Alberto Cornejo Madrid | viernes, 14 de junio de 2019 h |

No cabe duda de que si hay un tipo de cáncer con incidencia directa sobre la piel es, valga la redundancia, el cáncer de piel. Precisamente, el pasado 13 de junio se conmemoraba el Día Mundial del Melanoma, la forma de cáncer de piel más peligrosa. Ahora bien, todos los tipos de cáncer, independientemente de donde se originen y, en concreto, sea cual sea la terapia oncológica escogida para su abordaje, tienen un impacto negativo sobre la piel del paciente afectado.

Cuestiones como ésta han animado al Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid a celebrar las jornadas Oncofarma, las cuales —divididas en tres sesiones— tienen como objetivo formar al farmacéutico para que sea capaz de asesorar correctamente al paciente oncológico en cuidados dermocosméticos: higiene, cicatrización, fotoprotección, maquillaje, etc. Además, las Jornadas Oncofarma inciden en las habilidades de comunicación necesarias para la atención al paciente oncológico y su familia, dado que “el impacto físico que generan las terapias oncológicas genera a su vez un impacto psicológico que también se debe abordar”, tal como expuso David Garduño, responsable del Departamento de Oncología de La Roche Posay en la primera de este trío de sesiones, celebrada el pasado 10 de junio.

A día de hoy, el abordaje más utilizado para el cáncer pasa por la combinación de terapias dirigidas con quimioterapias. Ambas originan impactos en la piel en forma de posibles alteraciones de la barrera protectora (sequedad intensa, picor, grietas, fisuras…), alteraciones de los sistemas de defensa (rojez, inflamación, irritación, etc.), síndrome de mano y pie, fotosensibilidad… De hecho, “el cien por cien de los pacientes oncológicos en tratamiento son fotosensibles”, expuso en esta jornada el representante de La Roche Posay.

Ese impacto físico acarrea a su vez un impacto psicológico dado que “son visibles, suponen una agresión sobre la imagen e incluso desvelan la intimidad y el secreto de la enfermedad”, apuntó Garduño.

Ser respetuosos con la Ciencia

Tanto para minimizar un impacto como otro, desde la oficina de farmacia hay mucho que decir… Y aconsejar. En este sentido, el impacto físico se puede abordar con la dermocosmética y el psicológico con maquillaje corrector.

Diversos estudios basados en el Índice de Beneficio del Paciente — un índice muy utilizado en dermatología— han ratificado que el uso de cosméticos mejora la vida del paciente oncológico. En especial, rebajando la ansiedad y mejorando la autoimagen. Ahora bien, a la hora de iniciar un asesoramiento desde la farmacia, el representante de La Roche Posay insta a partir de una premisa: “los farmacéuticos deben ser respetuosos con la Ciencia”.

¿Qué implica este respeto a la Ciencia? “No todos los productos dermocosméticos son válidos en el paciente oncológico. Ni siquiera vale que hayan sido testados en pieles sensibles; deben haber sido testados específicamente en pacientes oncológicos”, apuntó Garduño. Asimismo, igual de importante que una correcta selección y asesoramiento del cosmético adecuado es hacer un “uso adecuado” de él. Por ello, “el farmacéutico debe ofrecer toda la información posible de las características del producto, su conveniencia para este tipo de paciente y cómo aplicarlo bien”, detalló este experto en Oncología.

Qué hacer (y no) en la higiene

Tal como se puso de manifiesto en estas Jornadas Oncofarma, tan importante como la hidratación es la higiene, dos conceptos que no se pueden disociar.

Respecto a los posibles consejos higiénicos a ofrecer desde la botica, hay que tener en cuenta que los geles para pacientes oncológicos no pueden llevar surfactantes y que el uso de esponjas debe evitarse por completo. Tampoco está aconsejado el uso del agua termal ya que, aplicados de una forma no adecuada, puede ser gravoso para una piel tan fragilizada. “Consejos así demuestran al paciente la profesionalidad del farmacéutico”, recordó el responsable del Departamento de Oncología de La Roche Posay.