| domingo, 01 de marzo de 2009 h |

Yolanda Martínez Doctora en Periodismo y profesora de la UCM

La diferencia entre un discurso electoral y el de después de tomar posesión es la realidad. El imperio del realismo es lo que ha hecho que Barack Obama anuncie que está decidido a reformar la sanidad, pero que el rápido crecimiento del coste del sistema complica el proceso. El candidato prometió asistencia sanitaria para los 46 millones de estadounidenses que carecen de ella, el inquilino de la Casa Blanca aseguró que parte de los 787.000 millones de dólares del plan de estímulo económico será destinado a luchar contra el cáncer y a informatizar expedientes médicos. Es posible que las dimensiones de la crisis sitúen el escenario real en el indeseable, un ‘sí, pero…’ que lastra las sucesivas reformas sanitarias en algunos países.

El mundo gira en torno al dinero. O para ser más exactos, sobre su ausencia en los mercados. Por eso se han puesto de moda juegos en los que la habilidad para gastar parece llenar el vacío dejado por la crisis. Pero en EEUU una compañía de entretenimiento ha ido más allá y ha lanzado un videojuego: Rescate de un billón de dólares, que permite abofetear a los presidentes ejecutivos y distribuir bolsas de dinero a los propietarios de inmuebles. Los protagonistas tienen un billón de dólares para “rescatar la economía estadounidense y prevenir un colapso económico total”. Los jugadores pueden proveer los fondos haciendo o darle a la persona que pide el rescate un bofetón. Y, bofetada va bofetada viene, calman sus ansias.

No es una vía procedente para salir de la crisis y la violencia, aunque sea de juguete, no es la solución. Pero habrá que valorar hasta qué punto los jugadores disciernen entre realidad y ficción. Psychological Science incluye el resultado de dos estudios que muestran que las películas y los videojuegos violentos hacen a las personas menos sensibles al sufrimiento del prójimo. Brad Bushman, de la Universidad de Michigan, y Craig Anderson, de la Universidad estatal de Iowa, demostraron previamente que la exposición a la violencia en los medios causa carencia de sensibilización psicológica, bajada del ritmo cardiaco y la conductancia en la piel, cuando después se presencian escenas de violencia real. Pero las nuevas investigaciones muestran además que la violencia en los medios también afecta la disposición para ayudar a una persona herida, tanto en un estudio de campo como en un experimento de laboratorio. Por un instante se me ha venido a la mente la imagen de todos los que van a seguir sin asistencia sanitaria en los EEUU al tiempo que me imagino lo que harían con un videojuego en el que tuvieran a un clic del ordenador a los causantes del crack financiero. Prefiero jugar al escondite.