Carlos B. Rodríguez Madrid | viernes, 21 de septiembre de 2018 h |

Hoy por hoy, los países que se han manifestado en contra del Reglamento en evaluación de tecnologías sanitarias (España, Francia, Alemania, Polonia, República Checa y algún pequeño país) constituyen minoría de bloqueo suficiente como para tumbar la propuesta de la Comisión. A pesar del impulso positivo de la Comisión de Salud del Parlamento Europeo, las posibilidades de que salga adelante son complicadas. Queda mucho por debatir sobre HTA en Europa, aunque también es tiempo de comenzar a prepararse para lo que pueda venir. El XVIII Encuentro de la Industria Farmacéutica, organizado por Farmaindustria, ha intentado hacer este ejercicio de futuro, para desvelar cómo podría ser la fotografía de la HTA en 2025, si se trabaja de manera colaborativa.

Arantxa Catalán, directora de Relaciones Institucionales de Sanofi España, aseguró durante la mesa Mercado Único Europeo y unidad de mercado en España. Del Comité Mixto al Grupo de Coordinación de Posicionamiento Terapéutico. Camino del Reglamento ETS europeo que el camino pasa por un cambio de roles. “Si la evaluación clínica tiene lugar a nivel europeo, los estados usarán esta información, y le sumarán, entre otra, la información no clínica, la perspectiva de los pacientes y de los pagadores y tomarán sus decisiones de precio y reembolso. Las comunidades autónomas tendrán que implementar estas guías con buenas herramientas y directrices, generando los registros y la evidencia necesaria para retroalimentar el sistema”, aseguró.

Pero, ¿cómo retroalimentar el sistema? Esta es la pregunta que ahora está sobre la mesa, y que está llevando a actuar a distintos niveles con iniciativas muy robustas para identificar el perfil clínico de los pacientes, convirtiendo los registros en información que permita seguir generando evidencia. Algunas iniciativas de cooperación europea, como la de Beneluxa o la de los países nórdicos, dan pistas de cómo compartir datos de la vida real para generar esta información. No hay que irse tan lejos. Al hilo de los Informes de Posicionamiento Terapéutico (IPT), las administraciones autonómicas han ido siendo conscientes de la necesidad de avanzar en este terreno y han actuado en consecuencia.

Las comunidades autónomas

La publicación de un IPT no supone un punto final en las estrategias de gestión. Luego viene lo más difícil, ponerlos en marcha. Las comunidades deben garantizar su implantación y seguimiento, pero no tardaron en darse cuenta de que carecen de mucha información para ello. Las limitaciones de los IPT para apoyar la toma de decisiones y cubrir todas las lagunas en materia de evaluación son evidentes: la mayoría de se centran en medicamentos nuevos, de alto impacto, que se usan sobre todo en hospital. Se centran, por así decirlo, en pocos grupos de fármacos, que son los que más impactan en la prestación farmacéutica.

Estas limitaciones han ido dando forma a las demandas que hoy solicitan las comunidades autónomas. Como administración regional, Madrid se considera un “altavoz de los IPT” y por eso intenta utilizar los medicamentos en los grupos de pacientes seleccionados que mejor se van a beneficiar de ellos. Pero es consciente de que falta mucha evidencia: además de evaluación económica y comparación con otras alternativas, su subdirectora general de Farmacia y Productos Sanitarios del Servicio Madrileño de Salud, María José Calvo, destacó que es fundamental incluir “criterios claros” de inclusión y de exclusión de pacientes. “Todos ganaremos si utilizamos el medicamento allí donde sabemos que es más eficaz. Queremos saber cómo va a funcionar en la vida real”, demandó.

El Grupo Director del Plan de Oncología de Madrid es uno de los ejemplos autonómicos puestos en marcha para suplir esta falta de evidencia. Este grupo no se dedica a revaluar los IPT, sino de que se limita a las cuestiones de uso o recomendación. Pero las administraciones autonómicas también son conscientes de sus limitaciones y siguen a la espera de una iniciativa liderada a nivel ministerial que aclare qué datos compartir y cómo. “Esperamos que esas variables se pongan a nivel nacional y que todas las comunidades autónomas, con nuestros sistemas de información, seamos capaces de aglutinar esos datos y de ofrecerlos a la comunidad científica. Esto nos permitirá saber qué pacientes se van a beneficiar más de cada tratamiento”, aclaró Calvo.