Hace unos siete años, un grupo de expertos se reunió en la sede de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) para debatir sobre un tratamiento de vanguardia contra la leucemia que había dado resultados notables en las primeras pruebas clínicas. El tratamiento, consistente en células inmunitarias del paciente modificadas genéticamente para atacar el cáncer, fue el primero de este tipo en llegar a la FDA y obtuvo rápidamente la aprobación de la agencia un mes después de que ese grupo de expertos recomendara unánimemente su uso.

Desde entonces, otras cinco terapias celulares denominadas CAR-T se han unido a ese tratamiento en Estados Unidos para varios tipos de leucemia, linfoma y mieloma múltiple. Los estudios avalan ahora su uso en fases tempranas de la enfermedad, en lugar de cuando se han agotado las demás opciones terapéuticas. Aunque su aceptación ha sido limitada en algunos casos, el impacto de la terapia celular en el tratamiento del cáncer es cada vez mayor, y las compañías biotecnológicas han seguido invirtiendo en formas de mejorarla, como las opciones ‘listas para usar’ o el uso de distintos tipos de células inmunitarias. Algunas están explorando CAR-T también fuera del cáncer, como en enfermedades autoinmunes, donde los datos prometedores de los primeros estudios han provocado un auge de la inversión.

Según BioPharma Dive, la aparición de la terapia celular también ha acelerado el desarrollo de las tecnologías necesarias para el complejo proceso de extraer células inmunitarias de la sangre, manipularlas y reinfundirlas en los pacientes. Roberto Caricchio lleva casi tres décadas estudiando el lupus. Ha sido testigo de avances constantes, aunque lentos, en la comprensión y el tratamiento de esta enfermedad autoinmune frustrantemente compleja. Pero los últimos años han sido diferentes. Las primeras y prometedoras investigaciones de un equipo de científicos alemanes han demostrado que los medicamentos celulares pueden hacer remitir el lupus de un modo que otros fármacos no pueden. Los resultados han despertado un gran interés en la industria y han dado lugar al inicio de una docena de ensayos clínicos. Hay muchos más en camino.

“Es algo sin precedentes”, afirma Caricchio, jefe del departamento de reumatología de la Facultad de Medicina Chan de la UMass. “A veces tengo que sentarme y respirar hondo”, añade. Las últimas pruebas se expusieron a principios de junio, cuando científicos y médicos punteros en la investigación de enfermedades autoinmunes se reunieron en Austria con motivo del encuentro anual de la Alianza Europea de Asociaciones de Reumatología. Georg Schett, cuyo equipo de la Universidad Friedrich Alexander de Erlangen-Nurnberg (Alemania) desencadenó la bonanza actual, inauguró la reunión con los nuevos resultados del estudio de su equipo. Los datos muestran que la terapia celular siguió beneficiando a casi todos los participantes tratados con varias afecciones autoinmunes. Algunas remisiones han durado tres años.

“Estoy muy emocionado”, dijo Schett, durante una rueda de prensa. “Cuando empezamos con esto hace tres años, no sabíamos adónde llegaría”, matizó. Un grupo de compañías pretenden demostrar que los hallazgos de Schett son sólo el principio. En la reunión, compartieron información actualizada sobre estudios clínicos de las llamadas terapias CAR-T en lupus y otras enfermedades autoinmunes, como la miositis y la esclerosis sistémica.

Los nuevos resultados proceden de pequeños ensayos clínicos y representan los primeros pasos de lo que probablemente será un esfuerzo de varios años para demostrar que estos tratamientos, creados a partir de las propias células del paciente y probados contra ciertos tipos de cáncer, pueden reconfigurar el sistema inmunitario de las personas con enfermedades inflamatorias. Los resultados apuntan al potencial de este enfoque, pero también al alto listón que tendrán que superar los fabricantes de fármacos para tener éxito.

En todos estos ensayos, los participantes han experimentado en su mayoría formas leves de los efectos secundarios inmunológicos y neurológicos asociados a CAR-T, un alivio para los investigadores, ya que la tolerancia al riesgo de los pacientes con enfermedades autoinmunes es menor que en las personas con cánceres mortales. Aun así, ya existen tratamientos eficaces contra las enfermedades autoinmunes, por lo que el listón es más alto para introducir la terapia celular. Y los fármacos CAR-T siguen siendo costosos, complejos de fabricar y en gran medida sólo disponibles en centros de tratamiento especializados. No está claro si los problemas de salud a largo plazo, como las neoplasias malignas secundarias de las que se ha informado en raras ocasiones entre pacientes con cáncer que han recibido CAR-T, también se producirán en personas con enfermedades autoinmunes.

La terapia celular es “muy prometedora, pero no estoy seguro de que la utilizaría como primera, segunda o incluso tercera opción”, dijo Daniel Wallace, experto en lupus, profesor de medicina y director asociado del programa de becas de reumatología en el Cedars-Sinai. “Las terapias sólo merecen la pena «si conseguimos que alguien con una enfermedad orgánica potencialmente mortal remita durante años”, añadió.

Para ello, los analistas observan hasta qué punto estas terapias liberan a las personas de los numerosos fármacos inmunosupresores que suelen tomar. Aún quedan muchas preguntas sin respuesta sobre la terapia celular autoinmunitaria. Caricchio, de la UMass, señala que los tratamientos no se han probado en muchas personas de raza negra, que tienen más probabilidades de padecer formas agresivas de lupus. Señaló que las personas con daños renales especialmente importantes, un rasgo distintivo de la enfermedad, pueden no responder tan bien. Además, las infecciones observadas en las pruebas, aunque leves hasta ahora, merecen atención.

A las terapias celulares personalizadas se están sumando en los ensayos clínicos tratamientos elaborados a partir de células de donantes o células asesinas naturales, así como fármacos con anticuerpos de doble diana denominados ‘captadores de células T’. Todos ellos se consideran opciones más cómodas y fáciles de fabricar que, según algunos analistas, podrían suponer un reto para la terapia CAR-T. En el campo de la oncología, el entusiasmo por las CAR-T se ha visto atenuado por el éxito de otras tecnologías. “Este es el primer enfoque CAR-T. Es una prueba de concepto y demuestra que puede funcionar en la autoinmunidad sistémica”, afirmó Caricchio. “Creo sinceramente que la próxima década será una experiencia que cambiará la vida de médicos y pacientes”, concluyó.


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