A pesar de que durante estos meses la investigación haya tenido un foco sobre el coronavirus, el resto de especialidades no paran. Para impulsar la investigación en Oncología, la Fundación FERO (fundación privada dedicada a la investigación oncológica) y Aseica (Asociación Española de Investigación Sobre el Cáncer) han entregado la I Ayuda FERO-ASEICA a proyectos de investigación contra el cáncer. Esta cuenta con una financiación de 80.000 euros que en este caso han recaído sobre el proyecto de la doctora Cristina Mayor-Ruiz, del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) titulado: “Targeted Protein Degradation: drug discovery innovation for cancer treatment”. El objetivo de esta investigación es abrir las puertas al desarrollo de fármacos degradadores de proteínas para aplicarlo al cáncer de páncreas.

Pregunta. ¿En qué se basa este proyecto?

Respuesta. Esta ayuda de FERO y Aseica va a dirigirse a intentar desarrollar un nuevo tipo de fármacos que se conocen como degradadores. En este caso, lo que queremos hacer es fármacos degradadores que sean efectivos en cáncer de páncreas, que desgraciadamente sigue siendo uno de los tipos de cáncer más letales.

P. ¿Cómo se desarrollan este tipo de fármacos?

R. Se trata de una nueva aproximación terapéutica que lo que hace es utilizar fármacos que acercan dos cosas: una es una proteína maligna que, por ejemplo, es importante para el desarrollo de un tumor y se acerca esta proteína maligna a los mecanismos de degradación de proteínas que tenemos todos en nuestras células. Al tener estas dos en proximidad, lo que haces es inducir degradación de esta proteína maligna que está causando el tumor, y eliminando esta proteína se obtiene un beneficio terapéutico.

P. ¿Se podría extrapolar esta técnica a otros tumores?

R. En realidad, se podría extrapolar a cualquier tipo de cáncer. Lo único que pasa es que la maquinaria que todos tenemos y se encarga de degradar proteínas porque ya no sirven o están mal plegadas; digamos que esa maquinaria se expresa de forma diferente dependiendo del tejido. Esto abre la posibilidad a hacer tratamientos incluso selectivos. Pero, en principio, simplemente lo que hay que hacer es aprovechar la maquinaria de destrucción de proteínas que se expresa en un determinado tipo tumoral. Hay muchos ejemplos de fármacos degradadores ya publicados, que son válidos tanto para tumores sólidos como para aquellos de la sangre.

P. ¿Qué aportan o tienen de nuevo estas terapias respecto a las ya existentes?

R. Normalmente, en el tratamiento de cáncer, si hablamos de farmacología pura, nos hemos centrado en desarrollar fármacos que se conocen como inhibidores. Estos, lo que hacen es meterse en las cavidades de las proteínas -si las imaginamos de manera tridimensional- y son muy buenos. Ahora mismo los utilizamos como quimioterapia. Sin embargo, estos tienen un problema: el 80 por ciento de las proteínas que tenemos en nuestras células no tienen esas cavidades accesibles, son más parecidas a la forma de un balón de fútbol. Entonces estos fármacos degradadores tienen la ventaja de que no necesitan estas cavidades, son capaces simplemente de pegarse como si fueran una ventosa. Esto hace que nos permitan acceder a un abanico mucho más grande de proteínas.

La otra diferencia fundamental es que los fármacos degradadores lo que hacen es eliminar una proteína. Comparados con los tradicionales, que lo que hacen es interferir, meterse en medio de la actividad de la proteína y anular su función, aunque la proteína siga estando, hay una diferencia. Por ello, los efectos que se consiguen con los fármacos degradadores normalmente son más profundos.

P. ¿La investigación con estos fármacos está dirigida a aplicarlos en monoterapia o en combinación con otros fármacos?

R. En el laboratorio probamos varias cosas. A veces los combinamos con farmacología más tradicional, pero la idea es usarlos en monoterapia. Aun así es cierto, y esto se ha visto en publicaciones anteriores, que igual que en la quimioterapia uno de los problemas es que cuando lo administras se genera resistencia, esto también puede suceder con los fármacos degradadores. Por ello tenemos que empezar a investigar un poco más los mecanismos que nos permitan utilizar otros fármacos en combinación para combatir esto. Con todo ello, se está explorando como monoterapia aunque quizá también se pueda investigar como terapia combinada.

P. ¿En qué punto se encuentra la investigación?

R. Esta ayuda de FERO y Aseica lo que pretende es ayudar a despegar a grupos emergentes. En mi caso en particular estoy todavía en Viena, y empieza a trabajar en el IRB en Barcelona en enero. La ayuda está pensada para conceder 80.000 euros de financiación para dos años, y lo que prevemos es que en este tiempo podamos dar los pasos iniciales de la investigación. Es un proceso bastante largo desde que descubres moléculas que pueden dar lugar a fármacos reales, hasta que eso llega un poco más allá si hablamos de traslación. Pero lo que esta ayuda nos va a permitir es dar los primeros pasos hasta intentar encontrar fármacos efectivos contra el cáncer de páncreas.

P. ¿Qué importancia tienen este tipo de ayudas?

R. Son fundamentales. FERO y Aseica son ejemplo a seguir porque este modelo en el que fundaciones que no son públicas ayudan, es algo que se hace mucho, por ejemplo, en Estados Unidos. Ojalá se hiciera más en España porque parece que no tenemos una convicción política clara para apostar por la ciencia. Iniciativas como esta son fundamentales. También se necesitan iniciativas para apoyar la investigación en temas como la COVID-19, pero no hay que olvidar que el cáncer sigue muy presente. Por ello, este tipo de iniciativas son cruciales. Esto es algo que no voy a olvidar porque ha sido la primera entidad que ha confiado un poco en nuestras ideas, y eso, para un investigador joven que vuelve ahora a España es fundamental.

P. ¿Qué peticiones realizarías a la administración para fomentar la investigación en nuestro país?

Si pudiera pedir algo es que se hicieran políticas sobre apuesta por la investigación, pero a largo plazo. Que no dependa de quien gobierne porque al final en ciencia yo siempre digo que no hay ciencia traslacional o no traslacional: hay ciencia buena y ciencia mala. Para que esta ciencia tenga un beneficio necesitamos que se invierta en ella y eso no puede depender de ciclos cortos y visiones cortoplacistas que no ven la big picture de que hay que invertir en ciencia y dentro de unos años se verán los resultados. Así que, desde la administración debería haber más convicción sobre esto.

Si ahora que estamos en una pandemia mundial y hemos visto lo importante que habría sido conocer más de cerca un virus no somos capaces de convencer a los políticos de lo importante que es invertir en investigación, no sé que más podemos decir.


También te puede interesar…