A pesar de los notables avances producidos en las últimas décadas, el ámbito de la Oncología seguirá enfrentando en 2024 importantes desafíos en la búsqueda de avances en la prevención, diagnóstico y tratamiento del cáncer, el gran reto sanitario de nuestro tiempo. Sólo en España, cada día fallecen más de 750 personas a causa de esta enfermedad.

Para aumentar las posibilidades de superar estos retos, tendremos que definir en primer lugar cómo adaptamos al contexto español el Plan Europeo de Lucha contra el Cáncer, integrado en la Misión Cáncer de la Comisión Europea, cuyo objetivo es lograr avances que permitan salvar 3 millones de vidas en Europa para 2030. A raíz de este plan, emerge el reto de alcanzar el 70% de supervivencia en los pacientes para esa fecha.

Con el objetivo de acelerar la convergencia de nuestro país con estos mandatos europeos, destacan tres pilares básicos cuyo compromiso debería ser ratificado por todos los actores que intervienen en la gestión del cáncer, sea de manera directa o indirecta.
Entre las principales prioridades, se debería situar la agilización del acceso a la innovación. Resulta paradójico que, pese a que España participa en uno de cada tres ensayos clínicos que se realizan en Europa, el plazo para acceder a nuevos fármacos oncológicos fuera de 611 días en el año 2022.

“Podemos concebir a la medicina de precisión como el paraguas de una mejor calidad asistencial, gracias a su capacidad para emplear tratamientos con una mayor efectividad y una menor toxicidad para los pacientes”

Sería beneficioso explorar nuevas soluciones (sistemas de rápido acceso, de pago por resultados o de evaluación de resultados) al reto de la incorporación de terapias, algunas de ellos de gran eficacia en determinados tumores, como la inmunoterapia o las CAR-T. No obstante, persisten retos como las resistencias al tratamiento o el desarrollo de una respuesta inmunológica duradera, por lo que se debe seguir profundizando en el estudio de los mecanismos que impiden la acción terapéutica.

Por otro lado, el impulso a la equidad en el ámbito de la Oncología —en términos de acceso a nuevas soluciones terapéuticas, técnicas diagnósticas, ensayos clínicos o pruebas de medicina de precisión, entre otros— debería ser una realidad para este nuevo año, con el objetivo de que el código postal no determine necesariamente las posibilidades de curación.

En la misma línea de alcanzar una mayor equidad en el abordaje del cáncer, también es preciso garantizar el acceso a biomarcadores de referencia. El pasado mes de junio, el Consejo Interterritorial (CISNS) aprobó un nuevo catálogo de pruebas genéticas correspondientes al área de Oncohematología —tumores sólidos, hematológicos, cáncer pediátrico y cáncer hereditario— en aras de homogeneizar su acceso en todo el territorio nacional. Un primer paso hacia la integración de la medicina de precisión en el diagnóstico y el tratamiento de los tumores.
En este sentido, la Oncología de precisión encierra mucho potencial al considerar la variabilidad individual de los genes de cada persona. Por tanto, hace posible plantear tratamientos de mayor efectividad centrados en alteraciones moleculares específicas, sin importar demasiado la zona de desarrollo o el órgano del tumor (las llamadas terapias tumor agnósticas). Asimismo, una mejor caracterización molecular de los tumores hace posible plantear un tratamiento con más probabilidad de mejor resultado clínico.

Podemos concebir a la medicina de precisión como el paraguas de una mejor calidad asistencial, gracias a su capacidad para emplear tratamientos con una mayor efectividad y una menor toxicidad para los pacientes y, resultando en tasas de supervivencia más elevadas. Otro de los desafíos que enfrenta la especialidad es cómo plantear un abordaje integral, mediante el cual la innovación vaya de la mano de la calidad.

Desde la Fundación ECO, como organización comprometida con la mejora de la asistencia oncológica, fomentamos el impulso de criterios y estándares que permiten acreditar y reforzar la calidad asistencial de los centros desde la primera etapa de atención.
Por último, este 2024 asistiremos a una mayor integración de disciplinas como la inteligencia artificial, el big data o la evidencia en vida real (RWE, por las siglas en inglés de Real World Evidence) en la práctica oncológica. Los avances tecnológicos relativos al almacenamiento y análisis masivo de datos se han extendido al ámbito de la salud, con el abanico de oportunidades que se abren por el camino.
En la actualidad, esta evidencia en vida real ya permite confirmar datos del beneficio que aportan nuevos fármacos, así como la tolerancia que muestran los pacientes. Un conocimiento que puede ser además de gran utilidad para contribuir a la sostenibilidad de los sistemas sanitarios. En ese sentido, España se posiciona como uno de los principales países europeos en cuestiones relacionadas con el valor del uso secundario de datos en salud para la innovación, la medicina personalizada y la mejora del diagnóstico.

En definitiva, la convergencia con el Plan Europeo de Lucha contra el Cáncer, la búsqueda de la equidad y el acceso ágil a la innovación, el impulso de la calidad asistencial o la progresiva digitalización de la Oncología serán algunos de los principales desafíos a solventar en el camino hacia una mejor atención para los pacientes oncológicos. Ante la urgencia del cáncer, es momento de actuar.