C. R. Madrid | miércoles, 23 de marzo de 2016 h |

Debido a las limitaciones que el Sistema de Precios de Referencia Internacional (SPRI) presenta para reducir el precio de los medicamentos y favorecer el acceso a los mismos en los estados miembro con menor renta, la Comisión Europea ha hecho un llamamiento a un mecanismo alternativo: los precios diferenciales.

Los precios diferenciales se fijan en función de la capacidad de pago de un país o de su situación económica. Aplicados a los medicamentos, no cuentan con experiencia en la Unión Europea. Incluso a nivel mundial, su implementación en este ámbito es a baja escala. La trayectoria se centra en países de ingresos medios y bajos y para grupos muy específicos de fármacos, como vacunas o terapias contra el VIH/sida, la tuberculosis o la malaria. Estas experiencias, además, nunca se han construido en base a enfoques colaborativos por parte de los gobiernos, sino que han partido de una decisión ‘central’, por parte de organismos como Unicef , la Organización Panamericana de la Salud o la OMS.

Los precios diferenciales se introdujeron en estos países para asegurar el acceso a fármacos que, de no ser así, nunca habrían llegado a estos mercados. Los autores consideran que esta es la principal traba que existe para poner en marcha esta herramienta en países de ingresos medio/altos, como los europeos: estos mercados sí existen. Lo que buscan los gobiernos europeos son soluciones a dos problemas básicos: por una parte, la sostenibilidad de sus sistemas sanitarios; por otra, el acceso a los fármacos. Desde este punto de vista, tanto el SPRIcomo los precios diferenciales comparten la misma limitación: ayudan a conseguir un objetivo, pero no el otro.

Además, se da la circunstancia de que son mecanismos casi antagónicos. El propio SPRI limita los precios diferenciales al no incentivar la existencia de precios menores en los países de menor renta de Europa. Y en última instancia, los precios diferenciales suman un factor más que complica su aparición en Europa: el comercio paralelo.

¿Son posibles?

Aún no se ha explorado la viabilidad de un sistema de precios diferenciales en la Unión Europea. Técnicamente no son ninguna novedad, ya que los descuentos aprobados a nivel nacional ya implementan precios diferentes en función del país. Pero, al igual que ocurre con el SPRI, los precios diferenciales van unidos a un componente irrenunciable de solidaridad. Los autores del estudio aseguran que adoptar este sistema en Europa debe partir de la “aceptación y el compromiso” para permitir precios más bajos en países con rentas más bajas.

Por ello, prosiguen los autores, si los estados miembro así lo decidieran, deberían acordar con transparencia total los principios y mecanismos que regirían tal esquema.

Uno de los principales puntos que habría que consensuar sería el mecanismo por el cual se decidirían los diferenciales de precios. Los autores vaticinan que los países más ricos se opondrían radicalmente a un modelo que los fijara en función del PIB o de la capacidad adquisitiva. En su lugar, el informe de la Comisión plantea un diseño de precios diferenciales que, sin implicar nuevos aumentos de precios en los países de mayor renta, incentive a la industria a sumarse a este marco, bajo la expectativa de un incremento en las ventas en países de menor renta.

Asimismo, ante la falta total de experiencia, el estudio recomienda llevar a cabo un proyecto piloto en Europa con medicamentos de alto coste, como huérfanos o productos que generan altas expectativas terapéuticas, y con la colaboración de la industria farmacéutica. Insta también a tener en cuenta la experiencia colaborativa que ya se está usando en otras herramientas de cooperación, como el piloto de licencias adaptables o los mecanismos de acceso coordinado a los medicamentos huérfanos.

Asimismo, en caso de implementar los precios diferenciales, el informe insta a los estados a considerar un mecanismo que ‘evite’ la fuga de medicamentos de países con menor renta a los países que manejan precios mayores, considerando incluso la posibilidad de prohibir las exportaciones paralelas como medida de evitar desabastecimientos.