Javier Climent es presidente del
Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia
España disfruta de la red de oficinas de farmacia más extensa y mayor cartera de servicios de la UE. Una red que llega a cada rincón del territorio y que garantiza que todos los medicamentos estén a disposición de los ciudadanos en las mismas condiciones: proximidad, precio y atención profesional. Ventajas que sólo ofrece el modelo farmacéutico mediterráneo, que concibe las farmacias como establecimientos sanitarios de interés público regulados por la Administración en beneficio de los ciudadanos, que pueden acceder a un bien de primera necesidad de forma cómoda y rápida. Más calidad de vida que, en el caso de los dependientes, supone una mejora fundamental.
La planificación ayuda también a resolver otra preocupación de la UE: la despoblación de las zonas rurales. La red de farmacias en España lleva la atención sanitaria hasta los pueblos más apartados. Si esta planificación desapareciera, el panorama farmacéutico cambiaría totalmente. Las farmacias se concentrarían en zonas de atractivo económico y muchos lugares apartados perderían este servicio esencial. Para gran parte de los ciudadanos, el acceso a los medicamentos requeriría de unos medios que hoy son innecesarios, ya que el modelo se acerca al ciudadano y no es necesario que el usuario se tenga que desplazar donde se ubica la farmacia comercial.
La atención farmacéutica en nuestro modelo está basada en criterios sanitarios que supone no sólo la dispensación, el consejo, la información y la promoción de la salud de los pacientes, sino que garantiza la presencia y suministro de medicamentos adecuados a las necesidades reales de la zona a la que atienden. Estas ventajas se perderían si se permite a los grandes capitales entrar en el sistema farmacéutico. Las farmacias se concentrarían en grandes cadenas y superficies comerciales, como se comprueba en otros países. La extensa red de pequeños establecimientos desaparecería. Con la entrada de los grupos comerciales se perdería, además, el carácter sanitario en favor de las leyes del mercado, las ventas y los beneficios económicos.
Los ciudadanos perderían en cercanía e igualdad, los farmacéuticos motivación para su desarrollo profesional y parte de las funciones para las que les capacitan sus estudios, llevándonos a una situación que ocurre en los países con otros modelos: falta de farmacias y profesionales para atender a los pacientes. La eliminación de estas regulaciones beneficiaría a un limitado número de sociedades empresariales, perjudicando a millones de ciudadanos y miles de farmacéuticos.