La infección por VIH fue uno de los problemas de salud más importantes del siglo XX, que se ha cobrado más de 36 millones de vidas desde 1981 hasta la fecha, según las estadísticas mundiales de Onusida. Cuarenta años después de que se diagnosticaran los primeros casos, es una realidad que los avances en la investigación y desarrollo de tratamientos contra el sida, junto con los progresos en materia de prevención y concienciación, han hecho posible reducir de forma muy importante las tasas de mortalidad, incrementar la adherencia a las terapias antirretrovirales y mejorar de forma sustancial la calidad de vida de los pacientes, que, en muchos casos, disfrutan ya de una esperanza de vida similar a la de las personas sin VIH.

Aunque en la actualidad la infección por este virus no tiene cura conocida, el sida es una de las enfermedades en cuyo tratamiento ha habido un mayor progreso durante los últimos 25 años. Esto ha sido posible gracias a las mejoras que ha supuesto la introducción de los tratamientos antirretrovirales (TAR).

Los avances en estas terapias han potenciado la prevención de su transmisión, ralentizado su progresión y aumentado la supervivencia y calidad de vida, propiciando que el VIH/sida pase de ser una enfermedad aguda y fatal a corto plazo a convertirse en una condición crónica en la que los afectados pueden llevar una vida prácticamente normal. De hecho, el acceso a estos tratamientos se correlaciona de manera clara con la reducción de muertes causadas por esta enfermedad.

Y es que son muchos los estudios que han analizado el impacto de la utilización de los TAR sobre el número de muertes evitadas.

Un reciente análisis (Forsythe, 2019) indica que la cifra de muertes evitadas globalmente por estos tratamientos entre 1995 y 2015 fue de 9,5 millones. Y se espera que, hasta 2030, la utilización de estos fármacos evite unos 25,4 millones de muertes más, la mayor parte de ellas en África.

Buena parte de esta evidencia se recoge en el informe El valor del medicamento desde una perspectiva social 2021, elaborado por la Fundación Weber, en el que se subraya también que, en el periodo comprendido entre 2000-2015, los TAR evitaron que 1,6 millones de niños nacieran siendo portadores de la enfermedad, ya que la protección recibida a través del tratamiento a las mujeres con VIH embarazadas evitó la transmisión vertical de la enfermedad, de la madre al hijo.

Menos resistencias e interacciones con los últimos avances

Los avances en la terapéutica de la infección por VIH en las últimas décadas han sido cruciales para el control de la infección y para la mejora de la calidad de vida de las personas. En los últimos años, se han aprobado nuevos fármacos que han permitido reducir la exposición a las toxicidades, disminuir la resistencia e interacciones con otros medicamentos y reducir las cargas virales de pacientes inmunológicamente deprimidos, sin tratamiento previo o resistentes a tratamientos con múltiples fármacos.

Consecuencia directa de esta revolución farmacológica, las personas con VIH son uno de los colectivos que reportan mejor adherencia y éxito terapéutico, lo que convierte su uso en una de las armas más coste-efectivas para los sistemas sanitarios. Así lo concluía un estudio español presentado en noviembre del año pasado bajo el título Treinta y dos años de terapia antirretroviral para personas que viven con VIH en España: ¿Ha sido una intervención eficaz?

En dicho estudio se afirma que estos tratamientos suponen una inversión rentable desde el punto de vista sanitario y también social, pues, a lo largo de las tres últimas décadas, el Sistema Nacional de Salud (SNS) habría invertido 6.185 millones de euros en terapias antirretrovirales, logrando evitar 323.651 muertes por sida, 500.129 casos de sida y 161.417 casos de VIH, con un ahorro total de 41.997 millones de euros.

Además, se estima que el ahorro neto asociado a estos resultados sería de 35.812 millones de euros desde una perspectiva social y de 1.032 millones de euros desde una perspectiva sanitaria, según recoge el estudio.

Aunque los tratamientos innovadores han convertido el sida en una enfermedad crónica y han ayudado a prolongar la esperanza de vida de los pacientes, hay muchos progresos por hacer, incluyendo la posibilidad de desarrollar una vacuna preventiva y reducir las resistencias a las terapias actuales.

Este miércoles, 1 de diciembre, se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el Sida para recordar que, a pesar de los grandes avances que ha implicado la investigación para los pacientes, la batalla debe continuar.

Para seguir con la lucha, la industria farmacéutica innovadora tiene en desarrollo casi 160 medicamentos y vacunassegún las cifras de la patronal europea EFPIA, mientras que en nuestro país el Registro Español de Estudios Clínicos (REEC) recoge más de 150 ensayos para VIH en la actualidad.


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