Nieves Sebastián Madrid | viernes, 26 de julio de 2019 h |

Actualmente la ciencia, en concreto la medicina, avanza a un ritmo vertiginoso. Esto obliga a los profesionales del mundo de la sanidad a estar siempre al día de las últimas tendencias y técnicas en su especialidad que les permitan avanzar en el abordaje de diferentes patologías. Pero esta formación y este continuo ‘estar al día’ no son gratis. Y es la industria farmacéutica quien sufraga una gran parte de los gastos derivados de las actividades formativas para médicos y otros profesionales del sector.

La industria farmacéutica española invirtió alrededor de 250 millones de euros en 2017 en contratos con organizaciones y profesionales del mundo de la sanidad para desarrollar proyectos de investigación biomédica. Estas son las cifras que recoge Farmaindustria, añadiendo, además, que se otorgaron 115 millones de euros a profesionales sanitarios para que acudieran a reuniones y congresos científicos y profesionales. Ya es el tercer año que las compañías farmacéuticas publican estos datos, aunque es la primera vez en que tienen que realizar una declaración más pormenorizada.

El Código de Buenas Prácticas de la Industria Farmacéutica en España es el que recoge la obligación de hacer pública esta información, con el fin de evitar reticencias entre la opinión pública y fomentar la transparencia en estas relaciones. En este principio de transparencia también coinciden los expertos, aludiendo a que es un valor que beneficia a todas las partes.

Independencia y veracidad

Uno de los principios que recoge este Código de Buenas Prácticas es que estas relaciones deben estar siempre basadas en la objetividad, el rigor y la independencia. “No es tanto conflicto de interés como declaración de actividad”, recalca Salvador Tranche, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), quien considera clave este punto para “evitar la inducción a la prescripción”.


El Código de Buenas Prácticas de la Industria Farmacéutica obliga a hacer públicos los datos sobre esta relación


“Cualquier actividad patrocinada, que pueda tener interés formativo o de investigación solo debe ser tenida en cuenta conociendo perfectamente esa participación de la industria”, afirma Fernando Carballo, presidentede la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme), para alejar esas sospechas que sobrevuelan a la industria farmacéutica en este tema. Desde Farmaindustria, José Zamarriego, director de la Unidad de Supervisión Deontológica, anima a dejar atrás los prejuicios sobre la relación entre industria y práctica clínica, ya que señala que este intercambio es beneficioso para todas las partes: “para los profesionales sanitarios, que gracias a ella actualizan y mejoran sus conocimientos sobre medicamentos, también para la industria, que puede incorporar la experiencia clínica y científica de los sanitarios a su labor de investigación, y, por último para el sistema sanitario, que dispone de profesionales a la vanguardia del conocimiento y la investigación biomédica internacional, así como de constantes mejoras farmacológicas”.

Destino de los pagos

Desde la patronal de la industria farmacéutica precisan que los pagos que se pueden realizar desde la industria farmacéutica a organizaciones médicas y profesionales sanitarios tienen diferentes conceptos. En primer lugar, pueden destinarse a sufragar los gastos derivados de congresos médicos o ponencias de los médicos, favoreciendo así su asistencia para que puedan conocer de primera mano los avances en su especialidad.

En otras ocasiones, los médicos pueden recibir pagos para ofrecer conferencias sobre un nuevo producto o dispositivo relativo al área en que estén especializados.

En cuanto a los congresos, desde Farmaindustria cifran en unos 600-700 euros la inscripción en congresos nacionales, cuantía que puede ascender hasta los 1.000 euros aproximadamente en caso de que el evento se celebre fuera de nuestras fronteras. Además, las empresas de la industria corren con los gastos de transporte, alojamiento y dietas de los asistentes. Por todos estos conceptos, la industria desembolsó alrededor de 115 millones de euros en 2017, cifra ligeramente superior (únicamente 5 millones más) a la de 2016.

También reciben apoyo para la celebración de congresos y otros actos las organizaciones médicas, que recibieron un total de 90,5 millones de euros en 2017, lo que supone un incremento del 11,7 por ciento en comparación al año anterior.

¿Qué gana cada uno?

El famoso concepto de ‘conflicto de intereses’ surge ante la posibilidad de que una empresa de la industria farmacéutica cuente con un médico para hablar sobre un nuevo producto o dispositivo. A ojos del público, esto puede influir en su capacidad de prescripción, aunque lo cierto es que los profesionales pueden ampararse en su libertad de prescribir un producto en función de las ventajas que aporte al paciente.


Los expertos también abogan por la transparencia, ya que creen que la unión es positiva para ambas partes


Pero actualmente, el modelo está establecido de tal manera que ambas partes obtienen beneficio. Los clínicos obtienen más información y formación sobre las novedades en cada especialidad sin tener que realizar un desembolso monetario, lo que supone una ventaja tanto para el profesional en sí mismo como para el centro sanitario en el que trabajen. Además, si finalmente estos profesionales deciden incluir este fármaco en la práctica clínica, podrán proporcionar a la industria datos sobre su uso, lo que contribuiría a mejorar el fármaco o desarrollar nuevas investigaciones en esa materia.