Marta Riesgo Madrid | viernes, 27 de septiembre de 2019 h |

Una inversión adecuada en nutrición por parte de los gobiernos mundiales podría salvar 3,7 millones de vidas para 2025, tal y como se desprende del informe Essential Nutrition Actions: mainstreaming nutrition throughout the life-course, publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este trabajo pone el foco en la necesidad de integrar un enfoque más firme para garantizar una nutrición óptima en cada una de las etapas de la vida de una persona.

“Para proporcionar servicios de salud de calidad y lograr la Cobertura Universal de Salud, la nutrición debe posicionarse como una de las piedras angulares en los sistemas de salud “, asegura Naoko Yamamoto, subdirectora general de la OMS. “También necesitamos mejores entornos alimentarios que permitan que todas las personas puedan consumir dietas saludables”, añade.

Tal y como se desprende del informe, los servicios de salud esenciales en todos los entornos deben contener componentes de nutrición sólidos, “pero los países deberán decidir qué intervenciones apoyan mejor sus políticas, estrategias y planes nacionales de salud”, puntualiza la subdirectora general de la OMS.

Las intervenciones clave destacadas por el informe incluyen proporcionar suplementos de hierro y ácido fólico como parte de la atención prenatal; retrasar el pinzamiento del cordón umbilical para garantizar que los bebés reciban los nutrientes importantes que necesitan después del nacimiento; promover, proteger y apoyar la lactancia materna y brindar asesoramiento sobre la dieta, limitando la ingesta de azúcares libres en adultos y niños y la de sal para reducir el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.

La inversión en acciones nutricionales, explica el trabajo, ayudará a los países a acercarse a su objetivo de lograr la cobertura sanitaria universal y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. También puede ayudar a la economía, dice, “ya que cada dólar estadounidense gastado en programas de nutrición básica devuelve 16 dólares a la economía local”.

No obstante, la OMS reconoce que se ha progresado en nutrición. De hecho, se ha registrado una disminución global en el retraso del crecimiento (relación talla-edad). Entre los años 1990 y 2018, la prevalencia del retraso en el crecimiento en niños menores de 5 años disminuyó del 39,2 por ciento al 21,9 por ciento, lo que se traduce en un descenso de 252,5 millones a 149,0 millones de niños, aunque reconoce que el progreso ha sido mucho más lento en África y el sudeste asiático.

Sin embargo, señala, la obesidad sigue aumentando. La prevalencia de niños considerados con sobrepeso aumentó de 4,8 por ciento al 5,9 por ciento entre los años 1990 y 2018, lo que supone más de 9 millones de niños. El sobrepeso y la obesidad de los adultos también están aumentando en casi todas las regiones y países, con 1.900 millones de personas con sobrepeso en 2016, de los cuales 650 millones (13 por ciento de la población mundial) son obesos.

La obesidad, recuerda la Organización Mundial de la Salud, es un factor de riesgo importante para la diabetes, las enfermedades cardiovasculares (principalmente enfermedades cardíacas y derrames cerebrales), los trastornos musculoesqueléticos (especialmente osteoartritis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones altamente incapacitante) y algunos cánceres (incluidos los de endometrio, mama, ovario, próstata, hígado, vesícula biliar, riñón y colon). Por ello, recuerdan desde este informe, un mayor enfoque en la nutrición por parte de los servicios de salud es clave para abordar la “doble carga” de la desnutrición. Estas directrices, puntualizan, suponen una herramienta para que los países integren intervenciones nutricionales en sus políticas nacionales de salud y desarrollo.