Enrique Granda es director del
Observatorio del Medicamento
El Consejo Interterritorial se ha puesto de acuerdo sobre las fechas de entrada en vigor de los precios menores, los días 1 de enero y julio de cada año, y que vendrán precedidos de la publicación del nomenclátor correspondiente con dos meses de anticipación. Además, por si fueran poco estas dos variaciones, los precios cambiarán también por efecto de las órdenes de precios de referencia a primeros de marzo, conformando un calendario de desdichas para todo el sector farmacéutico, ya que nadie se va a librar de sus efectos.
En el caso de los laboratorios, porque se ven obligados a cambiar el cartonaje, ya que cambia el código nacional. Los almacenes tendrán pérdidas en sus existencias y las farmacias, sin convivencia de precios, tendrán que vender con pérdidas muchas existencias, ya que tampoco podrán efectuar devoluciones. Para los laboratorios, al tener que cambiar el código nacional, de poco ha valido la posibilidad de no incluir el precio en el envase, y para los usuarios siempre quedará la duda de lo que se les cobra, aunque el precio aparezca en el tique de la farmacia. Ante este panorama surge la pregunta de si merece la pena todo esto, cuando los datos de cada mes cuestionan que la prescripción por principio activo y obligada dispensación por el medicamento de menor precio, no es el mejor medio de racionalización del gasto. También cabe cuestionar la desaparición del precio en el envase —una garantía para los ciudadanos— teniendo en cuenta que hay que cambiar el código nacional, por lo que la industria tiene también que eliminar existencias.
Es hora de pensar en que la racionalización del gasto farmacéutico encuentre otras vías que las de actuar sobre la oferta, los precios y los márgenes. Éste es un planteamiento demasiado simple, poco adaptado a las recomendaciones de la OMS para racionalizar el gasto farmacéutico y, como vemos, extraordinariamente molesto para el sector y los ciudadanos. Esperemos que el segundo Plan Estratégico de Política Farmacéutica sea capaz de avanzar en lo que realmente importa, que son las medidas que actúan sobre la demanda, y en conseguir un uso mejor de los medicamentos, algo que nada tiene que ver con precios y calendarios.