Neisseria gonorrhoeae y Neisseria meningitidis son bacterias estrechamente relacionadas que causan una carga mundial significativa de enfermedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya advirtió en 2017 sobre la resistencia cada vez mayor de la infección por neisseria gonorrhoeae a los antibióticos de primera línea que alcanzaban porcentajes del 97 por ciento en el caso de ciprofloxacino, 81 por ciento en azitromicina y 66 por ciento en cefixima o ceftriaxona.

Si bien las vacunas se usan de manera rutinaria para N. meningitidis, no hay ninguna vacuna disponible para N. gonorrhoeae. En este sentido, la revista Clinical Infectious Diseases publicó un trabajo de investigación asegurando que la vacuna contra el MenB provoca anticuerpos contra la Neisseria gonorrhoeae.

Nueva Zelanda informó hace un año que la vacuna meningocócica B de la vesícula de la membrana externa (OMV), MeNZB, estaba asociada con tasas reducidas de gonorrea después de una campaña de vacunación masiva en en el país.

Para probar la base de esta protección, los investigadores evaluaron la reactividad cruzada con N. gonorrhoeae del suero producido con la vacuna meningocócica Men B que contiene el componente MeNZB OMV más 3 antígenos recombinantes

MeNZB fue una vacuna contra una cepa específica del meningococo del grupo B , utilizada para controlar una epidemia de enfermedad meningocócica en Nueva Zelanda

Los datos proporcionados por el análisis bioinformático y serológico muestran el potencial de los antígenos de las vacunas antimeningocócicas para generar una respuesta inmune que reconoce a los antígenos del gonococo. Estos anticuerpos con inmunidad cruzada pueden representar el mecanismo que subyace a la reciente observación de que el uso masivo de la vacuna MeNZB se asocia con la reducción de las tasas de gonorrea.

Por otra parte, la glucoproteína de superficie de la vacuna 4CMenB NHBA-527 tiene un alto nivel de homología (hasta un 69% en la secuencia nucleótida) y reactividad cruzada con esa misma proteína del gonococo, lo que pudiera proporcionar una protección adicional a la de MeNZB. La fisiopatología de la protección podría residir en reducir la colonización mucosa y por ende la transmisión o bien reducir la ascensión bacteriana al tracto genital superior.

Los autores destacan que “estos hallazgos pudieran ser extremadamente importantes si tenemos en cuenta que no ha habido ningún progreso en las vacunas antigonocócicas en las tres últimas décadas”.


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