| viernes, 17 de enero de 2014 h |

No es algo habitual la existencia de una rectificación en política. Por ese motivo, cuando se producen hay que alabarlas, especialmente si supone dar la razón a quienes tenías enfrente. La decisión de la ministra de Sanidad, Ana Mato, de abandonar la idea de implantar un copago para el transporte no urgente, la prestación ortoprotésica y la dietoterapia, es digna de mención. Además, de los argumentos dados por el Consejo de Estado en su dictamen, el Ministerio de Sanidad ha encontrado en la mejoría económica una forma de dar marcha atrás: como la economía mejora no es necesario implantar más copagos.

Esta decisión y argumentos de Mato han hecho que los contrarios a la puesta en marcha de otro copago, el farmacéutico hospitalario, arreciaran en sus críticas con el objetivo de que se produzca una rectificación similar a la del caso del transporte.

La verdad es que pocos colectivos tanto de profesionales como sociales, expertos o políticos han dado el visto bueno a la puesta en marcha de este copago. Entre las más claras, las comunidades autónomas, que ven con horror que, más allá de los efectos sanitarios que pudiera tener, iba a costar más el collar que el perro. Hay estimaciones sobre la recaudación que podría esperarse del copago hospitalario que no llegan a los 3 millones de euros para toda España en un año. Y es así porque hay que tener en cuenta el reducido número de productos a los que afecta, la existencia de topes máximos de copago para los jubilados y que se trata de medicamentos de aportación reducida.

En cambio, poner en marcha un sistema de cobro en todos y cada uno de los hospitales, y conciliar las cuentas entre farmacia comunitaria y hospitalaria requiere una inversión muy superior a lo que se va a recaudar.

Si a los hombres de negro de la troika se les dijo que el copago hospitalario iba a ser la panacea, ahora tocará enseñarles con datos que no. Pero lo que no tiene ningún recorrido es poner en marcha un sistema con tantas dudas sobre su viabilidad y que tiene en contra a pacientes, profesionales y, muy especialmente, comunidades autónomas de todos los colores políticos. Ya son muchas las autonomías que van a boicotear el sistema bien no poniéndolo, bien no cobrándolo. A Mato no le quedan demasiadas opciones.