La industria farmacéutica está experimentando un cambio significativo en la manera de abordar los ensayos clínicos oncológicos, dejando atrás la época en la que los pacientes debían tolerar efectos adversos debilitantes, como náuseas, trombosis o fatiga extrema, debido a dosis de tratamiento altas. Este cambio es impulsado, en parte, por la aparición de nuevas clases de medicamentos, como los conjugados anticuerpo-fármaco, anticuerpos biespecíficos, terapias celulares y génicas, y los inhibidores de la tirosina quinasa. Estos tratamientos, que requieren ser utilizados por periodos más largos que los medicamentos tradicionales, presentan un nuevo desafío: la toxicidad acumulada, que ahora se ha convertido en un punto de evaluación crítico para los patrocinadores.
En respuesta a este desafío, el Proyecto Optimus, una iniciativa clave impulsada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) está transformando el desarrollo de tratamientos oncológicos al enfocarse en caracterizar las dosis óptimas antes de iniciar los estudios de registro. Esto obliga, tanto a grandes compañías farmacéuticas como a biotecnológicas emergentes, a replantear cómo planifican y ejecutan los ensayos oncológicos en sus primeras fases. El enfoque ya no es simplemente encontrar la dosis máxima tolerada, sino identificar la dosis óptima que logre un equilibrio entre eficacia y efectos secundarios, minimizando el impacto en la calidad de vida del paciente.
Replanteamiento de la planificación en fases tempranas
«El cambio hacia la optimización de dosis en las primeras fases de los ensayos clínicos requiere de una mayor sofisticación en la planificación y diseño de los estudios», precisa un documento elaborado por la consultora IQVIA. Aunque este enfoque demanda más tiempo y recursos, los beneficios a largo plazo son evidentes, argumentan los expertos. La FDA ha alentado a las compañías a adoptar la planificación de escenarios basada en modelos, lo que permite a los patrocinadores simular diferentes escenarios de dosificación antes de llegar a la fase de comercialización. Esta metodología permite no solo predecir la dosis óptima, sino también incorporar evaluaciones tempranas de seguridad, eficacia, farmacocinética, farmacodinámica, biomarcadores y datos reportados por los pacientes.
«Para implementar esta estrategia, los equipos clínicos deben incluir cohortes de optimización de dosis en uno o más tipos de tumores, y en varios niveles de dosis, lo que aumenta tanto el tamaño de las muestras como los plazos de los estudios», precisa el documento. Sin embargo, esta inversión permite obtener una visión holística y simulada de los efectos del tratamiento, ayudando a los patrocinadores a construir sobre un modelo que proporciona datos hasta los estudios de registro. Colaborar con expertos en bioestadística y farmacometría en las actividades de simulación de modelos es clave para determinar las dosis óptimas en las fases iniciales, lo que puede marcar la diferencia en el éxito a largo plazo de un medicamento.
Uno de los mayores retos para las compañías farmacéuticas y biotecnológicas es la recopilación y manejo de datos durante los ensayos. Cada patrocinador tiene activos y programas únicos, lo que significa que la planificación debe adaptarse a los objetivos empresariales de cada compañía. En algunos casos, las biotecnológicas más pequeñas que buscan licenciar sus tratamientos a compañías farmacéuticas más grandes deben decidir cuántos datos necesitan recopilar para asegurar la colaboración. Por otro lado, las compañías licenciatarias deben evaluar el riesgo de incorporar activos que aún no han completado estudios de optimización de dosis.
El compromiso regulador también juega un papel fundamental. La FDA ha proporcionado mayor claridad en las guías del Proyecto Optimus, lo que está impulsando un cambio importante en los enfoques tradicionales. Sin embargo, todavía existen varias formas de abordar la optimización de dosis en fases tempranas, lo que subraya la importancia de mantener un diálogo abierto con los reguladores. «Esto es especialmente importante para las pequeñas compañías biotecnológicas, cuyos equipos directivos pueden tener una amplia experiencia científica o financiera, pero una limitada en cuanto a ensayos clínicos y normativas», señala el documento. «Las organizaciones de investigación por contrato (CROs) con experiencia en interacciones regulatorias pueden ser valiosas para guiar a los patrocinadores en todo el proceso clínico, incluidas las reuniones con la FDA y la preparación de la documentación requerida», añade.
Impulso a largo plazo
El enfoque en la optimización de dosis no solo beneficia a los pacientes, sino que también transforma la forma en que la industria farmacéutica enfrenta el desarrollo de medicamentos oncológicos. El Proyecto Optimus ha colocado la experiencia y la calidad de vida del paciente en el centro del desarrollo terapéutico, aprovechando la oportunidad que brindan las nuevas terapias dirigidas. «Sin embargo, esta transformación está todavía en sus primeras fases, y las compañías se encuentran navegando un panorama cada vez más complejo que exige considerar el tiempo, los recursos y los presupuestos de manera estratégica», precisa.
El documento considera que para las pequeñas biotecnológicas, este enfoque puede significar un punto decisivo. «Optimizar las dosis en las fases iniciales requiere conocimientos y recursos adicionales que pueden impulsar la innovación en el diseño y las operaciones de los ensayos», señala. «A medida que más compañías adopten estas estrategias de optimización temprana, será clave encontrar formas más eficientes de cumplir con los requisitos regulatorios y científicos», añade.
El futuro de los ensayos oncológicos
La industria farmacéutica sigue explorando cómo la optimización de la dosificación en fases tempranas puede satisfacer las necesidades de los pacientes y cumplir con los exigentes requisitos regulatorios. «A medida que las guías del Proyecto Optimus se implementen de forma más generalizada, es probable que también influencien las regulaciones de otras autoridades globales, obligando a los patrocinadores a realizar ensayos más grandes y complejos desde las primeras fases», precisa.
El desarrollo global de fármacos oncológicos sigue liderando la actividad en ensayos clínicos, respaldado por más de 167.759 millones de euros en inversión en I+D, según datos aportados por IQVIA. Aunque queda mucho camino por recorrer, la optimización temprana de dosis promete ser un avance crucial en la atención oncológica, mejorando la experiencia del paciente y brindando a las compañías farmacéuticas una herramienta estratégica en el desarrollo de medicamentos. «Con la colaboración estrecha entre patrocinadores, reguladores y CROs, el futuro de la oncología podría estar definido por enfoques más precisos, seguros y centrados en el paciente», concluye.