Las nuevas tecnologías pueden jugar un papel decisivo en el abordaje de la infertilidad. Esta es una de las principales conclusiones extraídas del 34 Congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE), que se está celebrando en Barcelona. En este sentido, durante la celebración de un simposio organizado por la compañía Merck, Sandro Esteves, director médico y científico en Androfert, puso sobre la mesa la necesidad de apostar por tratamientos más personalizados apoyados siempre en las nuevas tecnologías. Así, propuso la división de las mujeres en cuatro grupos en función de su edad y su reserva ovárica, para diseñar tratamientos que sean efectivos. El paso siguiente sería combinar los datos respecto a la cantidad y la calidad de los ovocitos, e introducir todos estos datos en una calculadora de técnicas de reproducción asistida (ART por sus siglas en inglés). Con esta técnica se registrarían datos como la calidad del esperma y los ovocitos de las personas que quieren concebir o su edad, para averiguar el número de ovocitos que habría que obtener para conseguir al menos un blastocisto –embrión en estado de desarrollo previo a la implantación del embrión en el útero de la madre-.
También ponía en valor la contribución informática a los tratamientos ART Marcos Meseguer, experto en ginecología y obstetricia y métodos de investigación y supervisor científico del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) de Valencia. Sus estudios cuentan con la biomimética –campo de la ingeniería química – para crear nuevos embriones. Con el fin de optimizar los resultados han estudiado la influencia de factores como la humedad o la oxidación a la hora de desarrollar estos embriones. Así, se ha evaluado su desarrollo y se han monitorizado los resultados. Teniendo en cuenta todos estos factores se ha desarrollado un sistema basado en la combinación de anotaciones manuales y datos volcados en una base de datos para seleccionar los embriones y mejorar el pronóstico en los embarazos. Dentro de este estudio también se ha aplicado la embriología de precisión, consistente en analizar diferentes partes de los embriones para evaluar su calidad y contribuir a que se desarrollen con éxito. Según Meseguer, es fundamental conseguir un buen ambiente para el desarrollo de los embriones, avanzar en la manera de monitorización y utilizar nuevas herramientas como las que proporciona el Big Data para maximizar los resultados.
Abordar la hiperestimulación
Por su parte, Zi-Jiang Chen, vicedecana de la Universidad de Shandong y directora del departamento de Ginecología y Obstetricia del hospital provincial de esta ciudad, debatió sobre cómo minimizar los riesgos en técnicas de reproducción asistida sin que se reduzcan las probabilidades de éxito. Para ello, sus estudios se han basado en evaluar qué método es más efectivo para llevar a cabo este tipo de tratamientos sin que se produzca una hiperestimulación ovárica. Entre todos los sistemas analizados, Chen deduce que hay métodos como el ‘freeze all’ que presentan numerosos beneficios, siempre y cuando se evalúen varios marcadores que influyen en cada caso concreto; aun así los resultados reflejan que con esta técnica se reduciría la hiperestimulación ovárica y el número de abortos espontáneos durante el desarrollo del embarazo. A pesar de los buenos resultados, la doctora ha concluido que todavía es necesario llevar a cabo estudios que evalúen los efectos nocivos de este tratamiento, ya que hay complicaciones que todavía no se pueden prever.
En definitiva, Ernesto Bosch, director médico del IVI de Valencia, ha concluido que la tendencia pasa por adaptar los tratamientos a cada caso individualizado sin dejar de lado las bondades que aporta la tecnología.
El simposio contó también con la intervención de Bruno Lunenfeld, presidente de la international Society for the study of the aging male (ISSAM) y co-fundador de la Israel Fertility Association(IFA), quien dió una charla sobre el funcionamiento de las gonadotropinas, hormonas que trabajan en el funcionamiento de la función reproductiva. De hecho, Lunenfeld fue el primero en introducirlas en tratamientos para ayudar a padres que tenían dificultades para concebir.