Uno de los principales problemas que han encontrado los profesionales sanitarios en la COVID-19 ha sido el no contar con fármacos que, a ciencia cierta, ayuden a controlar la enfermedad. Por ello se ha determinado prácticamente a tiempo real, qué fármacos son útiles y cuáles no. Esta idea se puso de manifiesto en una de las mesas del Congreso COVID-19 que se está celebrando esta semana.
La parte positiva es que, como fruto del trabajo realizado por la comunidad investigadora mundial, tan solo unos meses después de la irrupción de la pandemia, se ha generado una amplia cantidad de conocimiento. Ahora, toca afinar para conseguir mejorar el pronóstico de los pacientes infectados.
Fiabilidad de los estudios
En palabras de Emilio Alegre del Rey, farmacéutico adjunto en el Hospital Universitario Puerto Real, uno de los grandes problemas fue no comprobar si eran fiables los estudios de fármacos contra la COVID-19. Por ello, consideraba fundamental que se distinga entre los estudios que se publican y están revisados por fuentes externas. Esta labor es más fácil ahora que se cuenta con más evidencia para determinar cuáles son los que tienen más validez.
También, planteaba que según vaya apareciendo más evidencia científica sobre un determinado fármaco hay que seleccionar la que sea más sólida. Para lograrlo, el experto llamaba a afinar la lectura crítica de los datos, evitando sesgos. Alegre del Rey instaba también a los profesionales sanitarios a ‘mantenerse al día’ de los avances que vayan surgiendo para aplicarlos en la práctica clínica; así, animaba a los profesionales a no tener miedo y cambiar los protocolos cuando fuese necesario, para ofrecer la mejor opción terapéutica en cada momento.
Registros en práctica clínica
Para paliar la falta de información y aglutinar todo el conocimiento disponible, los registros clínicos son fundamentales. Esta idea la exponía Jesús F. Sierra, jefe de sección de Uso Racional del Medicamento en el Hospital Universitario Jerez de la Frontera. Según Sierra, contar con un sistema de información en el que se recojan los datos recopilados en práctica clínica de los fármacos más utilizados, puede servir de referencia a profesionales que trabajan en centros diferentes.
Y es que la comunicación entre profesionales durante los últimos meses ha sido crucial. Por ello, contar con sistemas que recojan el rendimiento de algunos de los medicamentos más utilizados como remdesivir, tocilizumab o determinados corticoides, ha permitido cambiar la manera de actuar e ir ofreciendo a los pacientes la mejor alternativa terapéutica en cada momento, en base a los datos que se comparten.