Este 2020 será siempre recordado por la sociedad  y sectores por el SARS-CoV-2. Pero para la compañía biotecnológica Galápagos —de origen belga y con un pipeline de 30 nuevos fármacos candidatos en enfermedades inflamatorias y fibrosis—, también podrá recordarse como el año en el que iniciaron su andadura en España. Un viaje en el que cuentan, como informó EG, con el apoyo de Gilead, con la que tienen firmado un acuerdo de colaboración en investigación y comercialización. Su director general, Carlos Hoyo, hace balance en esta entrevista con EG.

 Pregunta. ¿Qué valoración hace de este primer año en España?

Respuesta. La valoración es buena, pese a que ha sido un año diferente para todos. Y, en especial, de cara a instaurar una compañía farmacéutica en este contexto. Empezamos dos personas en enero y acabamos el año con 26 personas en plantilla. La COVID-19 nos ha hecho trabajar de forma diferente. Por ejemplo, casi todas las contrataciones se han hecho online y con algunos compañeros ni siquiera hemos podido coincidir aún físicamente. Pero a pesar de las dificultades, la valoración es óptima, hemos conseguido asentarnos en un momento muy complicado.

P. Respecto a la plantilla, el objetivo es incluso doblar su número. Pero, ¿qué otros objetivos tiene Galápagos a corto y medio plazo en España?

R. Tenemos una reciente aprobación por la EMA de nuestro primer fármaco, para la artritis reumatoide. Por ello, el principal objetivo es poder ponerlo a disposición de los pacientes en España. Ya estamos en conversaciones con los organismos oficiales nacionales. A corto y medio plazo, tenemos una Plataforma de Investigación desde la que preparar el camino para el pipeline que nos viene en los próximos años.

P. La decisión de no solo investigar sino también comercializar vuestros fármacos es reciente. ¿Qué propició este paso?

R. Llevamos 20 años, desde nuestros orígenes como compañía biotecnológica belga, focalizados exclusivamente en la I+D. Ahora, desde hace un año el reto es convertirse en una entidad farmacéutica integral, en la que no solo mantener la investigación, sino comercializar. Es un cambio de mindset muy importante, radical. Y dada nuestra inexperiencia, en este paso hemos apostado por apoyarnos en los compañeros de Gilead.

P. ¿En qué consiste el acuerdo?

R. Es un acuerdo muy importante para los próximos 10 años. Gilead se beneficia del acceso a participar en el desarrollo de nuestro pipeline —con capacidad de influencia desde los estadios IIB— y nosotros nos beneficiamos de la experiencia comercial de Gilead. Es absolutamente clave contar con un compañero de viaje tan contrastado como es Gilead y nos permite además desarrollar nuestras moléculas de una forma más rápida.

P. ¿Por qué se caracteriza vuestra Plataforma de Dianas, considerada como ‘santo y seña’ de la compañía?

R. Efectivamente, esta Plataforma es nuestro punto diferencial.  El objetivo es encontrar nuevos medicamentos con nuevos mecanismos de acción que aborden la raíz de las patologías. En el marco de esta plataforma, trabajamos con muestras de células humanas de pacientes con distintas patologías. En todo este año hemos desarrollado un catálogo de más de 6.000 adenovirus que introducimos en esas células para ver qué ocurre cuando se ‘silencian’ determinados  genes. Así identificamos qué proteínas están jugando un papel clave en la causa de la enfermedad. A esas proteínas llamamos “dianas”. Una vez identificadas, trabajamos para desarrollar moléculas pequeñas, todas ellas potenciales medicamentos, que sean capaces de ralentizar o suprimir esas proteínas. En definitiva, esta Plataforma es nuestra piedra angular para convertirnos en compañía integral.

P. Más allá de su compañía, ¿qué radiografía hace de la biotecnología y su entorno regulatorio en España?

R. La biotecnología es una de las palancas por las que debe apostar España de cara al futuro y, en concreto, por las colaboraciones público-privadas. Es la manera de evolucionar en este entorno y retener el talento investigador nacional.

P. Desde la  visión y experiencia internacional de Galápagos, con presencia en diversos países, ¿cuál es la comparativa con España respecto a esta apuesta por la biotecnología?

R. La respuesta es complicada. Es cierto que hay modelos en otros países que podrían ser replicados en España. Son modelos como los que comentaba antes, que favorecen la autonomía de la biotecnología y seguir siendo un sector atractivo para la retención de talento nacional. O bien atraer talento foráneo.

P. Antes me aludía a la importancia de la colaboración público-privada…

R. Sí, dado el sistema actual, creo que es la mejor opción: combinar los excelentes profesionales que tiene el sistema público con la capacidad de inversión del entorno privado.


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