Esta semana se celebraba la jornada “Retos en Salud Pública para la Enfermedad Hepática”, en el marco de la celebración de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en San Lorenzo de El Escorial. Esta fue dirigida por el Dr. José Luis Calleja, del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Madrid, y apoyada por Gilead Sciences.

Para Calleja, la importancia de este curso reside en “poner la enfermedad hepática en un lugar relevante dentro de los retos existentes de salud pública”. Así, diferentes expertos en la materia participaron en este encuentro con el fin de poner sobre la mesa los retos más urgentes en la materia.

Durante la inauguración del curso, Victoria Ayala, directora de Government Affairs en Gilead, subrayaba la necesidad de seguir trabajando en planes de eliminación de estas enfermedades, teniendo en cuenta que “la situación de pandemia no debe afectar al buen recorrido que lleva España, evitando la progresión de la enfermedad en los nuevos casos que se detecten e identificando los nuevos casos para poder dar tratamiento cuanto antes”.

Retos en hepatitis virales

Julia del Amo, responsable del Plan Nacional de Hepatitis, apuntaba que, a rasgos generales, “la idea es consolidar las propuestas contra estas enfermedades en el Ministerio”. Para conseguirlo, apostaba por impulsar “estrategias para diagnosticar y prevenir el virus de la Hepatitis C, así como otras enfermedades de transmisión sexual”. Aquí, el objetivo reside para la experta en “mejorar los datos, para lo que tenemos que ver cómo estamos en 2020 y qué queda por hacer”.

También se refería Del Amo a los objetivos marcados para 20230. “La COVID ha puesto de manifiesto que tenemos una tarea ingente en materia de vigilancia epidemiológica”, explicaba. Por ello, instaba a identificar “qué datos necesitamos monitorizar, para Hepatitis B, Hepatitis C… y aquí se plantean nuevos indicadores”. El objetivo final, afirmaba, es contar con un control de estas enfermedades, ampliando los test y poder “incorporar estos datos en el Centro Europeo de Control de Enfermedades”.

El último reto al que hacía referencia la experta era el del diagnóstico precoz. En esta línea instaba a “realizar un seguimiento del cribado de la Hepatitis C en España por comunidades autónomas, para mejorar las intervenciones en poblaciones con antecedentes de exposición y que se encuentren en situaciones de riesgo”. Asimismo, apostaba por una descentralización del diagnóstico de esta infección utilizando “test rápidos en entornos comunitarios, realizando cribados aún en personas sin signos, síntomas o antecedentes de exposición”.

En definitiva, Del Amo consideraba que se debe “mejorar la monitorización de la respuesta a hepatitis virales”; siguiendo este hilo, abogaba por “promover el diagnóstico precoz de la Hepatitis C, trabajando estrechamente con la Aemps para extender el uso de las pruebas rápidas en aquellos entornos que sea necesario”.

Vuelta a la ‘normalidad’

Calleja explicaba que una vez superada la parte más álgida de la pandemia “se han retomado los programas de microeliminación; y en este curso se han analizado con representantes de las Comunidades Autónomas, el Gobierno, representantes de los partidos políticos, asociaciones de pacientes y hepatólogos cuáles son los siguientes pasos que hay que dar para eliminar la hepatitis C”.

Por su parte, Javier García-Samaniego, coordinador de la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España (AEHVE), ponía en cifras el impacto de la pandemia indicando que “desde marzo de 2020 estimamos que el número de diagnósticos ha disminuido en un 60 por ciento y, probablemente, el número de tratamientos en más de un 50%; por ello, urgía a “recuperar el tiempo perdido” con el fin de alcanzar los objetivos marcados por la OMS.

Más allá de la pandemia, García Samaniego coincidía con Julia del Amo en la necesidad de acelerar los diagnósticos. “casi uno de cada tres pacientes que se diagnostican nuevamente de hepatitis C está en estadios avanzados de la enfermedad, lo que supone un inconveniente adicional; porque estos pacientes van a requerir cuidados médicos, controles, cribados de cáncer de hígado prácticamente de por vida”, expresaba.

Otro de los puntos que se destacó fue que España se encuentra a la cabeza en número de personas tratadas. Rafael Esteban, jefe de Servicio de Medicina Interna y Unidad de Hígado del Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona, advertía que es un trabajo en en el que deben involucrarse todos los agentes, precisando que “los políticos tomen la responsabilidad de colaborar y de organizar planes de macroeliminación, que significa realizar cribajes poblaciones a personas que no tienen antecedentes específicos de infección”.

Otras enfermedades hepáticas

Más allá de la Hepatitis B y la Hepatitis C que pueden resultar más conocida, también se abordó la situación de otras enfermedades.

Una de ellas, la enfermedad hepática por depósito de grasa, sobre la cual Calleja detallaba que es una patología “de origen metabólico y que está asociada fundamentalmente a la obesidad y diabetes con una incidencia creciente en los últimos años en nuestro país”. “Con la participación de expertos en el campo del hígado y asociaciones de pacientes, hemos discutido sobre la importancia de contar con nuevas opciones terapéuticas y diagnósticas de la enfermedad”, afirmaba.

Además, Heiner Wedemeyer, del Departamento Gastroenterología, Hepatología y Endocrinología del Hannover Medical School (Alemania), abordaba la Hepatitis Delta. Aunque es menos frecuente que la Hepatitis B y la C, Wedemeyer apuntaba a varios retos a tener en cuenta. En términos de salud pública, llamaba a “ver cómo identificar a los pacientes que pueden necesitar tratamiento, asegurar la adherencia y el acceso asistencial, cuantificar los costes del tratamiento y ver qué estrategias de medicina personalizada se pueden adoptar en estas enfermedades infecciosas”. También opinaba que hay que “revisar los datos publicados a nivel epidemiológico sobre Hepatitis Delta, teniendo en cuenta que están sesgados”. Por último, demandaba un análisis más exhaustivo de la información disponible, para lo que opinaba se debe “conocer qué herramientas se pueden usar para estudiar la enfermedad, utilizando sobre todo aquellos marcadores menos invasivos”.


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