| viernes, 09 de marzo de 2012 h |

Por su ubicación, frente a la Catedral de Barcelona, la farmacia de Arturo Lasmarías recibe un público muy heterogéneo. Su clientela va desde turistas nacionales y extranjeros, hasta vecinos del casco antiguo de la Ciudad Condal, entre los que hay muchas personas mayores y polimedicadas. De este modo, se combina una clientela fija y una de paso. “Cada uno quiere una cosa y la quiere a un precio diferente”, explica el titular de esta botica, que ha debido adaptarse a las necesidades de todos sus clientes. Para ello, dispone de un stock muy amplio y variado al que se da salida ante el elevado tránsito con el que cuenta esta botica. Y es que, según su titular, “no pasan diez minutos sin que entre nadie”.

La oficina de farmacia de Lasmarías ha triplicado su espacio de atención al público y, sobre todo, ha ganado en luminosidad

Las ventas globales de esta botica, que apuesta por la venta libre, han aumentado más de un 50% tras la reforma

La farmacia de Arturo Lasmarías, situada en Barcelona, registró una transformación total gracias al proyecto de Apotheka, compañía especializada en diseño y reforma de farmacias. Su joven titular, de 28 años, tenía claro que quería “una farmacia de gama alta y calidad” y, por ello, decidió hacer una limpieza de cara a su negocio, que pasó de ser botica antigua, con los productos de cosmética cerrados bajo llave, a una farmacia moderna y con la mayoría de los artículos accesibles al cliente.

El punto fuerte de esta farmacia es que está “muy bien situada”, en pleno centro de la ciudad condal, lo que supone una alta afluencia de personas. Por ello, se decidió dedicar más espacio al usuario. Así, casi la totalidad de la planta superior de esta botica, la que se encuentra a pie de calle, se destinó a atención al público, mientras que el sótano se reservó a la rebotica, donde se instaló el robot Mach4. “Pasamos de 20 a 65 m2 de atención al público”, explica Lasmarías, que añade que “todo está cara al público, todo para tocarlo”.

Además, las traseras en las que se exponen los productos están retroiluminadas, lo que otorga un aire de modernidad a esta local, que pese a ser alargado también cuenta con tres mostradores y una góndola. Gracias a la luminosidad, el escaparate es todo el establecimiento y, según su titular, “si pasas por delante, ves toda la oficina de farmacia”.

Todos los cambios fueron confiados a Apotheka, que se encargó de la reforma integral, desde la instalación eléctrica hasta la elección del mobiliario. “Consulté diversas opciones y, al final, la que más me gustó fue la de Apotheka”, explica Lasmarías. Además, valora que el presupuesto ofrecido fue razonable comparado con otras opciones. En cualquier caso, dice ya haber compensado su inversión. “Ha repercutido en más del 50 por ciento de venta global y en venta libre un 125 por ciento”, asegura. Así, pese a la crisis que afecta al sector, este farmacéutico aspira a seguir creciendo este año.

Y es que, esta farmacia, que cuenta con siete trabajadores más su titular, ha apostado por la venta libre, que supone ya más del 75 por ciento de su facturación. “Las cuentas no salen en una farmacia que ahora aspire a vivir del medicamento”, argumenta Lasmarías, que reconoce que el fármaco “siempre será el gancho, pero que hay que saber explotar lo demás”.