El Global Madrid | miércoles, 23 de mayo de 2018 h |

Los fármacos innovadores buscan superar los resultados de los tratamientos convencionales para beneficio del paciente y constituyen además uno de los elementos clave que garantizan el avance de la ciencia médica. Lo que es menos conocido es que los nuevos medicamentos, pese a suponer para los sistemas sanitarios una inversión mayor en primera instancia frente a los fármacos previos, tienen un efecto secundario muy positivo para la sociedad desde el punto de vista económico: ahorran costes de una forma muy importante, tanto en el propio sistema sanitario como en la sociedad y en la estructura productiva de un país.

Este ahorro de costes pasa inadvertido a menudo porque sus efectos beneficiosos se dejan notar en el medio y largo plazo, de forma que cuando se generan estos retornos a la sociedad pocos los asocian con la llegada de las nuevas terapias, y porque hasta ahora no ha existido una dinámica adecuada para poder relacionar los ahorros con los efectos beneficiosos de los fármacos innovadores.

Y estos ahorros poco conocidos por el conjunto de la sociedad son múltiples y de una enorme importancia en el ámbito sanitario, al evitar hospitalizaciones y consultas y mejorar la adherencia; en el económico, al reducir bajas laborales y absentismo y mejorar la productividad; y en el social, reduciendo o evitando la carga de cuidados de la dependencia en el hogar.

Así se desprende de las conclusiones del informe El valor del medicamento desde una perspectiva social, elaborado por el centro de estudios en economía de la salud Weber con el apoyo de Farmaindustria y publicado en marzo. El informe es un vasto compendio de estudios internacionales y españoles (pese a que en este caso son más escasos) sobre el medicamento innovador en sus distintas vertientes, entre ellas la referida a sus efectos sobre la economía y los sistemas sanitarios.

“Pocas personas saben que por cada euro que se invierte en nuevos medicamentos el sistema público de salud puede ahorrar entre 2 y 8 euros, o que un año de esperanza de vida ganado, que en un 70% se debe a la innovación farmacéutica, proporciona 4 puntos de ganancia para nuestra economía”, señala Humberto Arnés, director general de Farmaindustria. A su juicio, a la luz de los datos que arroja el informe, resulta evidente que considerar el medicamento innovador como una inversión, y no como un gasto, es ya una necesidad”.

Cuando el ahorro supera el gasto

En efecto, a partir de la evidencia científica disponible, los autores del informe demuestran a través de numerosos casos la existencia del denominado “efecto compensación” de los nuevos medicamentos, que describe el hecho de que “el ahorro en costes que generan las innovaciones farmacéuticas es superior al gasto adicional que supone su adquisición, generando ahorros netos a la sociedad y/o al sistema sanitario” debido a que su efectividad “suele ser superior”. Distintos estudios internacionales han corroborado la existencia de este efecto compensación, “obteniendo unos ratios de ahorro neto de entre 2,4 y 8,3 veces el gasto adicional” que suponen las innovaciones terapéuticas, gracias sobre todo a hospitalizaciones evitadas. Como es lógico, los ahorros son mayores a largo que a corto plazo.

Por otro lado, estos ahorros pueden ser directos o indirectos. En el caso de los ahorros directos, pueden ser sanitarios o no sanitarios. Con respecto a los primeros, se reducen la medicación, las consultas médicas, las urgencias, las pruebas diagnósticas, las hospitalizaciones, las visitas médicas domiciliarias y el transporte medicalizado. Asimismo, no hay que olvidar que las terapias innovadoras “a menudo mejoran la adherencia al tratamiento, permitiendo no solo disfrutar de unos mejores resultados en salud, sino también hacer un menor uso de los servicios sanitarios que los pacientes no adherentes, reduciendo así el coste sanitario asociado a los mismos”, indican los autores del documento.

En este sentido, hay estudios en Estados Unidos que indican que una reducción de un año en la edad media del medicamento, si bien se asocia con un aumento de 8,2 dólares en el gasto farmacéutico per cápita, se traduce después en una reducción de 45,4 dólares en el gasto sanitario total per cápita. Otro de los estudios recogidos en el informe, desarrollado en Suecia, estima que si no se hubieran aprobado fármacos innovadores tras el año 1992, el número de hospitalizaciones en 2009 hubiera sido un 12 por ciento superior.