En 2022, España ocupaba el octavo puesto en el ranking de consumo de antibióticos de la Unión Europea, situándose por encima de la media con 23,2 dosis diarias definidas, frente al 21,5 del promedio europeo, según datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC). Por ello, a nivel nacional el objetivo del Plan Nacional contra la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) es mejorar esa cifra poniendo a disposición pública datos de consumo, indicadores, guías y recomendaciones.
En el plano internacional, la lucha contra la RAM se intenta combatir desarrollando nuevos fármacos, pero, tal y como se desprende del informe ‘Gestión de antibióticos: dirigiéndonos hacia futuros más seguros’, realizado por la consultora IQVIA, el pipeline es “relativamente escaso”, siendo cinco veces más pequeño que el de antivirales, y con un grado de innovación limitada, donde solo el 5 por ciento de moléculas en desarrollo presentan un mecanismo de acción innovador.
Por ello, desde IQVIA aseguran que se necesita un enfoque integral, que abarque desde prácticas clínicas hasta políticas supranacionales que incentiven el desarrollo de nuevos fármacos. Y es que este problema de salud pública demanda, en el contexto actual, una “reflexión continua sobre las estrategias de prevención, tratamiento y concienciación”.
Antibióticos de vigilancia y acceso, lo más prescritos
IQVIA ha analizado las dinámicas de uso de los antibióticos a nivel de asistencia comunitaria y hospitalaria. Respecto a la evolución de la prescripción de antibióticos dispensados a través de la farmacia comunitaria en España entre enero de 2018 y diciembre de 2023, el informe señala que la mayoría pertenecen a las categorías de ‘vigilancia’ y ‘acceso’ [clasificación AWaRe de la Organización Mundial de la Salud (OMS)].
Los antibióticos de vigilancia son, según la OMS, la opción más efectiva para un grupo limitado de síndromes infecciosos y su utilización debería ser monitorizada. Los antibióticos incluidos en este grupo presentan un mayor potencial de generación y/o selección de resistencias. Por su parte, los de acceso son aquellos de primera o segunda línea de tratamiento para los síndromes infecciosos más prevalentes y tienen un perfil de seguridad favorable y un bajo potencial de generación y/o selección de resistencias en base a la evidencia disponible.
Durante todo el periodo mencionado, la tendencia de las prescripciones ha sido creciente, excepto entre 2020 y 2021, cuando la incidencia de infecciones bacterianas disminuyó por la pandemia de COVID-19.
Las clases de antibióticos más prescritos son las penicilinas e inhibidores de la betalactamas que alcanzan más de 9 millones de prescripciones solo en el año 2023. A ellos le sigue el grupo conformado por macrólidos, lincosamidas y estreptograminas y, por detrás, los fosfonatos y los glicopépticos. IQVIA destaca que estas categorías de antibióticos muestran una tendencia estable o ligeramente creciente desde 2018, excepto las quinolonas.
En concreto, en 2023 se llevaron a cabo más de 24 millones de prescripciones de antibióticos, sin tener en cuenta a los pacientes hospitalizados ni productos de uso hospitalario. Así, fueron en torno a 13 millones de pacientes en España los que recibieron alguna prescripción, por parte del Sistema Nacional de Salud (SNS), de antibióticos de dispensación en la farmacia comunitaria.
Las afecciones de las vías genitourinarias fueron la causa más común de prescripción de antibióticos, seguidas de las afecciones del tracto respiratorio. Y los profesionales de Atención Primaria realizaron el 77 por ciento del total de prescripciones el pasado año.
En este contexto, a excepción de los pediatras y otorrinos, la mayoría de las especialidades tienden a prescribir mayoritariamente antibióticos de ‘vigilancia’. Sin embargo, Neumología es la especialidad que, con diferencia, más fármacos de ‘reserva’ prescribe. Estos son los antibióticos de “último recurso”, con actividad frente a patógenos multirresistentes o extremadamente resistentes. Se deben utilizar únicamente cuando el resto de las alternativas terapéuticas no resulten de utilidad o hayan fracasado.
De las prescripciones de ‘reserva’ realizadas por el neumólogo en 2023, el 47 por ciento estuvieron ligadas a un diagnóstico de bronquiectasias y el 19 por ciento a infección por Pseudomonas. La amplia mayoría de estos diagnósticos (cien por cien bronquiectasias; 99 por ciento infecciones Pseudomonas) estuvieron tratados con colistina.
Respecto al perfil de los pacientes, se observa que el 60 por ciento con prescripción de antibióticos fueron mujeres, en comparación con el 40 por ciento de hombres, aunque varía según el diagnóstico. En el caso de padecer neumonía, la proporción es del 48 por ciento para hombres y del 52 por ciento para mujeres. Y en cuanto a la infección del tracto urinario (ITU), la diferencia de prescripción por género es considerablemente más significativa: 12 por ciento para hombres y 88 por ciento para mujeres.
Finalmente, al considerar el rango de edad, el 84 por ciento de estos pacientes fueron adultos (18 años o más), mientras que el 16 por ciento fueron pacientes pediátricos (menos de 18 años). Entre los pacientes pediátricos, más de 322 mil pacientes en el rango de 0 a 5 años recibieron por primera vez una prescripción de antibióticos en 2023, independientemente del diagnóstico asociado.
Antibióticos para ITUs e infecciones del tracto respiratorio
Las ITUs y las infecciones del tracto respiratorio ocupan un lugar destacado en la prescripción de antibióticos. En el 2023, independientemente del rango de edad (pediátrico – adulto) y diagnóstico (ITU – neumonía), la mayoría de los pacientes solo recibieron una prescripción de antibióticos por episodio. Así, con una única prescripción en la mayoría de los casos la infección quedaría controlada. Sin embargo, entre un 20 y un 30 por ciento de los episodios según infección o grupo de edad requiere como mínimo recibir dos prescripciones de antibióticos, ya sean iguales o diferentes.
En el caso de las ITU, los pacientes pediátricos y adultos recibieron mayoritariamente un antibiótico de ‘vigilancia’; mientras, para el tratamiento de neumonías, el 80 por ciento de los pacientes pediátricos recibieron en su primera prescripción un antibiótico de ‘acceso’, a diferencia de la mayoría de los adultos.
Por otro lado, la mayoría de los pacientes, con independencia de la edad y el diagnóstico, solo recibieron la prescripción de una sola molécula o combinación fija de moléculas. La principal molécula administrada en 2023 para las ITU fue la fosfomicina tanto en niños como en adultos. En el caso de los pacientes pediátricos con neumonía, la principal molécula administrada en 2023 fue la amoxicilina (59 por ciento), seguida de la azitromicina (19 por ciento). Y en el tratamiento de neumonía de pacientes adultos, las principales moléculas administradas fueron la amoxicilina y ácido clavulánico (34 por ciento) y el levofloxacino (31 por ciento).
Asimismo, una categoría de infecciones que se ven especialmente impactadas por las RAM son las nosocomiales, cuya prevalencia es de alrededor del 8 por ciento en los hospitales españoles. Tal y como se expone en el informe, de cada 100 ingresos hospitalarios que desarrollan infecciones nosocomiales entre 9 y 10 presentaron resistencias.
En las ITUs, las más habituales son las resistencias a la beta lactamasa de espectro extendido, mientras que en neumonías se presentaron resistencia a múltiples antibióticos como principal diagnóstico de resistencias. La resistencia a las penicilinas queda en tercer lugar en ambos tipos de episodios.
Así, en el caso de las ITUs, la principal molécula administrada en primera elección con y sin resistencias fue ceftriaxona, seguido de amoxicilina, inhibidores de la bectalactamasa en los casos sin resistencias y piperacilina e inhibidores de la bectalactamasa en los casos con resistencias. Y en pacientes con neumonía nosocomial, la molécula más utilizada para infecciones con y sin resistencias fue piperacilina e inhibidores de la betalactamasa, seguido de amoxicilina e inhibidores de la betalactamasa y meropenem. En ambas patologías se usan más líneas de tratamiento cuando se presentan resistencias.