Cada año se diagnostican en España cerca de 6.600 casos de cáncer de hígado. Ello supone el 2,3 por ciento de todos los tumores y el sexto en orden de frecuencia. Dentro de los tumores primarios del hígado, el hepatocarcinoma es el más frecuente (80-90 por ciento de los casos), seguido del colangiocarcinoma.

Más allá de la importancia que ya tienen por sí mismas estas cifras, la alerta viene determinada por su incremento. Además, se estima que entre el 60 y el 90 por ciento de los hepatocarcinomas están asociados a cirrosis, cuya causa de origen no vírico principal es el abuso en el consumo de alcohol.

Ante esta situación, la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) recalca la importancia de diagnosticar el tumor en los estadios más iniciales de la enfermedad, dada la importancia de un diagnóstico y un abordaje terapéutico precoz. Y es que, se estima, que solo un 50 por ciento de pacientes españoles con cáncer de hígado son diagnosticados en estadios iniciales gracias a los programas de cribado.

“El hepatocarcinoma presenta un pronóstico muy diferente según el estadio en el que se diagnostica. Los estadios iniciales tienen una supervivencia esperada superior a los cinco años, dado que los tratamientos que se pueden administrar en esta etapa tienen intención curativa”, explica Beatriz Mínguez, médico adjunto del Servicio de Hepatología del Hospital Universitario Vall d’Hebron (Barcelona), profesora asociada de la Universidad Autónoma de Barcelona e investigadora del CIBERehd.

Se estima que entre el 60 y el 90 por ciento de los hepatocarcinomas están asociados a cirrosis, cuya causa de origen no vírico principal es el abuso en el consumo de alcohol.

El perfil de paciente más habitual es el de una persona con cirrosis diagnosticada o sin diagnosticar, que puede ser causada por hepatitis virales (virus de la hepatitis C o B), o bien por el abuso crónico de alcohol o el síndrome metabólico. Por ello, según los expertos, los pacientes con cirrosis hepática deben realizarse una ecografía abdominal cada seis meses para detectar la enfermedad en una etapa precoz.

“La mayoría de los casos se diagnostican en pacientes con una enfermedad hepática de base como cirrosis o fibrosis. Por ello, es fundamental identificar estas enfermedades silentes en poblaciones de riesgo, como aquellos que tienen un consumo crónico de alcohol”, insta Mínguez.

Mientras, el colangiocarcinoma presenta causas más inespecíficas y multifactoriales. “En la mayoría de los pacientes el tumor no surge sobre una enfermedad de base como la cirrosis, aunque sí es frecuente el síndrome metabólico”, señala Bruno Sangro, director de la Unidad de Hepatología de la Clínica Universidad de Navarra, catedrático de Medicina e investigador del CIBERehd.  Otras causas son la inflamación crónica de la vía biliar por algunos parásitos, malformaciones congénitas de la vía biliar o enfermedades autoinmunes como la colangitis esclerosante primaria.

El hepatocarcinoma presenta un pronóstico muy diferente según el estadio en el que se diagnostica. Los estadios iniciales tienen una supervivencia esperada superior a los cinco años”.

Beatriz Mínguez, médico adjunto del Servicio de Hepatología del Hospital Universitario Vall d’Hebron (Barcelona)

“Este tumor se suele diagnosticar en pacientes ya sintomáticos o a través de ecografías realizadas por otros motivos. Con lo cual, se detecta en estadios más tardíos, lo que contribuye a su peor pronóstico”, señala el hepatólogo de la AEEH. 

Prevención desde un estilo de vida saludable

Actualmente, en ambos tumores se constata un incremento de casos debido a otros factores. Por ejemplo, el incremento de la prevalencia de la obesidad y la diabetes en la población

Ambas han dado pie al aumento en la incidencia de enfermedad por hígado graso, que puede conducir a cirrosis y, eventualmente, al desarrollo de cáncer de hígado.

“Cada vez hay más más hay pacientes asociados al contexto del síndrome metabólico. Se trata de una epidemia que lleva en crecimiento años, sobre todo en países como Estados Unidos, pero también en España”, señala Sangro.

El perfil de paciente más habitual es el de una persona con cirrosis diagnosticada o sin diagnosticar, que puede ser causada por hepatitis virales (virus de la hepatitis C o B), o bien por el abuso crónico de alcohol o el síndrome metabólico

Barreras en tratamientos y liderazgo en investigación

Respecto a los tratamientos sistémicos, se han producido importantes avances terapéuticos en la última década. No obstante, los expertos denuncian que los pacientes españoles no acceden a ellos en igualdad de condiciones respecto al resto de ciudadanos europeos.

“En los últimos 14 años hemos pasado de tener un solo fármaco eficaz a disponer de siete distintos, lo que ha cambiado totalmente las expectativas de vida de los pacientes con estadios avanzados. Pero, por desgracia, en España solo hay dos medicamentos disponibles en el Sistema Nacional de Salud (SNS), que además son equivalentes. Acumulamos un retraso importante respecto a otros países”, apunta Sangro.

“La evidencia plasmada en todas las guías de práctica clínica no se traduce en una financiación de estos fármacos, lo que hace que su aplicabilidad en vida real sea diferente a otros países de nuestro entorno. Incluso, evidencia diferencias interterritoriales”, coincide Mínguez. 

Se constata un incremento de casos debido a otros factores, como el incremento de la prevalencia de la obesidad y la diabetes en la población.

Por el contrario, España es líder en investigación. “El papel de los investigadores españoles en cáncer hígado es indiscutible. Tanto a nivel de investigación clínica como básica y traslacional”, recuerda la especialista del Hospital Vall d’Hebron.

“Los hepatólogos españoles han liderado la mayor parte de los ensayos clínicos que han permitido introducir nuevos fármacos para tratar el hepatocarcinoma”, concluye Sangro.


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