MARCOS GARCÍA Madrid | viernes, 04 de noviembre de 2016 h |

Este martes 8 de noviembre se celebran en Estados Unidos (EE.UU) las elecciones presidenciales en las que el candidato republicano, Donald Trump, encabeza la última encuesta del Washington Post con 1 punto de ventaja ante la candidata demócrata Hillary Clinton. La batalla por ocupar la Casa Blanca es ajustada y cualquier factor puede decantar el resultado final. En este sprint final, y a lo largo de toda la campaña, la industria farmacéutica ha desempeñado un papel central y la reducción de los precios de los medicamentos por receta uno de los puntos de conexión entre ambos candidatos, aunque no el único.

Eso sí, lo que no comparten los aspirantes a gobernar la primera economía del mundo es cómo abordar la problemática y difieren en la forma y en el fondo. Trump aboga por reducir el coste de los medicamentos con receta a través de permitir la reimportación de medicamentos y el aumento de los genéricos disponibles. Trump tiene como objetivo eliminar las barreras de entrada para los medicamentos producidos a nivel internacional y encargar a la FDA la homologación del proceso de aprobación de esos fármacos. Trump también dejaría sobre los hombros de la Agencia la responsabilidad de desatascar la acumulación de medicamentos genéricos no aprobados, para que puedan ser introducidos en el mercado. En su razonamiento esgrime que de este modo las compañías farmacéuticas tendrán que centrarse en la innovación y en la eficacia para tener un hueco en el mercado.

Por su parte, Clinton también habla de reducir el coste de los medicamentos con receta pero mediante la imposición de más medidas de control sobre la industria farmacéutica. Desde hace décadas Clinton lidera una corriente política que pide la reducción del precio de los medicamentos con receta. Para ello aboga por aumentar el número de medicamentos genéricos en el mercado. La candidata propone obligar por decreto a las corporaciones a reinvertir un porcentaje sin especificar de sus ingresos en investigación y desarrollo adicional o quedarán fuera de la financiación federal de medicamentos por receta, incluida en el Medicare.

Otra de las medidas que propugna Clinton es la reforma de la publicidad de los fármacos de cualquier tipo, uno de los símbolos de identidad del mercado ultraliberalizado estadounidense. La idea de la candidata demócrata es que la FDA regule la publicidad de medicamentos y exija a las farmacéuticas que especifique los riesgos y los efectos secundarios de cada fármaco de forma clara y previa.

Entre las medidas que propone Clinton está la disminución del período de exclusividad de patente de un fármaco a partir de 12 años a 7 años. Con esta iniciativa quiere dar prioridad a las aprobaciones de los medicamentos y productos biológicos y permitir la reimportación de medicamentos, punto de coincidencia entre ambos.

Nada sin el Congreso

Eso sí, en el sistema estadounidense el presidente está imposibilitado para el control de los precios sin el beneplácito del Congreso. “El precio de los medicamentos en Estados Unidos está controlado por las compañías de seguros privadas, que lo categorizan de primario, con copago limitado del paciente y terciario. Bajo el Obamacare, el programa de seguro federal (Medicare) tiene prohibido negociar o fijar precios de compra”, asegura Jur Strobos, socio de Baker & McKenzie en Washington y ex trabajador de la FDA.

En este sentido Strobos cree que habrá que esperar al día de la elección. “Si el Congreso oscila a demócrata, puedo anticipar algún tipo de medida en la administración de precios por parte de Medicare. De todos modos, lo que es seguro es que el Congreso después de las elecciones promoverá probablemente un equilibrio cuidadoso entre el estímulo a la inversión en innovaciones que salvan vidas, la promoción de los genéricos y un mayor control gubernamentales de precios.