Importantes cambios y avances tecnológicos, crecimiento exponencial de la producción y las ventas o modificaciones de las características de la estructura de la industria de las vacunas. Así ha transformado –y revolucionado– el mercado mundial de las vacunas la pandemia de COVID-19.
Y es que, aunque en los últimos 20 años previos a la crisis sanitaria, el sector ya había registrado un notable crecimiento gracias a productos innovadores, nuevos grupos de población vacunados (adolescentes) y estrategias de precios más agresivas en los países desarrollados, gracias al desarrollo, fabricación y suministro de las nuevas vacunas contra la COVID-19 la demanda, la producción, las ventas y, por tanto, la dimensión del mercado mundial de vacunas ha crecido extraordinariamente. Así se desprende del informe ‘La industria de las vacunas tras la pandemia de la COVID-19. La perspectiva internacional’, elaborado por Félix Lobo, profesor emérito en el Departamento de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid.
Según el documento, en 2021 se suministraron aproximadamente 16.000 millones de dosis de todas las vacunas, en comparación con los 5.800 millones en 2019. Así, el mercado ascendió a 141.000 millones de dólares Estados Unidos (EE. UU.), en comparación con 38.000 millones en 2019. “Esto representa el 10 por ciento del mercado farmacéutico global, en comparación con el 4 por ciento en 2019“, expone. Y el futuro también es prometedor, pues se espera que el impulso más fuerte del gasto en medicamentos en los próximos cinco años venga dado por la vacunación global contra la COVID-19.
Así, se prevé un gasto mundial de entre 40.000 y 45.000 millones de dólares al año en vacunas COVID-19 hasta 2027, según datos de IQVIA en 2023. En cambio, el crecimiento del gasto en el resto de vacunas (excluyendo las de gripe y COVID-19) se espera que disminuya en los próximos cinco años, debido a la estabilización en las ventas de las más recientes.
Cuatro grandes avances tecnológicos
Félix Lobo destaca que, en el campo de la innovación y el desarrollo científico y tecnológico de las vacunas, se han producido cuatro grandes avances derivados de los esfuerzos para vencer la pandemia. En primer lugar, se trata del desarrollo de vacunas altamente efectivas, aunque con variaciones, lo que ha conseguido que las reducciones en morbilidad y mortalidad hayan sido notables.
Otro hito ha sido la llegada de las primeras vacunas de ARNm, que presentan tanto ventajas (proporcionan altos niveles de protección, requieren tiempos de desarrollo y fabricación más cortos, son muy seguras y pueden adaptarse rápidamente a nuevas variantes) como inconvenientes (inestables y fáciles de degradar, lo que complica la fabricación, y exige almacenarlas a temperaturas extremadamente frías).
Por otro lado, la “drástica reducción” de los periodos de tiempo necesarios para el desarrollo y la fabricación de vacunas ha sido un “salto” tecnológico más propiciado por la pandemia. Una reducción récord que no solo se ha dado en las vacunas tradicionales, sino también en el caso de las vacunas ARNm, aunque se venían estudiando desde hace años.
Finalmente, el cuarto avance se trata de la gran variedad de vacunas desarrolladas. A 30 de marzo de 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS) contabilizaba 183 en desarrollo preclínico y 199 en desarrollo clínico de once plataformas tecnológicas diferentes, tal y como se expone en el informe.
Por tanto, Lobo apunta que los resultados del desarrollo de las vacunas frente a la COVID-19 están siendo “extraordinariamente beneficiosos”, con “vacunas diversas, adaptables a distintas variantes del virus y pacientes y una cierta pluralidad de desarrolladores y fabricantes que favorece la competencia“. Sin embargo, reconoce que dichos beneficios están tardando en llegar a países en vías de desarrollo.
Cambio en el panorama empresarial
El panorama de la industria también ha cambiado respecto a la entrada en el mercado de pequeñas y medianas empresas innovadoras con capacidades biotecnológicas que estaban desarrollando tecnologías ARNm, y que han logrado vacunas frente a la COVID-19 muy eficaces y se han convertido en actores líderes en el mercado. Es el caso de BioNTech y de Moderna. También otras compañías como Novavax e Hipra han conseguido productos aprobados por Agencia Española de Medicamentos (EMA) y contratos de suministro europeos.
En este contexto, se han producido diversas colaboraciones entre grandes empresas multinacionales con experiencia en el mercado de vacunas con alguna de estas empresas biotecnológicas, con enorme éxito, como la asociación Pfizer-BioNTech. También se han producido colaboraciones en el ámbito público-privado, con acuerdos y contratos entre instituciones públicas de investigación y empresas multinacionales con limitada experiencia en este mercado, para el desarrollo científico y tecnológico de vacunas.
Producción y costes
Por otro lado, cabe destacar las novedades respecto a la producción y la estructura de costes de la industria de las vacunas. “El elevado nivel de costes de I+D de los productos químico-farmacéuticos es probablemente trasladable a las vacunas, aunque falta información”, apunta Lobo. Y es que para afrontar el coste de llegar a completar la fase 2a del desarrollo de una vacuna para una infección epidémica se requieren inversiones sustanciales.
Asimismo, la especialización caracteriza la producción de las vacunas COVID-19, lo que ha generado “rigidez” para adaptarse a la demanda y mayores riesgos de escasez, roturas de stock y paradas de producción. “Para estas vacunas tuvieron que construirse y equiparse plantas completamente nuevas, sin que fueran de gran utilidad las existentes con anterioridad. En todo caso, la puesta a punto de estas plantas se hizo en plazos sorprendentemente cortos”, recuerda Lobo en su informe.
En la industria de vacunas existen economías de escala en I+D, algunas fabricaciones, y en los procesos de evaluación, certificación e inspección. Algo que puede aumentar la concentración horizontal y, en el límite, llevar al monopolio “natural”. Por tanto, Lobo advierte de las ineficiencias que pueden resultar de la concentración horizontal y del monopolio en términos de pérdida de bienestar (menos vacunas disponibles de las que la sociedad desearía) y, en particular, el riesgo de escasez y ruptura del suministro. Ante ello, indica, es necesario “que los gobiernos y las organizaciones internacionales desplieguen instrumentos correctores y de fomento de las nuevas oportunidades que ofrece la tecnología para aumentar la competencia”.
Políticas públicas
Ante esta situación, Lobo menciona algunas de las políticas de “impulso de la oferta” para intentar estimular la I+D y la fabricación y reducir los costes iniciales. Así, menciona las patentes y los derechos de propiedad intelectual, que “son la política estándar en todos los mercados para estimular la I+D”, aunque su valor en el ámbito de las vacunas es “moderado”, según Lobo.
Acerca de las políticas para reducir los costes iniciales, el informe destaca las subvenciones a la I+D privada, las subvenciones para reducir los costes del control de calidad, I+D básicos financiados o ejecutados directamente por el sector público y asociaciones público-privadas para realizar I+D, control de calidad y fabricación.
Asimismo, alude a políticas de “tracción” de la demanda, pues “incentivar la I+D y la fabricación puede conseguirse ampliando la demanda solvente, lo que permite superar algunos de los fallos del mercado presentes y, desde luego, aumentar la vacunación de la población”. De este modo, apunta a programas de información y educación, subvenciones o gratuidad, prestación gratuita directa por el sector público, campañas de vacunación, obligación legal de vacunarse (de alcance general o para colectivos concretos o para determinadas actividades) e iniciativas filantrópicas o voluntariado.
En este contexto, Lobo quiere mencionar el éxito que han tenido los Acuerdos Previos de Compra (APC) en la UE. “Pretenden atajar las distorsiones estáticas (pérdida irrecuperable o ‘peso muerto’ del monopolio) y dinámicas (escasos incentivos a la I+D) en el mercado de las vacunas, fomentando la innovación y la producción de la vacuna una vez desarrollada, ya que reducen las incertidumbres y garantizan una demanda solvente y fiable para el promotor”, concluye.