En ocasiones las compañías infringen la ley al comercializar un producto cosmético como un medicamento, y al revés. Su uso es lo que determina de qué estamos hablando y qué tipo de legislación hay que aplicar al respecto. Por eso, la agencia reguladora estadounidense, la FDA, ha elaborado una guía para establecer las diferencias. El primer paso: tirar de la definición que hace de ambos la Ley Federal de Alimentos.
Cosmético es un artículo “previsto para frotarse, verterse, rociarse o atomizarse, para limpiar, embellecer, aumentar el atractivo o modificar la apariencia”. Entre los productos que se incluyen en esta definición están los humectantes para la piel, los perfumes, los lápices labiales, los esmaltes para uñas, las preparaciones de maquillaje para ojos y rostro, los champús de limpieza, los colorantes para el cabello y los desodorantes, así como cualquier sustancia prevista para usarse como componente de un producto cosmético.
¿Cómo define la ley un medicamento? Como “artículos previstos para su uso en el diagnóstico, cura, mitigación, tratamiento o prevención de enfermedades y artículos (distintos a alimentos) previstos para afectar la estructura o cualquier función del organismo de un ser humano u otros animales”.
La confusión llega cuando algunos productos pueden satisfacer ambas definiciones y cuenta con los dos usos previstos. Por ejemplo, un champú es un cosmético porque su uso previsto es limpiar el cabello. Un tratamiento anticaspa es un medicamento porque su uso previsto es tratar la caspa. Por lo tanto, un champú anticaspa es tanto un cosmético como un medicamento. Entre otras combinaciones de cosméticos y medicamentos están las pastas de dientes que contienen flúor, los desodorantes que también son antitranspirantes y los humectantes y maquillajes comercializados que protegen de las radiaciones solares.
Además, la ley no reconoce la categoría de los “cosmocéuticos”. Solo acepta que un producto pueda ser un medicamento, un cosmético o la combinación de ambos, aunque no utiliza ninguna palabra para designarlos. Los productos e ingredientes cosméticos, excepto los colorantes, no necesitan la aprobación de la FDA para ser comercializados; en cambio, los componentes de los medicamentos sí necesitan incurrir en el proceso de solicitud de nuevo medicamento. El uso previsto se establece en el etiquetado del producto, en la publicidad y también con la percepción del consumidor establecida a partir de la reputación del producto.