El ámbito sanitario generó más de 2,3 zettabytes de datos en todo el mundo en 2020, del mismo modo que se espera que el sector de datos clínicos interoperables alcance los 6.200 millones de dólares en los próximos dos años en Estados Unidos, lo que significa casi el doble que en la actualidad. Entre 2019 y 2022, los inversores destinaron 31.500 millones de dólares en financiación de capital en inteligencia artificial (IA) para el cuidado de la salud, según se desprende del informe ‘Perspectivas del sector sanitario mundial para 2024’, elaborado por Deloitte. La pandemia impulsó un mayor enfoque en la telemedicina y los portales en línea para la atención aguda y de bienestar. Sin embargo, más de tres años después, aún persisten sus efectos en muchos sistemas sanitarios de todo el mundo.

La necesidad de reducir costes y mejorar el acceso a la atención sanitaria, sumado a la escasez de trabajadores cualificados y de personal clínico, ha llevado a algunos sistemas sanitarios a adoptar tecnologías emergentes para cerrar las lagunas existentes. La tecnología ofrece a las organizaciones sanitarias la oportunidad de personalizar las interacciones y el tratamiento de los pacientes, aliviando la presión que soportan los médicos en la atención rutinaria y permitiéndoles centrarse en los procedimientos que requieren su experiencia y formación.

La IA y otras formas de tecnología emergente tienen el potencial de agilizar los procesos administrativos y asistenciales de los proveedores de atención médica. El clima regulatorio en torno a la IA está cambiando rápidamente y los gobiernos de todo el mundo están trabajando para establecer una regulación eficaz. En territorio europeo, la Comisión Europea estableció un marco regulador para ella en 2021, a la espera de que se apliquen las normas definitivas. En Reino Unido, el gobierno también publicó en marzo de 2023 unas directrices para regular la IA generativa que incluyen la notificación de datos, la responsabilidad del ciclo de vida y la colaboración de la industria con el objetivo de fomentar la adaptabilidad y la autonomía.

En 2024 se espera que la IA desempeñe un papel fundamental en la racionalización de la administración, el diagnóstico, el tratamiento y la atención al paciente. Desde el análisis predictivo hasta la automatización de las historias clínicas electrónicas, la IA puede mejorar aún más la precisión y la eficiencia de la prestación de asistencia sanitaria. Con la creciente concienciación mundial sobre los problemas medioambientales y la escasez de recursos, la sostenibilidad se ha convertido en un aspecto fundamental del sector sanitario. Las organizaciones sanitarias están adoptando prácticas sostenibles para reducir su huella de carbono y garantizar un uso responsable de los recursos.

En lo que respecta a Estados Unidos, no ha adoptado una legislación reguladora nacional exhaustiva, lo que ha dado lugar a un marco fragmentado de normas estatales. Para aportar mayor claridad, la Administración Biden emitió una orden ejecutiva destinada a regular los riesgos asociados a la IA. La disparidad de enfoques para regular y supervisar la IA podría plantear retos adicionales a los proveedores de atención sanitaria. No obstante, se estima que ahorrará 360.000 millones de dólares anuales al sistema sanitario de Estados Unidos en los próximos cinco años.

En el pasado agosto, el Ministerio de Sanidad impulsó el proceso de interoperabilidad de datos clínicos que permite que toda la población española tenga acceso a su Historia Clínica Resumida (Patient Summary) y Receta Electrónica (e-Precription/e-Dispensation) desde otros países de la Unión Europea. A día de hoy, más del 78 por ciento de la ciudadanía vive en una comunidad autónoma totalmente conectada a estos servicios y la totalidad de las autonomías se han comprometido a avanzar en este proceso en coordinación con Sanidad.

Sostenibilidad en el sector

La sostenibilidad ha sido otra de las cuestiones abordadas en el documento de Deloitte. Esta ocupa un lugar central a medida que las organizaciones sanitarias adoptan prácticas respetuosas con el medio ambiente, atendiendo tanto a las preocupaciones medioambientales como al ahorro de costes. “Las tecnologías remotas están reconfigurando la prestación de asistencia, que va más allá de los servicios médicos y se extiende a la atención social integral, reconociendo el vínculo entre los determinantes sociales y el bienestar. En respuesta al aumento de los costes, las partes interesadas aplican estrategias innovadoras, desde modelos de atención basados en el valor hasta adaptaciones del personal, definiendo el futuro del sector en esta coyuntura crítica”, precisa.

Entre 2030 y 2050, se espera que el cambio climático cause aproximadamente 250.000 muertes adicionales al año, con especial incidencia en las zonas de bajos ingresos con infraestructuras sanitarias deficientes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que el 99 por ciento de la carga de morbilidad derivada del cambio climático se produce en estos lugares, y que el 88 por ciento de ella afecta a niños menores de cinco años.

“El sector sanitario es susceptible a muchos de los efectos del cambio climático, tanto para los pacientes que reciben atención como para las organizaciones que la prestan. El cambio climático puede exacerbar una serie de problemas como la equidad económica, la igualdad de género y los derechos de los inmigrantes. Algunas estimaciones sugieren que una acción climática más enérgica podría eliminar más de 100 millones de muertes prematuras en todo el mundo, reforzar los resultados sanitarios y mantener un ecosistema más habitable”, concluye el informe.


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