| viernes, 20 de noviembre de 2009 h |

Antonio González es periodista del diario ‘Público’

No falla. Cualquiera que siga un poco la actualidad de la sanidad sabe que, de forma periódica, va a resurgir el debate sobre el copago de la asistencia sanitaria, casi siempre de la mano de entidades privadas, aunque algunos consejeros de Sanidad tampoco se quedan cortos en este sentido. El último ejemplo de esta machacona tendencia de mantener siempre vivo el debate tuvo lugar la semana pasada, con motivo de la presentación de un estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada y la consultora McKinsey, que alerta que la sanidad española, tal como está planteada en la actualidad, se irá a pique si no se ponen en marcha reformas dirigidas a garantizar su sostenibilidad financiera, como el tan traído y llevado copago, que por cierto ya existe en el caso de los medicamentos.

Pues bien, parece que los españoles van a la consulta del médico más de ocho veces al año de media, una tasa muy superior a la media de los países de la zona euro. También es cierto que se tiende a abusar de lo gratuito (el estudio revela que una de cada tres consultas es innecesaria), y mucha gente piensa erróneamente que la sanidad no cuesta dinero. Tampoco hay que olvidar que el envejecimiento progresivo de la población dispara el número de pacientes hiperfrecuentadores de los servicios sanitarios que son también, por cierto, hiperconsumidores de fármacos. Por otro lado, el control del gasto por parte de algunas comunidades deja mucho que desear y, de hecho, el déficit está al orden del día: 11.000 millones de euros entre 2003 y 2007.

Con este panorama, el debate sobre el copago vuelve a estar en su punto. Pero una vez más, hay que plantearse si se trata de una medida justa y, sobre todo, si permitiría repartir el esfuerzo económico de los ciudadanos de forma equitativa. La respuesta a ambas preguntas es: no. Asimismo, la carga fiscal a la que están sometidos los españoles no es pequeña, así que la posibilidad de tener que pagar por algo que, al menos aparentemente, sale gratis desde hace 30 años, no es popular, y por eso todos los ministros de Sanidad desecharon la idea hasta ahora. Otra cosa es si la medida sería efectiva desde el punto de vista económico, y ahí todos los expertos parecen coincidir al señalar que, sin duda, reduciría el número de consultas, si bien no sé si queremos un sistema en el que alguien decida no ir al médico por tener que hacer un determinado desembolso, que para unos puede ser pequeño y para otros demasiado grande.

Es posible, en definitiva, que haya llegado el momento de tomar una decisión, y abrir el melón del copago de una vez o dejar de marear la perdiz y olvidarnos de una medida que, por su naturaleza, impide la equidad. Pero para ello hace falta que ministerio y comunidades se sienten a hablar sobre el asunto, sin demagogias ni partidismos, y tomen una decisión en uno u otro sentido, evitando a los ciudadanos debates estériles que no hacen más que confundir sobre el fondo del problema.