El pasado 21 de diciembre el presidente, Pedro Sánchez, junto a las ministras de Industria, Reyes Maroto; Sanidad, Carolina Darias, y Ciencia e Innovación, Diana Morant, recibía a una amplia representación de la industria farmacéutica a nivel mundial y nacional en una jornada histórica. Desde Farmaindustria coordinamos esta reunión de la que salieron las bases para la puesta en marcha del Plan Estratégico para la Industria Farmacéutica 2023-2025, una hoja de ruta para que el sector y el Gobierno impulsen de forma conjunta el desarrollo de una industria clave para el país.
Las cifras explican por qué hablamos de un sector a todas luces esencial. Los medicamentos son el fundamento de las mejoras en salud y esperanza de vida. Y la clave para seguir potenciando este rol está en la innovación. En 2021, las compañías farmacéuticas innovadoras marcaron un récord de inversión en I+D, con 1.267 millones de euros. El 20% del total invertido por cualquier industria en nuestro país. Estas mismas compañías son también las que dan empleo a casi 50.000 personas en España; un empleo estable, de calidad e igualitario.
Con 103 plantas de producción de medicamentos de uso humano, que fabrican por valor de 17.500 millones de euros, España es uno de los países europeos con mayor potencial en este ámbito, por el peso industrial del sector en el tejido productivo nacional y ser líder en productividad y exportación de alta tecnología. Todo ello con un efecto dinamizador, pues cada euro generado por la industria farmacéutica en nuestro país supone entre uno y dos euros de valor añadido en otros sectores.
El propio presidente del Gobierno afirmaba tras la histórica reunión que las compañías farmacéuticas componen un sector clave “que contribuye a la economía del conocimiento y ayuda a desarrollar el tejido industrial, atraer inversiones y crear empleo”.
El compromiso de nuestras compañías con España es firme y nos ha hecho, en el marco del citado Plan Estratégico, marcarnos un objetivo de inversión de 8.000 millones de euros para los próximos tres años, con el foco puesto en el fomento de la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos (al que se destinarán unos 4.300 millones de euros), pero también en la mejora de los procesos de producción, digitalización y sostenibilidad (2.700 millones de euros), así como en la potenciación de actividades globales de contenido tecnológico o estratégico (1.000 millones de euros).
A su vez, hemos diseñado un plan de empleo juvenil y de igualdad de género, que supondrá la contratación de, al menos, 4.500 jóvenes al año, brindando carreras profesionales estables, capacitación e instalaciones de vanguardia y salarios competitivos.
Para desarrollarlo, necesitamos un marco de actuación adecuado a los proyectos planteados, que incluya un entorno de colaboración público-privada para el avance de la investigación biomédica, un ecosistema de innovación sólido, así como cadenas de suministro de medicamentos resilientes, capaces de adaptarse a desafíos de distinta clase como los vividos recientemente, y que pueden ir desde una posible pandemia a una guerra o una crisis energética. Asimismo, debe ir encaminado a promover el mejor acceso, rápido y equitativo, de los pacientes a los nuevos medicamentos, capaz de encontrar el equilibrio entre una inversión sostenida y sostenible en sanidad.
Las reformas legislativas previstas para este año deberían esbozar en gran medida este planteamiento compartido entre Gobierno y sector, sobre la base de un consolidado modelo de colaboración público-privada que ha demostrado toda su fortaleza durante la pandemia. Así, la futura actualización de la Ley de Garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios supone una oportunidad para asegurar el suministro de medicamentos estratégicos, mejorar el acceso a los nuevos y reconocer la innovación incremental.
Por otro lado, la reforma de la legislación europea —la primera en 20 años—, que confiamos en que genere las condiciones idóneas para que Europa vuelva a ser el líder mundial en innovación biomédica y recupere la posición perdida en los últimos tiempos frente a potentes mercados como los de Estados Unidos o China.
En este sentido, la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea en el segundo semestre de 2023 es clave para incluir a la industria farmacéutica innovadora entre las prioridades del mandato con el objetivo de impulsar un verdadero ecosistema de I+D en el continente, basado en la protección de la propiedad intelectual, y unas cadenas de producción y suministro de medicamentos más resilientes.
La senda está marcada. Este es nuestro camino. Siempre con el fin último de mejorar la salud y la calidad de vida de los pacientes, razón de ser de la industria farmacéutica.