| domingo, 15 de marzo de 2009 h |

Yolanda Martínez Doctora en Periodismo y Profesora de la UCM

Ni las cadenas de farmacias ni los medicamentos falsos ni posibles alianzas contra natura. La farmacia en el Reino Unido se enfrenta a una amenaza real y de sangre azul, según denuncia la Escuela de Medicina de la Universidad de Exeter: el Príncipe Carlos de Inglaterra. Su defensa de las terapias naturales complementarias se considera una forma de “explotar a los crédulos”. Ni siquiera la cuna de la Splendid isolation está a salvo de caer en la superchería y de la falta de rigor sanitario. El profesor Edzard Ernst cree que el heredero “contribuye a empeorar la salud del país” y que se aprovecha de la gente, ya que la empresa que este posee, Duchy Originals, ha lanzado un producto para desintoxicar el organismo que ha sido calificado como un remedio “curandero” por este experto.

Yo, que estaba satisfecha con la decisión del Gobierno británico de pagar terapias a ciudadanos deprimidos por la recesión, ahora no sé qué pensar. Si el Gobierno quiere pagar terapias convencionales y la realeza ganar dinero a costa de las terapias complementarias…

El tema es mucho más relevante de lo que puede parecer. El Gobierno del Reino Unido destinará 13 millones de libras para pagar los servicios terapéuticos a los ciudadanos que sufran problemas psicológicos como consecuencia de la crisis. Según los datos oficiales, unos seis millones de personas padecen problemas de ansiedad o depresión y muchos de ellos siguen cobrando un subsidio por discapacidad porque son incapaces de buscar trabajo. Asimismo, el Servicio Nacional de Salud (NHS) habilitará una línea especial de teléfono para atender a quienes se hayan sumido en la depresión debido a problemas económicos. El profesor Richard Layard, ex asesor del gobierno y coautor de un informe de la London School of Economics sobre trastornos depresivos, aseguró que este plan es “el más importante acontecimiento en el tratamiento de la salud mental” en ese país en décadas.

La búsqueda de remedios para enfrentarse a episodios depresivos o ansiosos está extendida por todo el planeta, y ninguna vía es descartada. Que se lo digan a un psicólogo de la Universidad de Iowa, que estudia si la sal puede actuar como antidepresivo natural. Lo hace tras observar que cuando las ratas presentan un déficit de cloruro de sodio se asustan de actividades que normalmente les son atractivas, y como la pérdida del interés en actividades placenteras es un síntoma típico de la depresión psicológica… Pues ya se sabe, que lo mismo morimos contentos e hipertensos a mayor gloria de la sal. Espero que no lo lea Charles, que es capaz de vendernos sal ecológica, mucho más cara pero “Real”.