| viernes, 01 de abril de 2016 h |

Existe un nicho por explotar en la investigación de nuevos fármacos: el reposicionamiento de medicamentos antiguos puede ser una fuente de productos innovadores que cubran necesidades médicas no cubiertas. Reunidos en STAMP, los estados miembro, la Comisión Europea y la EMA animan a ahondar en un camino que a día de hoy no cuenta con los recursos suficientes ni con un apoyo claro por parte de la industria farmacéutica.

Según la EMA, el reposicionamiento de fármacos antiguos podría acelerar los tiempos de desarrollo, reduciendo además los costes y el riesgo para la industria farmacéutica, dado que el reposicionamiento comienza con compuestos que ya han sido ensayados en humanos y en muchos casos han demostrado un aceptable nivel de seguridad y tolerabilidad. Sin embargo, los retos a los que se enfrenta el reposicionamiento tienen mucho que ver con un cambio de mentalidad.

Según los expertos de STAMP, las labores de reposicionamiento son lentas y se encuentran por lo general “infrafinanciadas” en comparación con la investigación ‘más comercial’. Temen que detrás de ello exista una percepción negativa por parte de la industria, que lleve a pensar que no existen incentivos financieros suficientes o que el fármaco ofrece poco valor comercial una vez que ha perdido los derechos de patente.

Sea como sea, la mayor parte de los incentivos regulatorios que se ofrecen se encuentran “infrautilizados”, según los expertos del foro STAMP. Es así, al menos, en el caso de las autorizaciones vinculadas a usos pediátrico, que contemplan un periodo de protección de 8+2 años, o en el caso de medicamentos huérfanos, en los que el periodo de patente llegaría a los 10 años.