Nieves Sebastián Madrid | viernes, 10 de mayo de 2019 h |

El conocimiento sobre cáncer a nivel clínico crece a un ritmo vertiginoso. Este avance permite realizar una clasificación más detallada de la enfermedad, lo que a su vez es clave a la hora de aplicar tratamientos dirigidos como la inmunoterapia. Este progreso se traduce en un aumento en las tasas de supervivencia, pero todavía queda una asignatura pendiente.

Las nuevas tecnologías también avanzan cada segundo y se espera que paulatinamente adquieran un papel decisivo en el abordaje del cáncer. Sin embargo, dar este paso todavía no ha sido posible puesto que quedan varios problemas por solucionar.

Teniendo en cuenta estos factores, la Efpia ha impulsado el informe The oncology data landscape in Europe, elaborado por IQVIA y A.T. Kearney, en el que analizan el uso del Real World Data (RWD) en sanidad para que el avance siga a diferentes niveles. Y es que, según se refleja en el informe, más allá de registrar las especificidades que se puedan encontrar en diferentes casos, se podría usar para mejorar patrones de tratamiento, evaluar el funcionamiento de centros hospitalarios, medir el valor socioeconómico de diversas terapias o incorporar las experiencias de los pacientes.

Para mejorar en esta materia es necesario resolver algunos de los problemas que se han detectado en el informe.

Heterogeneidad en los registros

En Europa existen 1.100 fuentes de datos sobre oncología, siendo Francia, Alemania, España, Italia y Reino Unido los países que cuentan con registros más amplios. Esta inmensa cantidad de datos, recopilados de manera heterogénea, supone uno de los grandes conflictos a solucionar para aprovechar su utilidad.


Ampliar los registros de datos, estandarizar su recopilación y optimizar las consultas, claves para avanzar en la materia.


Pero es que, dentro de cada estado, también hay inequidades al hablar del RWD, lo que depende de la organización territorial de cada país y las competencias que se otorguen a estas divisiones geográficas. España, por su partición en autonomías, es uno de los países donde las diferencias entre regiones son más notables, aunque ya se han fijado unos estándares para reducir estas desigualdades al mínimo, mientras que en otros como en Italia esta fragmentación es más visible. Otra de las inequidades surge en países como Alemania, donde la división entre pacientes atendidos por el sistema sanitario del país y los que recurren a los servicios de aseguradoras privadas está más repartida, lo que dificulta la obtención y unión de datos. Para acabar con los problemas de la heterogeneidad, en el informe se recomienda aumentar los registros de datos, estandarizar su recopilación y trabajar para mejorar los lenguajes de interrogación de las bases de datos para que sea más fácil llegar a la información precisada. A este respecto, cabe destacar que ya empiezan a brotar iniciativas alrededor del continente en las que se incorporan estos objetivos. De hecho, desde la OMS ya han emitido una recomendación para trabajar en un sistema de codificación único.

Dentro del informe se expone que, al crear políticas a nivel nacional como pueden ser los planes nacionales de cáncer, se establecería un marco regulatorio que ofrecería más concreción y podría ser una de las bases para solucionar el problema.

En definitiva, del informe se desprende que en este área existen tres carencias principales: la calidad de los datos, granularidad —falta nivel de detalle— e interconectividad entre los registros existentes.

Seguridad y privacidad

Uno de los mayores recelos que puede provocar esta recogida de datos a los pacientes es asegurarse de que sus datos se tratan en unas condiciones de seguridad óptimas. Teniendo en cuenta que el nacimiento y crecimiento del RWD ha sido muy rápido, los expertos en la materia creen que existe un gran desconocimiento por parte de los pacientes de estos sistemas y su utilidad, lo que puede generar desconfianza.

Por ello, una de las grandes demandas pasa por avanzar hacia sistemas más transparentes, con el Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea (GDPR) como base. También hay profesionales que defienden que los datos de los pacientes puedan ser usados sin su consentimiento en beneficio de la salud pública y con un objetivo de investigación fijado, aunque se teme que este uso derive en que la información se utilice para fines secundarios o con objetivos maliciosos.


Es necesario informar a los usuarios del marco normativo por el que se rige la recogida de datos sobre salud.


La alternativa que acumula un mayor consenso es la de optimizar los protocolos de consentimiento, ya que actualmente, únicamente 13 de los 28 Estados miembro de la UE cuentan con regulación al respecto. Para ello, los expertos abogan por simplificar los procesos , informar a los pacientes de manera sencilla del uso que se haría de sus datos y comunicarles que estarían bajo el amparo del GDPR. Un ejemplo de buena praxis sería el Collaboration for Oncology Data in Europe (CODE). Se trata de una plataforma que pretende unir a la comunidad oncológica europea de tal manera que los adscritos puedan donar los datos en tiempo real, con el fin de agilizar las decisiones sobre tratamientos o nuevos modelos de pago.

Tanto para solventar los problemas de heterogeneidad como de seguridad, el informe propone dos soluciones principales: incorporar a trabajadores con amplio conocimiento en la materia —en la actualidad, dada la novedad del sistema, existen muy pocos con formación y experiencia en RWD— y desarrollar nuevas tecnologías que posean mejores estructuras y sistemas de codificación que aporten seguridad sobre cuál será el uso de los datos almacenados.