Reto inaplazable y oportunidad única para la recertificación profesional médica, por Javier García Alegría

Por Javier García Alegría, presidente de Facme

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La Medicina actual es una disciplina con cambios constantes en su conocimiento que provocan la necesidad de actualizar las guías de práctica clínica periódicamente para evitar su obsolescencia. La única forma de garantizar que a lo largo de toda la vida profesional se actualicen el conocimiento, las competencias y las habilidades es mediante una Formación Médica Continuada (FMC) con calidad acreditada, cuya responsabilidad recae fundamentalmente en las sociedades científico-médicas (SCM).

Estas tienen un papel esencial en la formación médica, tanto en el periodo de obtención del título de especialista como a lo largo de toda la vida de ejercicio profesional, siendo garantes de la calidad de sus actividades y del Desarrollo Profesional Continuado (DPC).

La culminación de este proceso se hace mediante la Recertificación Profesional (RC), -un sistema de autorregulación profesional con una base ética- que es la garantía ante la sociedad de que cada profesional cumple unos estándares de calidad y seguridad contrastados para seguir ejerciendo su propia especialidad. La importancia de la FMC-DPC-RC ha sido reconocida por la Directiva del Parlamento Europeo (2013/55) de reconocimiento de cualificaciones profesionales que incluye entre otras profesiones sanitarias a los médicos especialistas, y emplazaba a los estados miembros a adoptar las disposiciones legales pertinentes con fecha enero de 2016.

A pesar de que en España hasta el momento no se ha realizado por parte de las autoridades sanitarias un desarrollo normativo, hace tiempo varias SCM tuvieron la iniciativa, a título particular, de definir y culminar un proceso de Recertificación Profesional en su propia especialidad con un grado distinto de evolución e implantación.

En relación con estos procesos algunas voces autorizadas han considerado que la falta de unión entre ellas y la inexistencia de un modelo homogéneo eran una limitación para el progreso de esta iniciativa. La Federación de las Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme), organización de ámbito nacional que agrupa más de 120.000 médicos de 46 SCM correspondientes a las especialidades médicas reconocidas en nuestro país, como órgano de coordinación transversal y conocedora de la importancia de disponer de un modelo único de Recertificación, creó un Consejo Asesor de Recertificación Profesional. Su objetivo era definir la estructura básica del modelo común de RC de las especialidades médicas en consenso con las SCM que la integran.

Este modelo se ha publicado simultáneamente en diversas revistas y está disponible en abierto (Facme. Modelo de recertificación de las sociedades científico-médicas de España). Se trata de una estructura sencilla, elaborada con rigor científico, y compatible y convertible con modelos internacionales. Contempla las competencias transversales (compartidas) y otras específicas de cada especialidad (centradas más en la propia competencia que en enfermedades).

La evaluación de las competencias/grupos competenciales incluye dos tipos de actividades: A) actividades asistenciales (60 por ciento) y B) actividades de FMC, Docencia e Investigación (40 por ciento). El proceso se asienta en tres pilares que son secuenciales: Validación Periódica de la Colegiación por parte de la Organización Médica Colegial como un requisito previo; aplicación de criterios y evaluación por pares profesionales expertos de cada especialidad designados por las SCM; y el reconocimiento administrativo oficial(credencial) de las autoridades sanitarias.

En la actualidad, nos encontramos ante una coyuntura más que favorable para el desarrollo y la implantación de la Recertificación Profesional en nuestro país: la necesidad sentida de las SCM, un modelo homogéneo elaborado y suscrito por consenso por todas las especialidades representadas por las SCM, la convergencia de intereses entre instituciones y el imperativo legal de implantación. Esta oportunidad única no debería ser desaprovechada ni demorada en el tiempo por las autoridades sanitarias.