La planificación familiar es uno de los temas que más dudas suscita en las pacientes a las que se diagnostica con esclerosis múltiple (EM). Saber las implicaciones que puede tener la enfermedad tanto para la paciente como para el feto se tornan fundamentales para decidir sobre el embarazo.
La edad media de diagnóstico de la EM son los 30 años, momento en el que los pacientes se plantean diferentes objetivos respecto a su proyecto vital, incluida la maternidad. La doctora Marta Aguado Valcarce, neuróloga responsable de la Unidad de EM en el Hospital Álvaro Cunqueiro, de Vigo, trata con estos pacientes en su día a día. “Hasta hace unos años, siempre se les explicaba a las pacientes que lo mejor era no tener hijos; esto ha cambiado porque se ha visto que el embarazo no afecta a la evolución de la enfermedad, y cada vez más aumenta el número de pacientes que deciden quedarse embarazadas”, explica la doctora.
Aun así, la enfermedad todavía arrastra un estigma relativo al embarazo. Aguado expone que durante el Congreso Europeo de EM (Ectrims) de este año se presentó un póster sobre la influencia de la dolencia en la idea de la planificación familiar. La doctora comenta que se realizó una encuesta a través de una aplicación móvil en varios países, incluido España, y los datos revelan que “un 56 por ciento de pacientes, tanto hombres como mujeres, reconocen que el diagnóstico de EM les condiciona sus ideas sobre la planificación familiar”, por lo que cree importante que siga aumentando la información al respecto.
Por ello, la neuróloga anima a los pacientes a “tener confianza en el neurólogo para abordar los temas que les preocupan y confiar en los cambios que se les propongan”. Siguiendo este hilo, agrega que “es una enfermedad que cada vez más va a requerir más cambios, por lo que el paciente tiene que confiar”.

Nuevos fármacos
Los avances farmacológicos han sido un elemento fundamental para que se produzca este cambio. A pesar de que en los últimos años haya aparecido un gran número de fármacos, la doctora señala que “los medicamentos de hace 20 años siguen siendo actuales y eficaces, y además, nos dan una seguridad que está refrendada por la literatura”. Pero Aguado considera que son los fármacos aprobados en los últimos años los que han supuesto una revolución. Los nuevos fármacos, indica, tienen un mecanismo de acción diferente. Por ejemplo, Mavenclad, donde el paciente se trata durante cinco días de una semana, vuelve a hacerlo otros cinco días al mes siguiente y ya no vuelve a tratarse hasta un año más tarde (de nuevo en dos cursos de cinco días durante dos meses). Al tercer y cuarto año ya no se tiene que tratar. Es decir, estaría controlando la enfermedad durante cuatro años con un máximo de 20 días de tratamiento oral.
Este factor es muy importante para los pacientes. “Cuando un paciente toma un tratamiento para una enfermedad crónica, sabe que lo lógico es suspenderlo y tienen ese miedo”, comenta Aguado, a lo que se añade, según ella, que “una paciente sabe en qué momento suspende el tratamiento y su previsión de embarazo, pero no sabe realmente cuando va a quedarse embarazada y son conscientes de que si no están tomando el tratamiento, aumenta el riesgo de tener un brote, que es lo que más les asusta”, concluye la doctora.
Pero a pesar de los avances, quedan tareas pendientes. “En cuanto a fármacos, lo ideal sería encontrar uno que cure la enfermedad”, apunta Aguado; aunque situándose en el presente, la doctora demanda cambios en otros planos. “En cuanto a las políticas, hay que tener en cuenta que el aporte de la seguridad social es limitado”, plantea, añadiendo que “la rehabilitación en enfermedades crónicas no está contemplada en muchos centros, por lo que actualmente juegan un papel importante las asociaciones de pacientes, teniendo en cuenta además, que falta apoyo psicológico a pacientes y familiares”.