La asistencia sanitaria en el siglo XXI va cambiando a gran velocidad, un ejemplo de ello ha sido la pandemia de la COVID-19, los avances en la biotecnología y la ingeniería biomédica junto a cambios sociales como el envejecimiento, la cronicidad y la pluripatología están afectando notablemente.
Siendo preciso, en este momento, hacer una reflexión sobre cómo estos avances afectan a la formación de los profesionales sanitarios, o cómo se van actualizando las guías clínicas o protocolos de los procesos asistenciales a estas innovaciones.
Esto lleva, entre otras cosas, a la actualización de los programas formativos de los sanitarios, a contar con la incorporación de nuevos perfiles profesionales como bioinformáticos, genetistas, analistas de datos, biólogos moleculares… con el objeto de poder manejar toda la información disponible del paciente y ofrecer una asistencia sanitaria eficaz y de calidad siendo uno de los retos, a la vez que es necesaria la colaboración entre los profesionales, este es el caso, por ejemplo, de Medicina, Enfermería, Farmacia…
No obstante, los sanitarios se enfrentan a retos relacionados con la adquisición permanente de competencias dirigidas al desempeño de la práctica profesional de manera óptima, eficaz y de calidad en este nuevo entorno, partiendo de cambios que estarán definidos en la Formación Sanitaria Especializada, establecida en el momento actual en 4 o 5 años en los médicos en función de la especialidad, para ir hacia un modelo de competencias dirigidas a los profesionales sanitarios con el objetivo de garantizar una capacitación similar en todos los profesionales de la Unión Europea, que les permita establecer una orientación clara sobre el nivel de conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para desempeñar mejor su práctica profesional, estableciendo un proceso dinámico y longitudinal en el tiempo para poder desarrollar mejor el desempeño profesional en función de la especialidad de forma más eficaz y en la línea de la Medicina Personalizada y de Precisión.
La competencia quedó definitiva, en la Ley 16/2003 de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud, en su artículo 42 como “la aptitud del profesional sanitario para integrar y aplicar los conocimientos, habilidades y actitudes asociadas a las buenas prácticas de su profesión para resolver los problemas que se le plantean”.
En este contexto, la continua y creciente incorporación de nuevos conocimientos y tecnología en la atención sanitaria lleva asociados grandes desafíos a los que se han de enfrentar los profesionales sanitarios como veníamos diciendo, el enorme crecimiento de la ciencia y la innovación biomédica, el desarrollo de grandes aplicaciones que permiten el uso de gran cantidad de información en la toma de decisiones clínicas y los grandes avances en la tecnología de la información, la Inteligencia Artificial, el Blockchain… están modificando la forma en la que los clínicos se enfrentan al desempeño del ejercicio de su profesión desde una perspectiva integral de la persona.
“La continua y creciente incorporación de nuevos conocimientos y tecnología en la atención sanitaria lleva asociados grandes desafíos a los que se han de enfrentar los profesionales sanitarios“
Pero también el Sistema Nacional de Salud se enfrenta a retos como la equidad en el acceso a la innovación entre las distintas Comunidades Autónomas que en los últimos años está dañando seriamente a la calidad, efectividad, cohesión y equidad siendo un gran perjuicio para los pacientes al que hay que sumar el tiempo medio que transcurre desde que un nuevo medicamento recibe la autorización en Europa hasta que está disponible para su uso en España, con más de 500 días de demora, según el informe anual W.A.I.T.
Este retraso en la aprobación y la disponibilidad de los nuevos medicamentos aprobados por la EMA está generando mucho malestar en los usuarios principalmente en las áreas de Oncología y Enfermedades Raras al que se suman las permanentes demandas de los profesionales sanitarios y organizaciones de pacientes.
Es necesario dar un profundo giro estratégico en consonancia con la magnitud del cambio de paradigma sanitario que estamos atravesando. Toca poner el acento en los cuidados de larga duración, en las patologías crónicas, en un papel mayor de la medicina preventiva y en la garantía de continuidad entre los distintos niveles asistenciales.
De esta forma, se abordarán los retos a los que nos enfrentamos como son:
- La renovación de la política de recursos humanos, enmarcada en la aprobación de un verdadero plan nacional de recursos humanos.
- La innovación ha de ocupar un lugar preferente con mayor agilidad, menos barreras burocráticas, mejor evaluación, más trasparencia y corresponsabilidad, características de un nuevo marco regulatorio.
- Impulsar la transformación digital para mejorar el acceso y la calidad de la asistencia.
- Una sanidad centrada en el paciente y más humanizada.
Nos enfrentamos, sin duda, a grandes retos que demandan nuestro compromiso por encima de cualesquiera otras consideraciones o intereses, por el bienestar de los ciudadanos y el derecho a la protección de la salud.