Yolanda Martínez. Doctora en Periodismo y profesora de la UCM
Si el príncipe Hamlet tenía la duda encerrada en el “Ser o no ser, ésa es la cuestión”, la escena I del Tercer Acto de la tragedia de William Shakespeare en los países del norte de Europa, ahora se ha puesto de moda otra disyuntiva: “Comprar o no comprar, ése es el dilema”. Y el oscuro objeto de deseo es siempre el mismo: las oficinas de farmacia. Lo último ha sido que la Universidad de Helsinki ha mostrado un interés por la posible adquisición de farmacias en Suecia. Cuando el Parlamento sueco acababa de aprobar la entrada de capital no farmacéutico en la propiedad de estos establecimientos, se levantó la veda a la entrada de grandes cadenas como Celesio, Alliance Boots o Phoenix, y la sorpresa vino de ‘extramuros’ o ‘made in Finlandia’.
Pero lo sorprendente no ha sido la aparición de un pretendiente finlandés para las farmacias suecas, ni tampoco que sea una institución académica quien las pretenda. Lo que me ha llenado de asombro es la justificación esgrimida por la Universidad de Helsinki: “Aspiramos a ser una pequeña parte de esta competencia, pero tenemos la ventaja de tener muy buena reputación en el país”. O sea, que aquí la reputación sí cuenta… Y lo mejor: el portavoz de la institución apuntó que la oferta en firme está condicionada por la normativa que apruebe el Gobierno sueco sobre la venta de los OTC, ya que si se liberaliza su venta en canales extrafarmacéuticos puede que la manzana ya no sea tan apetecible. El ejercicio de equilibrismo llega al cénit cuando intentan sustentar su deseo de entrar en el mercado de la farmacia sueca como una forma de extender el sistema ya implantado en Finlandia, donde la universidad es propietaria de 16 oficinas de farmacia que sirven para que el centenar de alumnos recién licenciados anualmente realicen sus prácticas profesionales. Todo me induce a pensar que el ser o no ser es simultáneamente posible, puesto que esta universidad puede estar interesada en esas farmacias para que sus ex alumnos completen su formación, pero sólo si estas son rentables.
¿Tendrán esas mismas ansias formativas en otras áreas del conocimiento? ¿Comprarán líneas aéreas para los licenciados en ingeniería aeronáutica? Yo creo que en este caso también sería interesante que lo hicieran, porque no debe haber barreras para el fomento del saber, cueste lo que cueste. Porque, ¡no creo que vaya a revisar las cuentas de resultados de las aerolíneas! Creo que sería más sencillo apostar por la sinceridad y decir que compran farmacias para ganar dinero y que todo lo demás es retórica barata.