| domingo, 12 de julio de 2009 h |

Yolanda Martínez. Doctora en Periodismo y profesora de la UCM

La crisis podría incrementar la tasa de suicidios y homicidios. Si esta previsión es desalentadora, no lo es menos el que la historia familiar predice la gravedad de la enfermedad mental. Si unimos ambas sentencias, las profecías de Nostradamus no asustan tanto como lo que leemos en las páginas de salud de los medios. Los periodistas tenemos la misión de atender a uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos: recibir la información con el referente del servicio público, con la necesidad de hacerlo sin provocar alarma innecesaria y, sobre todo en el ámbito de la salud, sin causar ‘daños colaterales’ en forma de falsas expectativas o de pesimismo determinista.

Ambas informaciones proceden de estudios científicos. El primero, de la Universidad de Oxford, publicado en The Lancet, muestra que incrementos en las tasas de desempleo provocaron en el pasado picos de ascenso en el número de suicidios y asesinatos. Los investigadores, que analizaron datos de 26 países de la UE entre 1970 y 2007, también comprobaron que los incrementos del paro se relacionaban, además, con una reducción notable en el número de accidentes de tráfico. Los investigadores apuntaron, por otro lado, que los programas laborales de protección social que aplicaron en Finlandia y Suecia en las recesiones económicas de principios de los noventa fueron positivos para superar el incremento de suicidios. Algo es algo. Aunque a renglón seguido admiten que su trabajo tiene limitaciones, como el hecho de medir los efectos de la crisis a corto plazo, y que determinadas características de la crisis actual, como su rápida expansión y su intensidad, hacen más difícil que las lecciones del pasado puedan extrapolarse al presente. Vamos, que puede ser peor.

El otro estudio está publicado en Archives of General Psychiatry, y sostiene que los antecedentes familiares son predictivos del mal pronóstico de un paciente psiquiátrico. Es obvio que ambas investigaciones buscan tratar mejor al potencial afectado-paciente, pero hoy por hoy dar sólo el diagnóstico es devastador para las personas que lean las informaciones y se apropien de los malos augurios. No sé si somos conscientes del efecto que puede producir lo que escribimos en ciertas personas. Probablemente no hacemos el esfuerzo intelectual de equilibrar el binomio acción-reacción en la población. Nostradamus era médico, alquimista y vio morir a su primera familia por la peste bubónica que asoló Francia. Obtuvo el éxito por sus dotes adivinatorias y se aprovechó de la credulidad de sus contemporáneos. Sus profecías son tan temibles como opinables. Los titulares de nuestras noticias no son volátiles y provocan más temor.