La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado la resistencia a los antimicrobianos (RAM) como una de las mayores amenazas para la salud mundial a las que se enfrenta la humanidad. Anualmente, la RAM es responsable directa de aproximadamente 1,2 millones de muertes en todo el mundo y está asociada a unos ciento millones de muertes. A medida que las bacterias evolucionan y se hacen resistentes a los antibióticos existentes, el desafío va en aumento.
Algunas estimaciones sugieren que, si no se invierte esta tendencia, la RAM podría provocar 10 millones de muertes al año en 2050, alterar significativamente las intervenciones quirúrgicas y médicas habituales y sumir en la pobreza extrema a otros 24 millones de personas. Se calcula que provocará una pérdida anual del PIB mundial de entre el 1,1 por ciento y el 3,8 por ciento en 2050, con un déficit anual de hasta 3.400 millones de euros en 2030. Para evitarlo, la patronal de la industria farmacéutica internacional, IFPMA, considera necesario disponer de una cadena de suministro continua de antibióticos nuevos e innovadores para tratar a los pacientes con infecciones que se han vuelto resistentes a los antibióticos existentes. “Estos antibióticos deben utilizarse con cuidado y deben estar a disposición de los pacientes en cualquier lugar del mundo en el que vivan”, precisa.
A continuación, admite que la actual cartera de antibióticos no es suficiente para proteger frente al aumento de las resistencias. Para ello, han revisado los datos de la cartera de antibióticos frente a los patógenos bacterianos identificados por la OMS como los más preocupantes, y otros tres patógenos identificados por otros organismos de salud pública. Y han constatado que solo ha habido 10 nuevos antibióticos o combinaciones aprobados por autoridades reguladoras estrictas entre 2017 y 2023, de los cuales solo dos son definidos como innovadores por la OMS. “Ninguno se considera que constituya una nueva clase de antibióticos. Actualmente solo hay un candidato a antibiótico en ensayos clínicos de fase III en los cuatro patógenos bacterianos definidos como de prioridad crítica por la OMS”, argumenta la IFPMA.
En el documento se muestra que solo dos de los siete patógenos de alta prioridad tienen candidatos antibióticos innovadores en desarrollo, y cinco tienen tres o menos candidatos en cualquier fase de desarrollo clínico. La OMS y muchos otros expertos coinciden en que la cartera de productos en desarrollo no es suficiente para hacer frente a la creciente resistencia de los patógenos prioritarios. Con el fin de reforzar la cartera de nuevos antibióticos para ir por delante de la evolución de las bacterias, la patronal ve como una medida urgente garantizar que existen los incentivos adecuados para apoyar la inversión necesaria para desarrollar nuevos productos y llevarlos a los pacientes. Un nuevo análisis recogido en este documento demuestra la importancia de tales incentivos para apuntalar la futura reserva de antibióticos.
Dos escenarios
Para ello, han trabajado con expertos en inteligencia sanitaria predictiva y análisis de datos de Airfinity en la elaboración de un nuevo modelo que ayuda a comprender cómo podría evolucionar esta reserva de antibióticos en los próximos 10 años. A partir de ahí, se han desarrollado dos escenarios: uno en el que no se introducen nuevos incentivos que puedan fomentar la inversión en I+D de antibióticos y otro en el que se introducen con éxito incentivos pull eficaces en 2025.
El primer supuesto es claro: sin inversión adicional, se espera que la cartera de antibióticos siga disminuyendo gradualmente. Esto es especialmente evidente a partir de 2026, cuando se prevé que disminuya la financiación existente para los estudios de fase avanzada (Fases II y III). Aunque esperamos que se aprueben ocho fármacos en la próxima década, se espera que el número de antibióticos en fase avanzada disminuya significativamente, lo que significa que en 2033 sólo habrá tres antibióticos candidatos en fase III.
El número de candidatos a antibióticos que entran en ensayos clínicos se ha estancado en los últimos años, y son pocos los que llegan a la fase final de la investigación clínica. Si se examina el destino de todos los antibióticos candidatos en desarrollo clínico notificados por la OMS entre 2017 y 2022, solo 10 fueron finalmente aprobados en 2023 por al menos una autoridad reguladora estricta, y alrededor de cinco veces más terminaron en el camino. Solo dos de esos 10 aprobados fueron clasificados como innovadores por la OMS.
Por su parte, el segundo escenario augura que la introducción de incentivos efectivos en 2025 atraiga una inversión adicional significativa, principalmente de inversores privados, lo que conllevaría un impacto sustancial en la futura cartera de antibióticos. “Asumimos que los incentivos son lo suficientemente grandes como para atraer la inversión necesaria para evitar retrasos en el progreso de todos los antibióticos que tengan éxito en la fase previa de desarrollo. Se ha estudiado y cuantificado bien la cantidad total necesaria para proporcionar una rentabilidad suficiente a un desarrollo exitoso y, de este modo, incentivar la inversión privada”, dice.
Con este panorama, la patronal confirma que se esperarían 19 nuevas aprobaciones para 2033, en comparación con los ocho sin la introducción de incentivos eficaces. Más allá de los tratamientos aprobados, la introducción de incentivos efectivos tendría un impacto significativo en el número de candidatos en ensayos clínicos. En 2033, la cartera de productos en fase de desarrollo constaría de 72 tratamientos, de los cuales 41 se encontrarían en las últimas fases.
El impacto de una cartera de antibióticos más sólida
Para estimar los beneficios potenciales para la salud de la población de una cartera de antibióticos más sólida, la patronal modelizó por separado la carga de años de vida ajustados en función de la discapacidad (AVAD) esperada de cuatro patógenos prioritarios críticos de la OMS bajo dos supuestos diferentes. Sin nuevos incentivos y sin nuevos antibióticos para tratar estas infecciones resistentes, se espera que la carga en los países de renta alta aumente en torno a un 35 por ciento de media en 10 años en comparación con la situación actual.
Sin embargo, sostiene que si se introducen incentivos eficaces y se aprueban nuevos antibióticos contra estos patógenos, se espera que ayuden a reducir la carga de AVAD en más de un 50 por ciento en comparación con la ausencia de nuevos antibióticos. Aunque este impacto sólo se modelizó para los países de ingresos altos debido a las limitaciones de los datos y del modelo, se esperaría un beneficio similar a nivel mundial.
Amplio consenso
Existe un amplio consenso sobre la necesidad de reforzar la cartera de nuevos antibióticos, de modo que el mundo esté preparado para gestionar la resistencia a medida que ésta siga empeorando. Pero a pesar de las repetidas advertencias, las caídas de empresas biotecnológicas especializadas en antibióticos, el éxodo de investigadores expertos en antibióticos a otras áreas y el reconocimiento de que la reserva es insuficiente, la acción gubernamental sigue siendo limitada. La urgencia de combatir la amenaza de la resistencia a los antimicrobianos se está priorizando en los principales foros internacionales, como la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2024, el G7, el G20 y reuniones clave organizadas por Arabia Saudí, el Reino Unido y Suecia.
La IFPMA estima que es necesario un conjunto adicional de medidas políticas y prácticas para impulsar la reserva de antibióticos y garantizar su disponibilidad. El reto fundamental al que se enfrentan los inversores en I+D de antibióticos es la falta de rentabilidad económica de la mayoría de los productos, ya que deben utilizarse en volúmenes limitados, a menudo como productos de reserva. Esto ha llevado a reconocer la necesidad de mecanismos novedosos para fomentar una mayor inversión y reconstruir la cartera de productos.
“Los esfuerzos actuales de una amplia gama de iniciativas proporcionan una importante financiación de empuje que apoya gran parte del desarrollo inicial de la cartera de productos. Sin embargo, aunque es crucial garantizar que esta financiación continúe, existe una necesidad acuciante de establecer un modelo económico a largo plazo que ofrezca sostenibilidad de principio a fin a nivel mundial para la I+D de antibióticos. Para ello se necesitan incentivos sólidos y eficaces”, concluye la patronal.