Un futuro apasionante

Artículo de opinión de Federico Plaza, director de Corporate Affairs de Roche Farma España

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Integridad, coraje y pasión. Estos tres valores encierran una forma de entender la vida que define a todos los que trabajamos en Roche y que refleja, por un lado, la necesidad de hacer siempre las cosas de forma ética y honesta, y por otro, nuestro objetivo de ser capaces de ir más allá de los límites y asumir riesgos, buscando siempre el beneficio de los pacientes al tiempo que tratamos de utilizar nuestro impulso para involucrar e inspirar a otros.

Esta pasión por lo que hacemos es también pasión por el futuro, y el futuro se nos presenta repleto de una serie de desafíos en el ámbito de la medicina que, si somos capaces de abordar de forma adecuada, redundarán en importantes avances para nuestros pacientes.

El futuro es apasionante porque, de la mano del avance de las llamadas ciencias ómicas (genómica, proteómica, etcétera) y el desarrollo sin precedentes de la digitalización y las herramientas de big data, vivimos una auténtica revolución en el ámbito de la biomedicina cuya mejor expresión es, posiblemente, el desarrollo sin precedentes de la medicina personalizada, que constituye una nueva forma de entender la asistencia sanitaria.

Y es que en pocos años hemos pasado, en muchas enfermedades, de contar con tratamientos dirigidos a millones de pacientes con la misma patología a otros destinados a grupos concretos, ajustados a las características concretas de su dolencia. Pero hace ya tiempo que hemos sido capaces de dar un paso más allá y hoy ya podemos, gracias a la medicina de precisión, aplicar tratamientos que, sobre todo en oncología, se acoplan perfectamente al perfil genético y molecular del cáncer que sufre para persona en particular, como individuo.

“Si abordamos la cuestión de forma colaborativa y con la necesaria visión estratégica, innovación y sostenibilidad formarán un binomio perfectamente compatible en el futuro”

No cabe duda de que seguir avanzando por este camino, que es hoy incuestionable, supone afrontar retos mayúsculos en investigación preclínica y clínica, en lo que se refiere al diagnóstico precoz, con nuevas herramientas como la secuenciación genómica de última generación, en materia de gestión de grandes cantidades de información clínica (big data) e incluso de formación de nuestros profesionales.
Y es que esta nueva forma de entender el cuidado de la salud constituye verdaderamente un nuevo paradigma sobre cómo hemos de combatir las enfermedades y que afecta a todos los agentes implicados (profesionales sanitarios, investigadores, gerentes, administraciones, industria y, por supuesto, pacientes).

Este escenario configura un futuro pleno de oportunidades, en especial para los pacientes con dolencias más graves. Pero también plantea numerosos retos desde el punto de la I+D de las terapias innovadoras que solo seremos capaces de abordar con éxito si trabajamos de forma conjunta y cooperativa, como ya está ocurriendo en la investigación de estas nuevas opciones terapéuticas.

De hecho, la investigación de estos tratamientos, como las terapias dirigidas o los nuevos fármacos antitumorales con indicación agnóstica, por poner algunos ejemplos, suponen un cambio profundo en la forma de afrontar la I+D biomédica, caracterizada por nuevos diseños de ensayos clínicos.

Pero esta transformación afecta también de forma muy importante al diagnóstico, que está evolucionando hacia la personalización de forma acelerada mediante herramientas como la secuenciación genética de los tejidos tumorales, para dar con la terapia precisa que va a funcionar en cada caso. Es por ello que en el futuro inmediato veremos proliferar los diagnósticos basados en test genéticos, así como la puesta en marcha de programas de prevención y detección temprana de patologías basados en biomarcadores sanguíneos.

Y creo no equivocarme al señalar que también seremos testigos de cómo gracias a este nuevo enfoque van mejorando los pronósticos y las tasas de supervivencia de enfermedades donde hoy nuestras opciones terapéuticas apenas existen o tienen una eficacia limitada.

Tampoco podemos olvidar que estos avances constituyen un verdadero desafío en materia de costes, si bien no tengo dudas de que, si somos capaces de abordar la cuestión de forma colaborativa y con la necesaria visión estratégica, ambos aspectos, innovación y sostenibilidad, formarán un binomio perfectamente compatible en el futuro.

En este sentido, Roche, como líder en inversiones en I+D+i biomédica en España, con más de 120 millones de euros al año, no solo tiene una plena predisposición al diálogo abierto sobre todo lo que supone este nuevo paradigma, sino que está firmemente comprometida a hacer compatible el acceso de los pacientes a estas nuevas terapias con la sostenibilidad. Como es lógico, de nada serviría avanzar en este nuevo escenario de medicina personalizada si los pacientes no pudieran beneficiarse de ella.

Y es que es precisamente en los pacientes donde reside la clave del éxito. Si somos capaces de tener al paciente en mente en cada momento, en cada decisión que tomemos, conseguiremos seguir avanzando pese a las dificultades. Ellos constituyen sin duda nuestro verdadera North Star, y nos marcan el camino a seguir para conquistar un futuro ilusionante donde la innovación biomédica será clave a la hora de mejorar la salud y calidad de vida y lograr, entre todos, una sociedad mejor.