Sanofi Genzyme aprovechaba su presencia en Ectrims para anunciar nuevos datos de investigación que sugieren que la ralentización de la pérdida de volumen (atrofia) de la sustancia gris cortical con Aubagio (teriflunomida) se relaciona con un retraso de su conversión en esclerosis múltiple clínicamente definida (EMCD).
Los datos, procedentes del estudio en fase III Topic en pacientes con un primer episodio clínico indicativo de EM, incluyen resultados de pacientes tratados durante dos años en el estudio principal y durante un máximo de cuatro años en la extensión del estudio.
Los datos aportan que Aubagio redujo notablemente la pérdida de volumen de sustancia gris cortical (VSGC) durante dos años en comparación con el placebo y se encontró una relación significativa entre la pérdida de VSGC y la conversión en EMCD.
Para evaluar la relación entre la pérdida de VSGC y la conversión en EMCD hasta los cuatro años en pacientes que continuaron con el estudio de extensión de Topic, la población total del estudio se clasificó en tres grupos. El Grupo 1 (140 pacientes) presentó la menor pérdida de VSGC y el Grupo 3 (94 pacientes) mostró la mayor pérdida de VSGC. Por su parte, la mayoría de los pacientes (251) presentaron niveles intermedios de pérdida de VSGC y fueron ubicados en el Grupo 2.
El año 4, los pacientes del Grupo 1 tenían un 45,1 por ciento menos de riesgo de conversión en EMCD que los del Grupo 3, y los pacientes del Grupo 2 tenían un 34,5 por ciento menos de riesgo que los del Grupo 3.
“Los efectos de Aubagio en la reducción de la pérdida de VSGC y la relación entre esta pérdida y la conversión en EMCD ayudan a entender el efecto que Aubagio puede tener sobre la inflamación temprana y los elementos neurodegenerativos de la EM”, mantenía Robert Zivadinov, profesor de Neurología en la Universidad de Buffalo, en Nueva York.
Tratar “rápido y fuerte”
Aubagio es un caballo de batalla de Sanofi pero no anda solo. Junto a este tratamiento, el laboratorio francés ha paseado por París con los buenos resultados de Lemtrada. Un tratamiento muy peculiar ya que se realiza durante dos años en los que el paciente sólo tiene que pasar por cinco inyecciones el primer año y 3 el segundo, siempre en días consecutivos. Asimismo, a la hora de aplicar el tratamiento, lo normal es ingresar al paciente durante dos horas porque suele haber leves reacciones, sobre todo, dermatológicas. Su posterior seguimiento es intenso ya que el enfermo se debe hacer una analítica mensual, al menos los cuatro primeros años tras la última inyección. No obstante, “se ha corroborado que es un tratamiento muy eficaz. El 70 por ciento de pacientes no necesita un tercer ciclo de infusiones, es decir, no han tenido, tras el tratamiento, actividad de la enfermedad, ni aumento de discapacidad, ni lesiones nuevas, sino que sigue igual e incluso el 30 por ciento de enfermos puede llegar a mejorar”, avanzaba Guillermo Izquierdo, jefe de Neurología del Hospital Virgen Macarena de Sevilla al asegurar que lo importante en EM es actuar “rápido y fuerte”. Izquierdo apuntaba que cada vez se confirman más los datos a largo plazo y mostraba su convencimiento de que se logrará paralizar la enfermedad.
“Tocamos muchas teclas pero daremos con las adecuadas. En 10 años creo que no curaremos la EM pero la habremos controlado, sentenciaba.