Cuarenta años después de los primeros casos en el mundo, el diagnóstico temprano y la eficiencia del tratamiento han convertido al VIH en una patología crónica.

“Es una realidad cuando decimos que, hace unos años, el tratamiento de personas con VIH ocupaba toda una mano, de la cantidad de pastillas. Ahora, sólo se necesita una”, ha rememorado María Jesús Pérez Elías, jefa de sección del servicio de enfermedades infecciosas en el hospital Ramón y Cajal, durante el encuentro ‘Actualización sobre el VIH: Visión clínica y del paciente‘ organizado por Gilead Science.

Gracias a estos avances en el tratamiento -en el que destacan los antirretrovirales-, en la actualidad, los expertos se han ‘encontrado’ con los primeros pacientes con VIH envejecidos, en los que “controlar esta enfermedad supone todo un reto por el aumento de comorbilidades”.

“Las enfermedades no relacionadas con el SIDA son las causantes del 50 por ciento de las muertes. Sin embargo, casi todas pueden evitarse con hábitos saludables”, ha advertido Elías.

Percepciones que difieren

Ante ello, los expertos han considerado que se requiere de un abordaje multidisciplinar para hacer frente a estas necesidades. Empezando por desarrollar una comunicación fluida entre el paciente y su equipo médico, para detectar posibles necesidades no cubiertas y hacer frente a la enfermedad lo antes posible. De esta forma, opinan los expertos, la calidad de vida del paciente puede mejorar con creces y, por consiguiente, que exista una mayor adherencia al tratamiento y una mejora de la patología.

Nuevas investigaciones realizadas por la Sociedad Española Interdisciplinaria del SIDA (SEISIDA) señalan que no se están identificando adecuadamente las preocupaciones y síntomas de los pacientes.

Para María José Fuster, directora de SEISIDA y paciente de VIH desde hace más de 30 años, “la comparación entre lo que percibe el paciente sobre su enfermedad y el médico es distinta. Los médicos suelen subestimar el porcentaje de pacientes con síntomas molestos, como ansiedad, tristeza y fatiga, en comparación con las respuestas que aportan los propios pacientes. Por lo que es fundamental insistir en mejorar la comunicación entre ellos”.

Los expertos aseguran que se necesita una comunicación fluida entre el paciente y su equipo médico para detectar posibles necesidades no cubiertas y hacer frente a la enfermedad lo antes posible

Comorbilidades neuropsiquiátricas, “una importante preocupación”

Respecto a la ansiedad, la tristeza y la fatiga, esta realidad también se ha visto reflejada en la encuesta ‘Percepción de los médicos de VIH en España sobre el diagnóstico y manejo de las comorbilidades neuropsiquiátrica en personas con VIH‘, realizada por Ignacio Pérez-Valero, de la unidad de VIH del departamento de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, entre otros especialistas.

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María José Fuster, María Jesús Pérez Elías e Ignacio Pérez-Valero contestan a las preguntas de los periodistas.

En ella se destaca que “las comorbilidades neuropsiquiátrica asociadas al VIH -que incluyen el deterioro neurocognitivo y los trastornos neuropsiquiátricos- son una fuente importante de preocupación en la atención a las personas con VIH, debido a su gran impacto en la calidad de vida”.

Los resultados de esta encuesta apuntan a que la mayor parte de los médicos (97,4 por ciento) considera que la atención de la salud mental es relevante y que las comorbilidades neuropsiquiátricas (CNP) están infradiagnosticadas (76,6 por ciento). El estudio muestra, además, que el personal médico considera que los pacientes informan poco de las CNP (53,9 por ciento).

Ignacio Pérez-Valero ha analizado estos datos y ha indicado que “la incidencia puede verse agravada por la neurotoxicidad de los tratamientos antirretrovirales”. En este sentido ha indicado que “los trastornos mentales afectan negativamente en la salud del paciente con VIH, quienes pueden desarrollar CNP y comportamientos poco saludables, como insomnio, miedo, frustración por el estigma asociado a la infección, etcétera, que afectan al adherencia al tratamiento“.

Un 97,4% de los médicos considera que la atención de la salud mental es relevante y que las comorbilidades neuropsiquiátricas están infradiagnosticadas (76,6%). Un 53,9% del personal médico considera que los pacientes informan poco de estas comorbilidades

Por ello, los tres expertos han creído que “tener un psicólogo en las consultas de VIH sería un elemento necesario y clave para mejorar esta situación”.

Para avanzar en la solución de este reto, Gilead ha puesto en marcha #MejoratuVIHda, una campaña de concienciación destinada a mejorar la comunicación médico-paciente. Esta iniciativa incide en la importancia de preparar la consulta y, para ello, pone a disposición de pacientes y equipos médicos una serie de cuestionarios válidos en los que apoyarse para detectar ciertos síntomas y guiar la conversación.


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