La medicina y la atención sanitaria se enfrentan a numerosos retos a la hora de incorporar la salud digital. Un informe de la Universidad de California y GE Healthcare recopila los desafíos a los que se enfrenta el sector para incorporar esta innovación. En el documento se recoge que una de las grandes barreras para el desarrollo de estas nuevas técnicas es el escepticismo existente dentro del propio sector sanitario, así como el miedo de los proveedores de estas nuevas tecnologías a que las aplicaciones utilizadas tengan una caducidad temprana.
Las cuestiones reglamentarias y normativas también suscitan un gran temor en el sector y podrían convertirse en una de las grandes barreras a superar para poder acelerar la expansión de la salud digital. Se prevé que en un futuro las agencias reguladoras sean parte activa en el uso de la inteligencia artificial, “especialmente si se utilizan las tecnologías para conducir diagnósticos y tratamientos”, tal y como recoge el informe.
Además, la privacidad de los pacientes también es un tema que preocupa al abordar esta materia, de igual manera que la propiedad de los datos o aquellos relativos a la mala praxis. En este sentido, en el documento se habla de las dudas que surgirían a la hora de repartir responsabilidades si estuviese involucrado el uso de la inteligencia artificial, ya que habría que establecer a quien se culpa de los errores, si a las máquinas o a los profesionales. Respecto a temas de seguridad, el informe pone de manifiesto los ataques sufridos contra entidades de atención sanitaria que se han llevado a cabo en Estados Unidos, y que han obligado a muchos de estos centros a regresar al sistema en papel para contrarrestar sus efectos.
También hay que prestar atención al intercambio de datos. El análisis avanzado de la información requiere de un acceso a los datos entre organizaciones, países o regiones, en el que las dificultades técnicas y de otra índole suponen un obstáculo importante para compartir la información.
A la hora de introducir este tipo de innovación, los incentivos también entran a formar parte del juego, y es que, teniendo en cuenta la eficiencia y la calidad que supone para el paciente el uso de esta nueva tecnología, así como la reducción de costes, se debe compensar por su adquisición y uso, sobre todo, dada la importante inversión que requiere. Por ello, la falta de claridad en cuanto a su financiación y reembolso, sigue suponiendo un reto para mantener la sostenibilidad.