El valor de la innovación

Artículo de opinión de María Rio, vicepresidenta y directora general de Gilead España

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Si me preguntan cuáles serían, en mi opinión, los principales retos que tendríamos que afrontar durante los próximos años en nuestro sector, no dudaría en contestar que tienen que ver con la Innovación. Pero permítanme que me explique.

La innovación, en sí misma, es deseable siempre. Y más cuando hablamos de soluciones para enfermedades nuevas o para mejorar la calidad de vida de las personas que viven con alguna enfermedad. Todos tenemos en la mente pandemias como la gripe aviar o el Ébola, o la más reciente del Coronavirus. Pero también otras enfermedades que necesitan una respuesta mejor, como son el ELA o el Alzeheimer, por poner dos ejemplos. Por eso creo que hace falta más que nunca un verdadero esfuerzo en Innovación para poder aportar así remedios nuevos a problemas nuevos… o antiguos a los que no nos debemos de acostumbrar nunca.

Una vez conseguida la innovación, la nueva medicina ha de poder llegar a quien más la necesita. Todos debemos ocuparnos de que esto sea así. Es una cuestión de humanidad y justicia, pero también de pura practicidad. Si algo nos iguala a todos es la enfermedad y, tal vez, la mejor manera de cuidar de nuestra salud será preocuparnos de que los que están a nuestro alrededor gocen de buena salud también. Para poner coto a las enfermedades, para evitar su propagación y contagio, para conseguir una mejor salud para todos por igual.

Y, no nos engañemos, para que haya Innovación ésta ha de ser rentable. Porque, si no lo fuera ¿qué estimulo encontraría el investigador para llevar a cabo su actividad? La investigación ha de ser cuidada como se cuida una especie protegida. Como el bien en sí mismo que es. Sin entrar en el cómo (esa tarea le corresponde a otros) se trata de saber apreciar el valor de la innovación, no penalizarlo sino fomentarlo, en definitiva reconocerlo, premiando al que aporta.

Sería lamentable que fuera más rentable aportar al sistema un producto no innovador que uno que sí lo es. Porque si esto fuera así cualquiera nos podemos imaginar el resultado.

Mi compañía, Gilead, ha sido indiscutiblemente innovadora en el tratamiento del VIH y de la Hepatitis C y los resultados hablan por sí mismos: se ha conseguido que una enfermedad que era mortal ahora no lo sea, permitiendo una más que razonable calidad de vida y una esperanza de vida similar a la de población general, se ha conseguido curar la Hepatitis C y estamos avanzando en el camino hacia su eliminación en nuestro país. Actualmente trabajamos ilusionados en las nuevas terapias, CAR-T, para el tratamiento de tumores hemato-oncológicos y los datos no pueden ser más esperanzadores.

“La investigación ha de ser cuidada como se cuida una especie protegida. Como el bien en sí mismo que es. Se trata de saber apreciar el valor de la innovación”

Me siento incapaz de concretar el valor que esto supone en la sociedad y en la vida de cada uno de los pacientes con estas enfermedades y en sus familiares, pero tengo muy claro que el esfuerzo que hacemos innovando se merece ser reconocido y alentado.

En Gilead tenemos un profundo compromiso con los enfermos y con la lucha contra las enfermedades que amenazan la vida aportando soluciones innovadores donde antes no las había. Lo llevamos escrito en nuestra Misión. Es nuestro compromiso.