Las adolescentes no realizan la suficiente actividad física: dos de cada tres chicas de entre doce y dieciocho años no cumplen las recomendaciones de práctica de actividad física diaria indicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta es una de las principales conclusiones de la primera ola del proyecto DESKcohort, en la que han participado investigadores de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) y del Campus Manresa de la Universidad de Vic – Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC).
En concreto, este trabajo concluye que en torno al 63 por ciento de las menores no cumplen con la actividad física recomendada, mientras que en el caso de los chicos este porcentaje se sitúa en un 40 por ciento. “En la población femenina, tiene una mayor influencia el entorno físico y social sobre la realización de actividad física”, detallan Marina Bosque y Laura Esquius, profesores e investigadoras de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, y Rémi Gontié, investigador del Campus Manresa de la UVic-UCC.
El proyecto DESKcohort es un estudio en el que se hace un seguimiento a lo largo del tiempo de los adolescentes de doce a dieciocho años escolarizados en centros educativos de la Cataluña para analizar el comportamiento u otros factores relevantes que pueden afectar a diferentes aspectos sociales de la vida, la educación o la salud de este colectivo.
“En la adolescencia, la actividad física permite mejorar la forma física y evitar problemas de tensión arterial u obesidad, pero también mejora la salud ósea, los resultados cognitivos y los resultados académicos, así como la salud mental. Además, realizar deporte tiene beneficios de aprendizaje y sociales, como aprender a competir, trabajar en equipo, etc.”, apunta Esquius.
Factores influyentes en la actividad física
En cuanto a los factores que pueden influir en la realización de actividad física en la adolescencia, destacan aspectos como el nivel socioeconómico o el entorno de residencia.
“Los datos muestran que el municipio o barrio en el que viven los jóvenes podría influir sobre el nivel de actividad física. Que haya equipamientos deportivos cercanos o que haya transporte para llegar a estos equipamientos sería algo que fomentaría su práctica; en caso contrario, supondría una barrera”, detalla Bosque.
Asimismo, también se observa que los adolescentes de familias más desfavorecidas son los que más incumplen las recomendaciones de actividad física. Esto puede estar relacionado con diferentes barreras de acceso a la actividad física, como por ejemplo la falta de recursos económicos para realizar actividades extraescolares, la dificultad para desplazarse hasta los centros deportivos o aspectos relacionados con la participación en deportes de equipo, como el hecho de sentirse rechazado por el grupo.
Del mismo modo, hay que tener en cuenta que en las familias con menor nivel socioeconómico es más frecuente que los progenitores tengan horarios de trabajo rotativos, de noche, en fines de semana o festivos. “Es una circunstancia que provoca que los hermanos mayores tengan que hacerse cargo de los pequeños y, por lo tanto, no puedan dedicar su tiempo libre a actividades de ocio”, apunta Gontié.
En lo que respecta a la falta de actividad física de las chicas adolescentes, a todos estos aspectos hay que añadir el peso de la tradición cultural y la promoción deportiva. “Tradicionalmente, en nuestra cultura, las jóvenes suelen realizar actividades más sedentarias que los chicos, como leer o estudiar. Además, suelen tener menos apoyo en casa para realizar actividades deportivas. Con la edad, las chicas suelen priorizar otras actividades —como los estudios, las amistades o la familia— antes que el deporte”, explica Bosque.
Riesgos de la falta de actividad física
Según los expertos, realizar actividad física es importante en todas las etapas de la vida para ayudar al desarrollo motor, evitar problemas de salud y mantener una buena forma física. Además, el sedentarismo está directamente relacionado con ciertas patologías y cuadros clínicos, como la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, la presión arterial alta, el colesterol alto, la diabetes tipo 2 y hasta ciertos tipos de cáncer.
“Los adolescentes que no realizan una suficiente actividad física tienen una mayor tendencia al sobrepeso y más probabilidades de padecer enfermedades no transmisibles en edad adulta, así como un mayor riesgo de padecer trastornos como depresión y ansiedad”, advierten los expertos.
Según la OMS, durante la adolescencia se recomienda realizar al menos una hora de actividad física moderada o intensa cada día de la semana. De estas horas, tres a la semana deberían ser de actividades vigorosas o de actividades que refuercen los músculos y los huesos para mantener un buen estado de salud en estas etapas de la vida.
“Los menores activos son adultos activos. Por este motivo, la actividad física es un comportamiento que debería adquirirse desde la infancia”
Rémi Gontié, investigador del Campus Manresa de la UVic-UCC.
Alternativas para evitar el sedentarismo
La falta de actividad física en la adolescencia y la ausencia de rutina deportiva dan lugar a jóvenes y adultos más sedentarios y con mayores probabilidades de padecer problemas de salud. Un trabajo publicado en la revista científica The Lancet, en 2019, muestra que el 83 por ciento de los adolescentes del Estado practican menos de sesenta minutos de actividad física al día.
Para evitar el sedentarismo, los expertos señalan que la educación sobre los beneficios de la actividad física en la escuela y la potenciación del deporte son factores fundamentales. Eso sí, hay que disponer de los recursos necesarios: no solo hace falta el espacio adecuado, sino también actividades adecuadas, variadas, adaptadas, inclusivas y satisfactorias para todos.
Sin embargo, la actividad física no debe ser una actividad exclusiva del colegio. Fuera del horario escolar pueden realizarse actividades extraescolares, se puede practicar algún deporte, caminar en los desplazamientos, subir escaleras y, sobre todo, conviene evitar pasar muchas horas sentado delante de una pantalla.
“Las personas con un estilo de vida más sedentario son las que, además, suelen tener hábitos de alimentación menos saludables y viceversa. Por este motivo, es fundamental concienciar a la sociedad sobre la importancia de mantener hábitos saludables desde la infancia“, concluyen los investigadores.