Comienza un nuevo año en el que toca hacer balance de lo que hemos logrado, dónde estamos y hacia dónde vamos en Oncología. Aunque cada año los avances en nuestro campo son más notables, queda todavía camino por recorrer. Los principales retos a los que se enfrenta nuestra especialidad siguen pasando por la detección temprana, la mejoría de la calidad de vida de los pacientes, garantizar un acceso más ágil y equitativo a innovación terapéutica, velando a la vez por la sostenibilidad del sistema sanitario, y mejorar la gestión de los datos a través de las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial. Finalmente, la divulgación de hábitos de vida saludables que disminuyan la incidencia y la mortalidad por cáncer constituye también un reto y una responsabilidad de nuestra especialidad, como parte de un abordaje global del cáncer como problema de salud.
La detección temprana del cáncer, a través del cribado, es crucial para mejorar las tasas de supervivencia por cáncer. Desarrollar métodos de detección más precisos y poco invasivos sigue siendo una necesidad donde invertir en investigación. La implementación generalizada de programas de cribado de cáncer poblacional llegará a ser una realidad en todo el país a lo largo de este 2024. Este hecho es de suma importancia y tendrá un impacto significativo en la eficacia del tratamiento y las tasas de supervivencia de los pacientes, pues la detección temprana permite identificar el cáncer en sus etapas iniciales. Esto puede reducir la necesidad de terapias más agresivas, como cirugías radicales o tratamientos sistémicos más tóxicos. La detección temprana no solo beneficia a los pacientes en términos de salud, sino que también puede resultar en costes de tratamiento más bajos. Los tratamientos menos invasivos y más cortos suelen ser menos costosos que las terapias aplicadas en estadios avanzados. Por todo ello tenemos una tarea por delante, el fomentar la conciencia pública sobre la importancia de la detección temprana y la participación en programas de cribado poblacionales.
Aunque muchos de los nuevos tratamientos (terapias dirigidas, inmunoterapia, anticuerpos conjugados, etc.) han mejorado considerablemente la supervivencia de los pacientes, muchas veces no están exentos de efectos adversos no deseados. Trabajar para comprender mejor la toxicidad de estos tratamientos, mejorar la tolerancia y minimizar los efectos secundarios es esencial para mejorar la calidad de vida de los pacientes. Para ello, tenemos unos aliados excepcionales: los propios pacientes. Contar con ellos en la valoración de calidad de vida, en el diseño de estudios y contar con las asociaciones de pacientes en nuestra actividad es un punto esencial y parte integral de la atención oncológica.
Sabemos que los pacientes que experimentan una mejor calidad de vida son más propensos a cumplir con los tratamientos propuestos. La gestión efectiva de los síntomas y la reducción de los efectos secundarios pueden aumentar la adherencia a los tratamientos, mejorando así las perspectivas de éxito. El cáncer afecta no solo al individuo que lo padece, sino también a sus seres queridos. Al mejorar los resultados del tratamiento y la calidad de vida del paciente, se contribuye positivamente al bienestar emocional y psicológico de la familia y los cuidadores.
“Los pacientes que experimentan una mejor calidad de vida son más propensos a cumplir con los tratamientos propuestos. La gestión efectiva de los síntomas y la reducción de los efectos secundarios pueden aumentar la adherencia”
Además, es necesaria una atención dirigida a mejorar y mantener la funcionalidad física y la autonomía de los pacientes. Esto les permite participar en actividades diarias y mantener su independencia. Los programas dirigidos al abordaje integral de las necesidades de los Largos Supervivientes del Cáncer deben constituir una de las prioridades en un futuro inmediato. Las tasas de curación son cada vez mayores y las supervivencias prolongadas, incluso en enfermedad avanzada, también lo son. Esto hace necesario generar estrategias que permitan, a quienes han padecido un tumor, normalizar su actividad no solo en aspectos relacionados con la salud física, sino también psicológica, laborar, social y familiar.
Otro aspecto importante es que el acceso a los tratamientos más novedosos sigue en ocasiones siendo desigual entre distintos territorios. Factores como la disponibilidad económica y geográfica pueden limitar el acceso a terapias efectivas. Los tratamientos oncológicos a menudo son costosos, y el coste de la atención médica puede representar una carga significativa para los sistemas de salud. La incorporación de las nuevas terapias sin desestabilizar el sistema sanitario al mismo tiempo es un desafío importante. El acceso equitativo a tratamientos oncológicos es fundamental desde una perspectiva de justicia social y ética.
Todas las personas, independientemente de su origen geográfico, socioeconómico o étnico, deberían tener la oportunidad de recibir tratamientos eficaces para su tumor. Además, el acceso temprano y equitativo a tratamientos oncológicos ha demostrado mejorar los resultados de salud. Cuando los pacientes pueden acceder a tratamientos eficaces en las primeras etapas de la enfermedad, hay mayores posibilidades de cura o control a largo plazo. Garantizar el acceso equitativo a tratamientos oncológicos está alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de Naciones Unidas. La salud es un componente fundamental para el desarrollo sostenible de las comunidades y las naciones. También este acceso equitativo se tiene que dar en los ensayos clínicos, donde no todos los pacientes tienen la misma facilidad o el mismo acceso a una terapia experimental.
El oncólogo del 2024 debe ser un experto en distintas disciplinas que no siempre tienen una relación directa con la Medicina, como son el manejo efectivo de grandes cantidades de datos clínicos, genómicos y bioinformáticos, que resultan esenciales para avanzar en la investigación. Integrar tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial, de manera ética y eficiente es un desafío en constante evolución. La calidad y estandarización de los datos son esenciales para el entrenamiento y la implementación efectiva de modelos de inteligencia artificial en la ciencia. El manejo ético de datos médicos, especialmente en el contexto del cáncer, es fundamental. Garantizar la privacidad de la información del paciente y establecer protocolos éticos para el uso de la inteligencia artificial en Oncología son aspectos cruciales que deben ser abordados.
Afrontar estos retos permitirá aprovechar el potencial de la Oncología española para mejorar la detección temprana, el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento, beneficiando a pacientes y profesionales de la salud.