La profesión farmacéutica está experimentando una rápida evolución en todos sus ámbitos de ejercicio, impulsada por el compromiso de sus profesionales de ser útiles a los ciudadanos y adaptarse a las nuevas necesidades sanitarias y sociales. Asumimos nuevas responsabilidades en los terrenos de la investigación y el desarrollo de los medicamentos, la atención hospitalaria, la salud pública o la farmacia comunitaria, más alineadas con nuestra preparación y conocimientos.
Frente a realidades que nos apremian a todos, como el envejecimiento, la cronicidad, la polimedicación, la dependencia o la soledad no deseada, los sistemas sanitarios ya no pueden esperar a los pacientes, sino que deben salir a su encuentro. Se trata de fomentar la prevención y retrasar la llegada de las patologías en las personas sanas, por un lado, y asegurar a los pacientes una atención integral y un seguimiento adecuado de sus tratamientos, con el fin de garantizar su curación o la mejor calidad de vida posible.
Los farmacéuticos, ya fuese en la farmacia comunitaria u hospitalaria, en los laboratorios, en la industria o la distribución o en la salud pública, entre otros ámbitos de ejercicio, dimos un paso adelante extraordinario durante la pandemia en esta dirección. Nos pusimos al servicio de la sociedad cuando más se necesitaba, reinventándonos y adquiriendo un compromiso social y sanitario que respondía, y responde, a necesidades ciertas.
Encauzar este empuje profesional y facilitar que revierta en resultados en salud en la vida de las personas es la tarea que nos hemos marcado dentro del Plan de Transformación Estratégica 2022-2025 del Colegio, conscientes de la responsabilidad asumida como farmacéuticos y del enorme valor sanitario y social que debemos aportar al conjunto de la población.
¿Y cómo estamos tratando de llevar a cabo estos objetivos? En primer lugar, estamos intensificando la colaboración con la Administración y con representantes políticos, colegios de profesionales sanitarios, sociedades científicas y organizaciones de pacientes. Centrándonos en los desafíos que compartimos daremos la respuesta adecuada en términos de mejora del cuidado de la salud.
“Asumimos nuevas responsabilidades en los terrenos de la investigación y el desarrollo de los medicamentos, la atención hospitalaria, la salud pública o la farmacia comunitaria, alineadas con nuestros conocimientos”
También estamos trabajando en el desarrollo del ambicioso marco normativo de la Comunidad de Madrid. Tanto la Ley de Ordenación y Atención Farmacéutica como el Convenio de colaboración entre la Consejería de Sanidad y las farmacias abren múltiples oportunidades para profundizar en la cooperación entre niveles asistenciales e impulsar, como así esperamos en 2024, nuevos desarrollos profesionales, desde el impulso a los sistemas personalizados de dosificación a la atención farmacéutica domiciliaria, la puesta en marcha de secciones de Nutrición en las farmacias o la cooperación en programas de prevención, entre otros.
Nuestra tercera palanca es la colaboración con otros niveles asistenciales y profesionales sanitarios para que se traduzca en una cooperación efectiva entre hospital y farmacias y entre el médico de familia y el farmacéutico comunitario. Es la vía más segura de avanzar en la atención integral del paciente y reducir la presión asistencial sobre el sistema, acercándolo más al paciente y ganando en eficiencia.
La digitalización es una de las claves de todo este proceso. Trabajamos con las consejerías de Sanidad y de Digitalización en un proyecto de mensajería médico-farmacéutico, que se suma a otras medidas que están mostrando su eficacia, como el acceso por parte del farmacéutico comunitario a la hoja de medicación de los pacientes (más de 700.000 consultas en cuatro meses, lo que da idea de su utilidad para la dispensación y seguridad del paciente) y la utilización de las posibilidades de interacción que ya facilita la receta electrónica.
Por último, estamos generando evidencia sobre el valor que el farmacéutico aporta al sistema sanitario y al cuidado de la salud. En esta línea, estamos impulsando iniciativas que muestren con la experiencia los resultados de la intervención farmacéutica en diferentes desafíos sanitarios y sociales. Algunos ejemplos de continuidad asistencial son la colaboración entre farmacia de hospital y comunitaria para que pacientes VIH positivos puedan recoger su tratamiento en la oficina de farmacia en lugar de en el hospital. Implica desde hace ocho meses a la Fundación Hospital Jiménez Díaz y a trece farmacias del barrio de La Latina con resultados altamente positivos y la plena satisfacción de los pacientes y de los profesionales sanitarios implicados.
Otro ámbito en el que estamos incidiendo es la seguridad del paciente en el uso del medicamento a través de la campaña para la detección en las farmacias de problemas con la medicación de los pacientes. Desde su lanzamiento en febrero del año pasado, las farmacias madrileñas han registrado más de 3.700 intervenciones, de las que un 28% tiene que ver con la detección de errores graves, duplicidades y alergias, entre otros factores.
Esperamos también grandes resultados con la próxima campaña de detección precoz del cáncer de colon (Prevecolon) con la participación de farmacias comunitarias. Queremos así aumentar la proporción de población diana participante en la campaña, inferior en Madrid a las cifras de otras comunidades autónomas.
Son iniciativas profesionales relevantes de alto impacto en la salud y en las vidas de las personas y que se fundamentan, en gran medida, en la prevención como un valor clave de la asistencia sanitaria del futuro. En esta senda, y conscientes de la estrecha relación asistencial que los farmacéuticos tenemos con los pacientes, continuaremos construyendo sobre el enorme valor sanitario y social que aportamos a la población madrileña.