Hay dos formas de enfrentarse a la vida, y la más elegante no triunfa siempre
| 2009-02-01T18:07:00+01:00 h |

Yolanda Martínez Doctora en Periodismo y Profesora de la UCM

Se ha demostrado que los ingleses tienen alguna rémora, por su tan manoseada caballerosidad, ya que los que viajaban en el Titanic tuvieron un 10 por menos de posibilidades de sobrevivir que los pasajeros de países menos educados. Un investigador suizo asegura que estuvieron lastrados por su “buena educación”, mientras los estadounidenses fueron los campeones de la supervivencia.

El Titanic no disponía de suficientes botes de salvamento. A pesar de la tragedia inminente, en esa catástrofe se respetaron numerosas reglas de comportamiento en situaciones extremas. Siguieron a rajatabla la norma de ‘mujeres y niños primero’, por lo que ellas tuvieron un 53 por ciento más de posibilidades de supervivencia y los niños un 15 más que los adultos.

En la actualidad, por 1.000 dólares y a partir de una muestra de saliva, se averigua la predisposición genética a ciertas enfermedades. Sólo se detectan algunas de las alteraciones más sencillas pero, teniendo en cuenta que en 2001 se identificaban diez posibles mutaciones a la vez y hoy se consigue analizar un millón de polimorfismos o alteraciones genéticas individuales mediante un chip, en diez años podrá facilitarse a cada persona su genoma entero secuenciado.

Habrá que calcular lo que podemos encontrarnos cuando los que están predispuestos por nacionalidad (los estadounidenses) a sobrevivir en tiempos de crisis sepan los problemas genéticos a los que pueden enfrentarse. Quizá se conviertan en ‘superhombres’.

No quiero ni pensar en la ‘regla de los tres metros’ que les hacía proclamar a sus empleados el fundador de los almacenes Wal Mart, esos mismos que hacen ofertas de 3 por 2 de medicamentos en EEUU. En las visitas a sus establecimientos, Sam Walton, animaba a sus empleados a levantar la mano y repetir: “Prometo que cuando esté a tres metros de un cliente, le miraré a los ojos, le saludaré y le preguntaré en qué puedo ayudarle”, y parece que les ha funcionado hasta para vender antibióticos. Imagínense una norma de ese tenor actualizada.

Y mientras tanto, los británicos empeñados en crear un paciente virtual para facilitar la formación a estudiantes de Farmacia que permita a los estudiantes interactuar con los caracteres generados por un ordenador para adquirir experiencia en la comunicación eficaz con los pacientes y en la toma de decisiones. Ya verán cuando se crucen con un nuevo Walton, quien se salvará primero.