Hace una década, el panorama del tratamiento del cáncer se transformó con la llegada de las primeras inmunoterapias dirigidas contra los puntos de control inmunitarios. Keytruda (pembrolizumab, MSD) y Opdivo (nivolumab, BMS, marcaron un hito en la oncología al ofrecer nuevas esperanzas para pacientes con cánceres difíciles de tratar. Estas terapias innovadoras funcionan bloqueando los mecanismos que las células tumorales utilizan para evadir el sistema inmunitario, permitiendo así que el propio cuerpo combata el cáncer de manera más efectiva. Desde su aprobación inicial, estas inmunoterapias han expandido sus aplicaciones a una variedad de tipos de cáncer y han demostrado un impacto significativo en la vida de los pacientes, estableciendo un nuevo estándar en el tratamiento del cáncer a lo largo de esta última década.
Keytruda, aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) en 2014, comenzó siendo una terapia para melanoma avanzado, pero su eficacia en otros tipos de cáncer pronto la consolidaron como uno de los fármacos más exitosos en la historia de la oncología. Opdivo, autorizado poco después, siguió una trayectoria similar, demostrando ser una herramienta vital en la lucha contra el cáncer de pulmón y otros tipos de tumores. La llegada de estos tratamientos marcó el inicio de una era en la que se han desarrollado y aprobado otros siete fármacos que bloquean la vía PD-1, ofreciendo nuevas esperanzas a millones de pacientes en todo el mundo.
“Los inhibidores de PD-1 (como el nivolumab y el pembrolizumab) han tenido un impacto significativo en diversos tipos de cáncer. En el melanoma avanzado, estos tratamientos han incrementado las tasas de supervivencia a largo plazo, algo que era prácticamente imposible con terapias anteriores. En el cáncer de pulmón, estos inhibidores han desplazado a la quimioterapia como tratamiento de primera línea en muchos casos, prolongando la vida de los pacientes con menos efectos secundarios graves. También se han observado mejoras significativas en cánceres de cabeza y cuello, linfoma de Hodgkin, y ciertos tipos de cáncer de vejiga y renal. A medida que se avanza en la investigación, estos tratamientos están siendo aprobados para un número creciente de tipos de cáncer”, explica a El Global Rodrigo Sánchez-Bayona, secretario científico de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y oncólogo médico del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.
La historia de las inmunoterapias contra el cáncer es una de descubrimientos clave y perseverancia. Según un análisis realizado por BioPharma Dive, desde las primeras observaciones del cirujano William Coley sobre la reducción de tumores tras infecciones bacterianas, hasta los avances en la década de 1990 y 2000 con el desarrollo de terapias dirigidas como Herceptin y Gleevec, el campo ha recorrido un largo camino. La investigación fundamental realizada por científicos como James Allison y Tasuku Honjo ha sido crucial para entender cómo las células cancerosas evaden el sistema inmunitario. Los descubrimientos sobre las moléculas CTLA-4 y PD-1 han llevado a la creación de tratamientos innovadores, aunque el camino hacia la aprobación de estos fármacos no ha estado exento de dificultades.
“En la última década, la inmunoterapia ha transformado profundamente el tratamiento del cáncer, especialmente con la introducción de terapias como los inhibidores de puntos de control inmunitarios (checkpoint inhibitors). Antes de la inmunoterapia, el tratamiento del cáncer se centraba en la cirugía, quimioterapia y radioterapia, pero estas estrategias tienen limitaciones en cuanto a su efectividad y efectos secundarios. Con la inmunoterapia, el enfoque ha cambiado hacia potenciar el sistema inmunológico del paciente para que ataque las células cancerígenas de manera más específica y duradera. Esta innovación ha abierto nuevas posibilidades, especialmente para cánceres que antes se consideraban intratables o altamente resistentes a tratamientos convencionales (melanoma, cáncer de pulmón…)”, persevera Sánchez-Bayona
Los avances en inmunoterapia han sido notables en los últimos 10 años. Según Sánchez-Bayona, los mayores logros incluyen el desarrollo de tratamientos basados en inhibidores de puntos de control inmunitario, como PD-1, PD-L1 y CTLA-4. Estos tratamientos han demostrado resultados altamente significativos en varios tipos de cáncer, incluyendo el melanoma avanzado, el cáncer de pulmón de células no pequeñas y el cáncer renal. Gracias a estos avances, se han logrado remisiones prolongadas y, en algunos casos, curaciones que eran impensables hace una década para ciertos tipos de cáncer.
Beneficios sobre los pacientes
Gracias a la inmunoterapia, la expectativa de vida de muchos pacientes ha mejorado notablemente, especialmente en aquellos con cánceres que antes se consideraban letales. “En algunos casos, la inmunoterapia ha convertido cánceres avanzados en enfermedades crónicas manejables, prolongando la supervivencia sin los efectos secundarios debilitantes asociados a la quimioterapia o radioterapia. Esto ha mejorado tanto la cantidad como la calidad de vida, ya que los pacientes experimentan menos fatiga, náuseas y daño a órganos sanos”, precisa Sánchez-Bayona.
“Definitivamente, la inmunoterapia ha marcado el inicio de una ‘nueva era’ en el tratamiento del cáncer. Con su capacidad para proporcionar remisiones a largo plazo y cambiar la trayectoria de enfermedades que anteriormente eran consideradas incontrolables, ha redefinido el enfoque del tratamiento del cáncer. A medida que la investigación avanza y surgen nuevas estrategias inmunoterapéuticas, la oncología está entrando en una fase en la que la personalización del tratamiento y la manipulación del sistema inmunológico del paciente son clave“, reitera Sánchez-Bayona
Mirando hacia el futuro, las inmunoterapias continúan siendo una área de gran promesa y actividad investigadora. A pesar de los desafíos actuales, la búsqueda de nuevos tratamientos sigue siendo una prioridad. Los investigadores están trabajando en el desarrollo de terapias adicionales que podrían mejorar la eficacia y reducir los efectos secundarios. No obstante, Sánchez-Bayona sostiene que la inmunoterapia enfrenta varios desafíos importantes. “Uno de los mayores problemas es que no todos los pacientes responden a estos tratamientos, y algunos desarrollan resistencia. Además, los efectos secundarios inmunológicos, como la inflamación y el ataque del sistema inmune a tejidos sanos, han generado preocupaciones. También, los costes de estos tratamientos siguen siendo una barrera significativa para su accesibilidad global”, confirma.