovenia e Italia— se han vuelto a reunir en Madrid con el objetivo de seguir avanzando y compartir experiencias. El acuerdo debería extenderse a más países. La igualdad en el acceso debería ser una preocupación de toda la Unión Europea para evitar la aparición de una brecha que dé lugar a ciudadanos de primera y de segunda frente al tratamiento médico, y que provocaría una mayor desconfianza en la sociedad.

España se ha puesto a la cabeza de esta iniciativa pero debe seguir trabajando para fortalecer los cimientos del Sistema Nacional de Salud. Sociedades científicas y asociaciones de pacientes vienen llamando la atención en los últimos años sobre las diferencias en el tratamiento no solo entre comunidades autónomas sino también entre hospitales de una misma provincia. Compartir experiencias con países de nuestro entorno puede ser clave para encontrar soluciones.